jueves 28  de  marzo 2024
música

¿Se impone el cubatón?

La música es un reflejo del medioambiente en que se desarrolla o desenvuelve el ser humano y la complejidad y velocidad que exige el mundo en que vivimos no deja mucho tiempo a la reflexión y la poesía
Diario las Américas | TONY PINELLI
Por TONY PINELLI

El reguetón es la moda musical del momento en Miami, sobre todo a partir de la nutrida colonia de origen latino, ya que es la ciudad, no sólo de EEUU sino del mundo, con más habitantes no nacidos en el país, la mayoría de países latinoamericanos.

Fundamentalmente en la población joven, nombres como Daddy Yankee, Don Omar, Wisin & Yandel, Maluma, etc., han venido posesionándose en el mercado, pero cuando algunos vaticinaban que el reguetón iba en decadencia, se ha desatado el consumo de la variante cubana del reguetón, al que algunos llaman “cubatón” con éxito extraordinario, con la cotizada presencia de Gente de Zona, Jacob Forever, Eddy K “La Academia”, Baby Lores, Yomil y El Danny, El Micha, Chacal, Yakarta, Desiguales y muchos más establecidos o que vienen subiendo en los ratings de popularidad.

Pero, ¿cómo nos llega?, ¿de dónde sale? Hay que remitirse a los ya lejanos 60, cuando tuvo origen el complejo cultural, que pasó a la historia como “la cultura hip hop”, que nace en el South Bronx neoyorquino, desde finales de esos años y principios de los 70 e incluye no sólo la manera de “recitar” con ritmo, sino el "break dance" y hasta el “grafiti” en muros y trenes como medios de expresión, amén del “look” característico en el vestuario.

La fusión de estilos y costumbres de los afronorteamericanos del Bronx con nutridos elementos puertorriqueños y latinos, más el aporte jamaicano y otras procedencias del Caribe anglófono, le da fuerza y comienza la carrera profesional y el interés de los medios masivos en esas expresiones –ya refiriéndonos al campo de la creación musical– denominadas hip hop o rap, indistintamente, cobrando fuerza y popularidad más allá de las motivaciones y reflejos medioambientales del “barrio”, para llegar a ser consumido con avidez por el gran público.

Vale decir que el término polisémico rap (sus significados más aceptados, es “decir”, “discursear”) proviene del habla inglesa desde el siglo XVI y ya en el XVIII fue incorporado al slang característico de los afroamericanos como definición para “conversar” lo que viene bien para el hecho artístico musical, ya que los raperos, lo mismo conversan, que declaran posiciones y principios en sus obras tanto para agredir como para ensalzar.

En otras ciudades de gran influencia latina en los EEUU como Los Ángeles, se fue desarrollando el género e incluso, se considera el aporte de Senén Reyes, cubano llegado a Los Ángeles con su familia en 1971, quien junto a su hermano Ulpiano Sergio y otros formaron Cypress Hill, en 1988.

Lo cierto es que ya se fue extendiendo, a Las Antillas de habla inglesa, al Japón y a otros muchos lugares, incluyendo los países de habla hispana de nuestra América.

En Panamá, punto de emigración de varias naciones, el reggae en español se une de manera especial con el hip hop en el barrio mayormente habitado por jamaicanos y nace el llamado “reggae town” o “pueblo del reggae” ritmo de origen jamaicano representado por sus emigrantes en el Istmo, lo que ocasiona el término reggaeton o reguetón para definir esa manera de hacer ya entrados los años 80, con artistas como “El General”, Nando Boom y otros, que poco a poco fueron firmados por las disqueras que empezaron a divulgar su música.

De ahí salta a Puerto Rico en los 90, que comienza como un género underground, sin apoyo ni oficial, ni comercial, hasta que “DJ Playero” comienza a vender el primer cassette (Playero 37) oficialmente y ya se empieza a extender por América y posteriormente a otras regiones del mundo.

En Cuba entra por el Oriente del país donde surge “Candy Man” que inmediatamente tuvo el entusiasmo de los jóvenes por un lado y el rechazo en los sectores gubernamentales y musicales.

