CARACAS.- El 20 de mayo se anunció como un punto de inflexión en la historia de Venezuela. El detonante que elevaría la crisis a niveles jamás vistos. El hecho que abriría las puertas al esperado desenlace de la pugna por el poder. Sin embargo, a un mes de las cuestionadas elecciones presidenciales que atornillaron a Nicolás Maduro en el palacio de Miraflores, aquí no ha pasado nada.
Maduro sacudió parcialmente su gabinete ejecutivo, colocando a las mismas fichas en diferentes puestos, y excarceló a un grupo de presos políticos, pero continúa sin ejecutar los cambios que prometió en campaña para combatir la hiperinflación, la escasez de alimentos y medicinas, el colapso de los servicios públicos y el auge de la violencia criminal.
La oposición no termina de arrancar. Dividida y desmovilizada, no ha logrado darle conducción y contenido político a la protesta social. A esta fecha todavía tiene pendiente definir su estrategia, presentar su proyecto de país y promover a un liderazgo que conecte nuevamente con las mayorías.
Frente a la parálisis de la dirigencia, lo único que se mueve es la gente. Unos para reclamar en la calle la vulneración de sus derechos y otros –cada vez más- para abandonar Venezuela huyendo de la debacle nacional.
El diputado de la Asamblea Nacional, Juan Güaidó (d), habla durante una rueda de prensa convocada por la Mesa de la Unidad (MUD) junto al presidente del Parlamento, el diputado Omar Barboza.
El diputado de la Asamblea Nacional, Juan Güaidó (d), habla durante una rueda de prensa convocada por la Mesa de la Unidad (MUD) junto al presidente del Parlamento, el diputado Omar Barboza.
EFE
“El sistema político venezolano tiene una dinámica inercial desde hace meses, con la derrota social y represiva de la oposición, y la imposición de la Asamblea Nacional Constituyente (ANC), pasando por la desmovilización social y electoral”, observa el politólogo Guillermo Aveledo Coll.
Aveledo Coll asegura que “las diversas facciones de la oposición” aún no superan el debate sobre la participación electoral. Luego de cantar fraude en los comicios de la ANC y las regionales de octubre de 2017, la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) dio por cerrada la vía electoral y llamó a la abstención el 20 de mayo; no obstante, añade el profesor, todavía existen voces que lamentan no haber sabido utilizar ese proceso para encender la protesta, conquistar mejores condiciones o provocar un quiebre en el seno del chavismo.
El académico considera que en el campo opositor sienten que no han podido capitalizar el descontento con la gestión de Maduro. “Pero el caso es que el 20 de mayo iba a tener este desenlace de cualquier modo, dado el control social impuesto con los CLAP (bolsas de comida que vende el gobierno a precios subsidiados) y el empobrecimiento de la sociedad”, estima el analista.
Ahora todos apuntan a la cúpula de la oposición, tachada de incapaz y hasta colaboracionista. “Se enfatiza mucho el déficit de liderazgo, comparándolo negativamente con otras épocas, pero toda la dirigencia vive bajo restricciones”, subraya Aveledo Coll, refiriéndose a la persecución desatada por un gobierno que encarcela, destierra e inhabilita a sus adversarios.
Diosdado Cabello
El chavismo avanza en su estrategia totalitaria y recientemente designó presidente de la fraudulenta Asamblea Nacional Constituyente (ANC) de Venezuela, el chavista Diosdado Cabello.
EFE
Dura lección
La oposición defendía dos rutas para alcanzar su objetivo. Voto y calle era la consigna. Y ambas vías han quedado sepultadas. La represión de 2017, con su saldo de más de 120 muertos, miles de lesionados y cientos de detenidos, apagó la calle. Y el voto también ha sido liquidado por un sistema que Occidente, encabezado por Estados Unidos y la Unión Europea, ha calificado como fraudulento y desequilibrado.
“Los debates de la MUD [Mesa de la Unidad Democrática] y otros sectores de la oposición en el último año muestran la incapacidad de los partidos para plantearse una estrategia alternativa a la electoral”, recalca el sociólogo Luis Gómez Calcaño, quien enfatiza que los principales partidos opositores “no han logrado aprender a movilizar sobre otras bases”.
Gómez Calcaño indica que esa “incapacidad” se ve reflejada en el llamado Frente Amplio Venezuela Libre, conformado por la MUD, organizaciones de la sociedad civil y representantes del chavismo disidente. “Son muchas más las protestas espontáneas que las organizadas por el Frente Amplio. Y esta debilidad para movilizar es un síntoma de la desconexión con las bases”, afirma el profesor de la Universidad Central de Venezuela.
En cuanto al chavismo, el investigador percibe un giro “hacia un mínimo de medidas de racionalización: los ajustes del precio de las remesas, el nombramiento de un nuevo presidente del Banco Central de Venezuela, y la liberación, aun limitada y mezquina, de algunos presos políticos”.
“Son tanteos probablemente exigidos por los cuadros oficialistas militares y civiles que, a diferencia de las cúpulas, tienen que enfrentar cada día los reclamos, el desprecio y hasta el odio de aquellos que deberían estar controlando. La lección de la abstención del 20 de mayo también ha resonado para el régimen, por más que Maduro parezca no haberla oído”, concluye Gómez Calcaño.