ESPECIAL
@FloresJudith7
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MIAMI.- Desde hace dos meses vivían a oscuras, les cortaron el servicio eléctrico por falta de pago, tampoco habían logrado reunir todo el dinero para pagar el arrendamiento del mes de febrero. Es la casa donde se refugian en Costa Rica más de cincuenta nicaragüenses que huyen de la represión del régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo.
Gracias a la solidaridad de compatriotas residentes en Estados Unidos y Canadá, y con los pocos recursos que esos refugiados logran conseguir con su trabajo, acaban de juntar los recursos para pagarse el techo por otros 30 días.
Se trata de uno de los refugios más grandes en San José, Costa Rica, que recientemente le bautizaron como casa Masaya, porque la mayoría de desplazados provienen de ese departamento, que ha sufrido uno de los mayores embates de la represión gubernamental que ha dejado al menos 35 muertos.
Casa Masaya alberga a diez mujeres, once niños y 34 hombres, y se espera se integren otros ocho desplazados durante el fin de semana. Unos duermen en colchonetas en el piso, otros sobre cartones, pero se sienten agradecidos de pernoctar bajo techo.
Y es que no todos los nicaragüenses desplazados tienen esa oportunidad, muchos duermen en las calles o en el parque La Merced, en la capital San José.
Los desplazados han optado por dejar atrás en su país natal, familias, casa y trabajo, para resguardar sus vidas. La dictadura Ortega-Murillo, les acusa de “terroristas” y “golpistas” por demandar el retorno de la democracia en Nicaragua. La respuesta del régimen contra ellos ha sido persecución, cárcel y plomo, eso ha conllevado que más de 50.000 nicaragüenses hayan emigrado, al menos 45.000 han solicitado refugio en Costa Rica, en los últimos diez meses, desde que inicio la crisis en Nicaragua en abril de 2018.
El saldo de los enfrentamientos entre la población pacífica y las fuerzas del régimen supera los 325 muertos y más de 600 presos políticos a manos de la Policía y grupos paramilitares financiados por el gobierno.
El coordinador del refugio en Costa Rica, a quien por razones de seguridad identificaremos sólo como Silvio, es un perseguido político; el régimen lo ha condenado en ausencia a 20 años de prisión.
“Ya estaba por tirar la toalla, íbamos a cerrar el refugio porque no habíamos conseguido todo el dinero para pagar la casa”, dijo Silvio, un convencido de que Dios no desampara y actúa en el momento oportuno.
El costo de la casa de ocho habitaciones, en la que duermen unas siete personas por aposento, tiene un costo de 1,400 dólares mensuales. Antes una organización les ayudó a pagar la renta por un periodo de tres meses, pero el plazo terminó.
Josefa, una periodista nicaragüense, arribó a Costa Rica el pasado 19 de enero, huyó de su país porque contra ella pesa una orden de captura, el régimen la acusa de conseguir el financiamiento para los tranques en la ciudad de Masaya.
Al ver la extrema necesidad en que viven los desplazados en el refugio que le abrió las puertas, decidió buscar ayuda en Miami, y la Fundación Unidos por Nicaragua, le proporcionó el 25 por ciento del dinero de la renta. Con ello garantizan albergue por un mes. Josefa y Silvio enviaron un video a la mencionada fundación para demostrarles las condiciones en que viven, solo gestionaban recursos para pagar el arriendo, pero la Fundación decidió pagar los dos meses del servicio de electricidad que adeudaban.
El 75 por ciento del dinero lo consiguieron tocando puertas con nicaragüenses radicados en Canadá, el otro 25 por ciento salió del aporte de los residentes del refugio que tienen trabajo.
César Lacayo, representante de la Fundación Unidos por Nicaragua, dijo que la misión de la organización es proveer ayuda humanitaria a los nicaragüenses desplazados en Costa Rica que huyen de la represión.
La Fundación provee alimentos a más de 200 personas refugiadas en Costa Rica, ayuda económica a madres de presos políticos en Nicaragua y para las que se han refugiado en Costa Rica, también asistencia a heridos durante las protestas en Nicaragua, y útiles escolares para cien niños.
Lacayo ha viajado dos veces a Costa Rica y sostiene que las necesidades de los desplazados son muchas y la ayuda no alcanza para todos, por eso insta a la solidaridad para contribuir a cubrir las necesidades básicas de los refugiados.
Silvio asegura que el alimento diario con que se sostienen es arroz y frijoles; explica que al menos para los niños quisieran conseguir leche y colchas para cubrirlos del frío. Las edades de los niños menores oscilan desde los dos meses de nacido hasta los once años.
Los refugiados solo piden ayuda para mantenerse bajo resguardo, mientras tratan de conseguir un empleo para sostenerse hasta tanto puedan volver a una Nicaragua libre de dictadura.
Si desea ayudar a los nicaragüenses alojados en el refugio casa Masaya, puede hacerlo mediante un depósito en la cuenta de la Fundación Unidos por Nicaragua, habilitada en Wells Fargo Bank con el número 8531846411, y especificar que el donativo es para Casa Masaya.