Los grandes perdedores de estas elecciones en Estados Unidos son los electores, esos que cada año pagan sus impuestos y sueñan con que el futuro Presidente de la nación sea capaz de hacer esta nación más fuerte, con más posibilidades económicas y políticas para todos sus ciudadanos.
Quienes han seguido el proceso desde el inicio deben sentir una gran frustración porque el fuerte de los candidatos ha sido el ataque a su rival. En realidad, previo al 8 de noviembre, lo que han proyectado ambos candidatos es un gran espectáculo para los estadounidenses y para el resto del mundo.
Desde el punto de vista internacional, la imagen de EEUU también podría conllevar a serias frustraciones, pues tanto Donald Trump como Hillary Clinton denotan lo que el pueblo estadounidense supuestamente desea para ser gobernado.
¿Qué sabemos de los proyectos de economía y seguridad de la candidata demócrata o el aspirante republicano? ¿Por cuál propuesta nos estamos inclinando?
La mayoría de los votantes basa su decisión en los aspectos negativos del otro candidato y no en las propuestas que hace el de su preferencia.
Sin un plan no puede existir futuro y la realidad es que los votantes, los ciudadanos de la nación más poderosa del mundo, muy poco conocen acerca de hacia dónde los llevará su próximo líder.
El pueblo estadounidense ha sido testigo de una crisis en sus dos principales partidos y habrá que esperar nuevamente cuatro años para ver si los próximos candidatos se concentran más en el deber de servir a su pueblo.
Estados Unidos necesita a un presidente o presidenta que se enfoque en los grandes problemas del país, en las necesidades de su gente común, esos que les dan el poder a los políticos mediante el voto y mediante su trabajo.
Ojalá que el desempeño del futuro presidente de Estados Unidos sea mejor que el que han demostrado durante Clinton y Trump durante sus respectivas campañas. La nación lo necesita y los estadounidenses se lo merecen.