@pppenaloza
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CARACAS.- Pocas cosas más manoseadas en el debate político venezolano que el concepto de “independencia”. Mientras el régimen chavista la reivindica permanentemente afirmando que retoma la bandera de una gesta inacabada para derrotar a los imperios del siglo XXI, la oposición denuncia que la revolución bolivariana la ha mancillado al entregarle el país a la Cuba de los hermanos Castro.
Así se llega a este nuevo 5 de julio para celebrar los 207 años de la firma del acta de nacimiento de la República venezolana. Una fecha que no pierde actualidad, según explica Elías Pino Iturrieta (Maracaibo, 1944), numerario de la Academia Nacional de la Historia y editor adjunto del diario El Nacional. Porque, dicho con fervor o con sarcasmo, aquí siempre “tenemos patria”.
- ¿Qué significado puede tener para los venezolanos en este momento la fecha del 5 de julio de 1811?
- La fecha remite a una decisión fundamental: la decisión de ser libres. No es una declaración temporal, sino permanente, un credo sin confines. En consecuencia, puede conminarnos hoy a cumplir la promesa de autonomía y de republicanismo proclamada por los padres fundadores y a la que se debe acudir cuando los valores del nacimiento corren peligro. Si los chavistas aseguran que la independencia no ha concluido, ¿no podemos afirmar lo mismo desde el seno de la oposición?
- El chavismo se ha adueñado de todas las fechas patrias como el 5 de julio, dándole su propia interpretación en el marco de su proyecto político. ¿Podría decirse que el chavismo utiliza las glorias del pasado para profundizar la división y la polarización del presente?
- Sin duda. Manejan la historia como arma de división. Los próceres no nos juntan, nos dividen. La causa fundamental se parte en fragmentos. Hay patriotas buenos y patriotas malos. Esa es la estrategia del chavismo: la memoria, que antes aglutinaba, ahora es banderiza y puesta a su exclusivo servicio. Así lo pensó Chávez y así lo hacen sus seguidores de la actualidad. No solo en las arengas callejeras, sino también en los manuales escolares, lo cual debe preocuparnos sobremanera porque así inoculan un veneno indeseable en la sensibilidad de las nuevas generaciones.
- El gobierno se aprovecha de estas fechas para condenar las sanciones impuestas por Estados Unidos y la Unión Europea contra altos funcionarios venezolanos. ¿Los patriotas del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) libran una nueva batalla contra los imperios del mundo?
- Hablan de una segunda independencia, lo cual significa que la anterior, la primera, no sirvió para mayor cosa, fue inacabada y ellos harán la hazaña de completarla. A ese discurso le conviene meter el diablo imperialista porque, sin su presencia, no hay segunda independencia, no hay nuevas batallas en laureles florecidos. Si la independencia de 1811 fue contra un poder que se consideró extranjero, la segunda, la de los chavistas, encuentra en los Estados Unidos el rival que debe unirnos contra el mal. Lógica primitiva, desde luego, pero parece que les funciona. Si no hay un enemigo poderoso y horrible, no hay segunda independencia y se quedan sin discurso. Así de simple.
- ¿No es una contradicción que en la actualidad el acto más relevante de una fecha como el 5 de julio sea un desfile militar?
- La celebración militar del 5 de julio no es una invención chavista. Se inicia en los actos del Centenario, durante la dictadura de Gómez, y sigue sin solución de continuidad hasta nuestros días. Chávez y el PSUV contaban con esa tradición, que ahora adornan con las arengas de ocasión y con una supuesta participación popular. A nadie le parecieron terribles los desfiles anteriores, por cierto, con todo lo que tenían de impostación y falsedad.
- ¿La independencia de Venezuela es una cosa exclusivamente de militares? Pareciera que los civiles no aportaron nada para lograr la independencia.
- La independencia fue una guerra y los militares la ganaron. Por lo tanto, que ocupen lugar privilegiado en los altares del culto patriótico o patriotero no nos debe sorprender. Merecen muchos nichos en esos altares, por las batallas triunfales y porque tenían que pasarle factura a la posteridad por la sangre derramada. Sin embargo, las ideas fueron de los civiles, que eran los únicos que las tenían en los principios del siglo XIX, cuando nos independizamos de España, pero los civiles también tienen muchos de esos nichos en nuestro superpoblado panteón, o no les han faltado.
El problema radica en que, en los últimos tiempos, los homenajes a los milicos son hiperbólicos, y por si fuera poco, aparecen acompañados por cierto tipo de civiles escogidos con pinzas que vienen a ser los ideólogos marxistas, los autores “revolucionarios” y personajes de poca monta que descubrieron en la periferia de la epopeya y los han puesto a ocupar lugares céntricos. Todos los panteones son políticos, todas las estatuas salen de intereses políticos, y esto hay que tenerlo en cuenta a la hora de hacer el inventario de nuestras estatuas adornadas de charreteras y levitas.