Rechazo oficial, porque su expresión y contenido, contestatarios por naturaleza, no están de acuerdo con la imagen idílica del joven cubano que la propaganda gubernamental promovió y trabajó para lograr ese sueño del hombre nuevo, continuador de la batalla épica por la conquista del futuro que sólo se ve en los comunicados oficiales. La llamada cultura hip hop, coherente con el mundo capitalista donde surge, es un medio de expresión rebelde hacia los patrones culturales impuestos por el establishment y al trasladarse a Cuba, adopta esas mismas normas y halla las grietas sociales ocultas por el triunfalismo de la prensa y los medios oficialistas y empiezan a cantarle –a veces de la peor forma– a la realidad, saliéndose del noticiero, consabido estandarte de la versión oficial.

En el ámbito musical, un país con la enorme tradición de textos de alto vuelo, creador del bolero, el son, la rumba, el danzón y la trova en general, con melodías de gran belleza e influencias en diversos países, era hasta cierto punto lógico el rechazo a un esquema rítmico repetitivo, con letras muy crudas y consideradas de mal gusto en muchas ocasiones.

Ahora, es importante reflexionar sobre las experiencias vividas en el mundo musical. Cuando Los Beatles salieron al escenario, en Cuba se desató una campaña furibunda en su contra, que conllevó su prohibición en la difusión y otras medidas, francamente exageradas, que en definitiva, terminaron con el paso de los años, en un homenaje a John Lennon a quien se le erigió una estatua y se le dedicó un parque.

A pesar de ya tener una historia significativa, el jazz fue prácticamente limitado al sonido de la Orquesta Cubana de Música Moderna y proyectos importantes, como Irakere, fueron maniatados varios años por la “burrocracia”, para después que lograron presentarse vivir orgullosos de los jazzistas y desarrollar concursos como “Jojazz” y reconocer que el Festival “Jazz Plaza” es uno de los eventos más importantes del país.

Con la nueva trova y la timba, la más reciente expresión bailable, ocurrió lo mismo. La norma es atacar, sin siquiera analizar. Hasta que las expresiones genéricas o estilos van venciendo las prohibiciones, porque si con algo no ha podido la dictadura cubana es con las variantes religiosas y las expresiones artísticas, a pesar del valioso tiempo que se desperdicia en prohibir y perseguir.

Ya el rap había sido aceptado con ciertas limitaciones, porque las críticas eran demasiado duras, sobre todo con Aldeanos, verdaderos ídolos underground de la juventud cubana, prohibidos terminantemente en la difusión por su posición contestataria; otras entidades de rap, como Amenaza, Orishas, SBS, Cubanitos 20-02, entre otros, que ya comenzaban a usar estribillos con mayores elementos musicales y eran menos agresivos, fueron contratados por empresas internacionales, cuando el gobierno cubano permitió la iniciativa privada extranjera, no cubana, en el territorio nacional, comenzando una interesante fusión con elementos rítmicos cubanos, que comenzaba a inclinarse al cubatón de hoy.

En esa época se realizó en el país una apertura en lo referente a invertir los dólares o moneda fuerte que los músicos ganaban en el exterior, contratados por empresarios internacionales a través de los mecanismos ya creados al respecto, lo que trajo una serie de críticas a la modalidad bailable de la timba, tanto por los textos que fueron considerados chabacanos, como por la ostentación, pues los integrantes de las orquestas populares compraban automóviles en USD o euros, a su regreso de los viajes, de forma autorizada y a los altos dirigentes les molestaba que músicos de orquesta recorrieran las calles de La Habana con sus flamantes autos de marca, sus cadenas de oro y su vistoso vestuario, adornados por bellas compañías, mientras ellos que representaban al poder, andaban en sus Ladas soviéticos.

Fue entonces que el Ministro de Turismo Manuel Marrero envió una carta a sus dependencias prohibiendo la actuación de las orquestas de música bailable en los hoteles de primera porque “atraían a prostitutas y delincuentes”, como si fuera culpa de las orquestas que existiera ese tipo de personas y no de la depauperación del proyecto gubernamental.

