LA HABANA - El huracán Melissa tocó tierra en Jamaica el martes con la fuerza de un huracán de categoría 5, la máxima de la escala Saffir-Simpson. Con vientos feroces y lluvias torrenciales, es la tormenta más poderosa que jamás haya golpeado esa isla caribeña.
Melissa ya provocó diez muertes —tres en Jamaica, tres en Haití, tres en Panamá y una en República Dominicana.
Según el Centro Nacional de Huracanes (NHC), Melissa salió de Jamaica y se dirige ahora a Cuba, donde se espera que azote por la noche en el este del país. Las autoridades declararon el "estado de alarma" en seis provincias: Granma, Las Tunas, Camagüey, Santiago de Cuba y Guantánamo.
Duany vive frente al mar en playa Siboney, una localidad a 15 km de Santiago de Cuba. Dice que lo perdió todo en 2012, cuando Sandy golpeó Cuba, una isla de 9,7 millones de habitantes.
"Que no nos haga tanto daño", ruega la mujer de 82 años a la Virgen del Cobre, la patrona de Cuba.
El martes por la mañana fue evacuada a una vivienda en la parte más alta de la localidad, pero más tarde decidió volver.
"Me da miedo, pero más miedo me da estar fuera de mi casa y que todo lo poquito que yo tengo se lo lleve como pasó con Sandy, y después no me dan nada, ni una bolsa de cemento", dice caminando de regreso.
Zonas seguras
El dictador Miguel Díaz-Canel, con su uniforme militar, presidió desde La Habana el Consejo de Defensa Nacional que coordina los preparativos.
"Queremos una vez más insistir en la magnitud de este evento, en la necesaria comprensión de la población del riesgo que significa" la intensidad de sus vientos por encima de 260 km por hora, alertó en un mensaje televisado dirigido al país.
"Pedimos una vez más a toda nuestra población que se ubique en zonas seguras para enfrentar este huracán", indicó.
"Evacuaciones"
Bajo una lluvia torrencial y cargados con sus pertenencias, los residentes de Playa Siboney y de poblaciones aledañas fueron evacuados en camiones y vehículos militares.
En Cañizo, otro poblado cercano, la doctora Lisania Sánchez, delegados locales y militares recorrieron casa por casa tratando de convencer a las familias de salir.
"La orden era evacuar a todos los habitantes" de pueblos costeros, dijo esta médica apurada.
Entre una densa vegetación, las familias caminaban por senderos estrechos y resbaladizos por el barro para ubicarse en sitios seguros, alejados de la costa y de sus hogares, muchos construidos con maderas o láminas de zinc.
Visiblemente angustiados, algunos llorando, se apiñaban en autobuses abarrotados que los sacaban de la zona. Sosteniéndose de las barandillas, apretaban sus bolsas con pocas pertenencias.
En Santiago de Cuba, la segunda ciudad más grande del país, los cubanos corrían para abastecerse de alimentos no perecederos, velas, baterías y todo lo que pudiese ayudar a enfrentar el huracán.
"Hemos comprado pan, espaguetis, picadillo. Este ciclón se las trae, pero vamos a salir de esto", afirmó una cubana.
"Cortes eléctricos"
Se esperan cortes de combustible y electricidad. Los residentes llenaron bidones y cubos antes de que se interrumpa el bombeo de agua, ante el anuncio oficial de cortar la luz una vez que los vientos superen los 60 kilómetros por hora.
En el parque principal de la ciudad, el silencio sustituyó al habitual bullicio.
Dos potentes huracanes, Rafael y Oscar, golpearon el oeste y este de Cuba en octubre y noviembre del año pasado, provocando ocho muertes y cuantiosos daños materiales.
FUENTE: Con información de AFP