jueves 28  de  marzo 2024
DEBATE DEL ANTICLIMAS

Los republicanos se enseñan las espadas pero no las cruzan

Se esperaba que este debate fuera decisivo para las primarias de New Hampshire. Pero no hubo encontronazos, apenas señales de humo. No necesariamente de paz pero de contención. El debate duro fue, aparentemente, postergado

Rui Ferreira.-Especial
@ruiefe

El del sábado fue el debate del anticlímax. Se ensañaron las espadas pero no las cruzaron. Esperando un enfrentamiento principalmente doloroso entre los tres principales candidatos, los exsenadores Ted Cruz y Marco Rubio y el empresario inmobiliario Donald Trump, al final todo se resumió a un par de encontronazos más volcados hacia divergencias intestinas que los temas que esperan los electores el martes en las primarias de New Hampshire.

Como no podía dejar de ser, el primer tema fue el disparo de un misil norcoreano horas antes y todos los candidatos se manifestaron duros en ese aspecto. El senador Ted Cruz dijo que no abogaría, en lo inmediato, por la destrucción de un satélite norcoreano pero sugirió que Estados Unidos debería jugar a la defensiva y articular una defensa teniendo en cuenta a sus aliados, a lo que se contrapuso su colega Marco Rubio: “Ese misil debería ser destruido en tierra o en el aire y, en mi opinión, no hay ni siquiera planes para impedirlo o proteger a nuestros aliados”, presumiblemente Japón y Corea del Sur.

Lo más interesante del debate fue cómo el exgobernador de Florida, Jeb Bush, intentó reflotar su campaña con argumentos relacionados con los fracasos de la Administración del presidente Barack Obama, de hecho un "leitmotiv" en sus declaraciones, pero que no arengaron necesariamente a su público que lo aplaudió con cierta parsimonia.

Aún así, esto no fue suficiente para decir que se impuso en el debate. Los vencedores, a ojo de buen cubero, fueron Donald Trump y Ted Cruz, lo que no contradice los sondeos de las últimas horas pero, pese al buen talante de Marco Rubio, no fue suficiente para el senador por Florida.

Después de todo, Trump jugó a la defensiva. Supo mantenerse callado cuando, posiblemente, sus impulsos lo llevarían a excederse y controló su discurso adaptándolo a las necesidades del momento. Su frase clásica: “Es mejor que no diga nada”.

Pero estuvo a punto de destrozar todo el plan cuando se volcó hacia el ex gobernador de Florida, Jeb Bush y lo mandó a callar, una primicia en los debates políticos estadounidenses desde siempre. Estaban hablando de la necesidad del Gobierno de nacionalizar terrenos y propiedades para desarrollar espacios. El empresario inmobiliario estuvo de acuerdo. “Lo haría de todos modos, siempre”, dijo. Cuando Bush intentó acotarlo con el argumento de que eso, como política de estado, destruiría a la clase media, Trump lo cortó: “Cállate”. Y nadie dijo nada. Ni siquiera el mismo Bush.

El senador por Texas, Ted Cruz, fue bastante duro en sus pronósticos políticos pero también emocional cuando recordó la lucha contra las drogas que su familia tuvo que enfrentar con la adicción de su hermana, a punto de que recordó una noche en que él y su padre fueron a rescatarla de una casa de consumo de crack. No hubo una mención de por qué no llamaron a las autoridades pero tampoco ninguno de sus contrincantes, ni los moderadores de la cadena ABC, se lo preguntaron.

Se esperaba que este debate fuera decisivo para las primarias de New Hampshire. Pero no hubo encontronazos, apenas señales de humo. No necesariamente de paz pero de contención. El debate duro fue, aparentemente, postergado.

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