En ese momento, fue que el reguetón accede a los escenarios turísticos de mayor remuneración, donde la entrada era en USD y posteriormente en el llamado CUC, la moneda “fuerte” cubana sustituta del discriminado peso. Los programadores de esos espectáculos, se sorprendieron de que se lograba lleno completo con dos o tres artistas y un técnico, maniobra más cómoda que manejar una orquesta de 15 músicos, más utileros, managers, complejo sistema de audio, etc. y además la carta de veto no prohibía a otras manifestaciones, sólo la timba, aunque hubo otros grupos no timberos que fueron eliminados de la programación porque atraían mucho público (?).

Así sube de nivel el consumo de reguetón y llega a los lugares de más fácil acceso para público de poder adquisitivo y empresarios cazadores de talento, de los que visitan Cuba de vez en cuando, conocedores de la leyenda musical de la Isla. (Hay que decir que los reguetoneros no le han hecho un busto de agradecimiento al pobre ministro, promotor del género).

Ante el éxito obtenido y la correspondiente ganancia del cobro por el cover, es decir, por la entrada al show, ya empieza a crecer más aún la fama de los reguetoneros, porque desde la época del rap, estos muchachos, utilizando ordenadores personales, tarjetas de audio y video prestadas, grabando en lugares inverosímiles, crearon una industria del disco paralela y en los puestos de venta particulares en varias zonas de La Habana, Ud. encontraba los discos de raperos y reguetoneros “quemados” con los números de moda, o la última “tiradera” como llamaron a las controversias “rapeadas”, que fueron mejorando sus portadas, hasta que ya empezaron las contrataciones de alto nivel con empresas discográficas extranjeras y nacionales, a pesar del persistente rechazo oficial.

Al mismo tiempo, debido al éxito, que siempre es sinónimo de viajes al exterior y remuneración, músicos instrumentistas y arreglistas de calidad comenzaron a acercarse e incrementaron la calidad de sonido, aunque se da el caso de jóvenes de talento que –increíblemente– utilizando softwares afines, como “Fruity Loops” y similares que traen samplers de diversos instrumentos que emplean por sistemas “midi”, de forma autodidacta o como ellos mismos califican: “cacharreando”, hacen arreglos de reguetón sin saber armonía o escritura musical.

Ya en este escenario, llega la reanudación de relaciones entre Cuba y Los Estados Unidos y tras la visita del tercer descubridor de Cuba: Barak Obama (el primero fue Cristóbal Colón, y el llamado “segundo descubridor” fue Alexander Von Humboldt, el gran naturalista) que pone a Cuba de moda en el mundo entero, la presencia de los reguetoneros cubanos se vuelve habitual en Miami, grandes empresarios contratan en exclusiva a reguetoneros cubanos, sube impresionantemente el pago por actuación, se abre una emisora con el cubatón como línea central, y se vuelve moda, no la música cubana –como dicen algunos– sino la música que está de moda en Cuba, ya que el inmenso complejo musical cubano no puede reducirse a un género, estilo o lo que fuere.

No debe satanizarse ninguna expresión musical, la producción en un género incluye obras buenas y malas, como ha pasado en todas las modalidades. La música es un reflejo del medioambiente en que se desarrolla o desenvuelve el ser humano y la complejidad y velocidad que exige el mundo en que vivimos no deja mucho tiempo a la reflexión y la poesía, mucha gente prefiere “desconectar” y dar rienda suelta a su energía, sin protocolos y ceremonias y el cubatón, sirve muy bien para eso.

Artistas importantes de la vida musical en otros géneros han invitado a reguetoneros a grabaciones conjuntas, porque al ser profesionales, se dan cuenta de que no hay que prohibir ni censurar, sino sumar en pro de un segmento de público creciente e importante.

¿Qué cuánto va a durar? Seguirá mientras haya consumo, hasta que pase la moda y quede como referencia de una época, como ha pasado con otras formas de hacer música que antecedieron al cubatón, reguetón o lo que sea. A los que no les guste, tendrán que refugiarse en el portento de la música grabada y los espectáculos de otro estilo, porque no cabe duda: el cubatón está de moda.

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