Desde tiempos inmemoriales, el humor es considerado un excelente instrumento para mitigar el dolor de los pueblos, no menos que algo similar al sedante que usan los dentistas modernos con el propósito de hacer reír al paciente, mientras le inflige dolor al extraerle una pieza dental.
El humorista venezolano Laureano Márquez, fiel exponente de esta premisa, considera que, en algunos casos, el humor lleva sobre sus hombros una profunda carga de angustia y de tristeza, que solo se sobrepone, entre lágrimas y sollozos disfrazados de felicidad, con los aplausos de un público ávido de libertad para al menos reír en medio del dolor colectivo.
Aunque hablar de la situación de la Venezuela de 17 años hasta hoy no es producto de risas ni festejos, Márquez, como pocos otros, ha sabido sacarle chispas de alegría a un pueblo que no resiste un día más el Gobierno de Nicolás Maduro y sus secuaces en el poder.
El humorista no es tonto para pensar que en Venezuela todo es color de rosa y que la situación tiende a mejorar solo con el triunfo de la oposición, y asido de unas convicciones que rayan en las esperanzas de aquel coronel garciamarquiano que esperaba con ansias una pensión, Márquez es la de creencia de que solo cambiando al chofer del bus, el país, cual vehículo sobre cuatro ruedas bien alineadas, podrá transitar por una vía sin resaltos.
Pero más allá de sus tesis con tinte humorístico, Márquez, en una amplia entrevista concedida al periodista Tulio Casal, nos permite mirar a través de su cristal la realidad de una nación de hombres y mujeres deprimidos y profundamente angustiados, que solo encuentran en el humor la válvula de escape ante el horror que les toca vivir a diario por los desafueros de un gobierno miope.
Fino y sarcástico a la vez, el humorista se refiere a la posibilidad de que Maduro sea removido de su cargo, y con él toda su infraestructura de podredumbre, con un chiste que cae como anillo al dedo: “Yo creo que esto de la oposición se parece al tipo que se le murió la suegra y el señor de la funeraria le dijo: ‘mire, tenemos la posibilidad de cremación, entierro y nicho. Y el tipo contestó: las tres por si acaso’”.