jueves 28  de  marzo 2024
CUBA

Emprendedores cubanos hacen oposición por partida doble

Los activistas políticos critican que los llamados emprendedores no manifiesten abierta y públicamente su enfrentamiento al régimen de los Castro
Diario las Américas | IVÁN GARCÍA
Por IVÁN GARCÍA

LA HABANA.- Mientras varios dueños de negocios de la isla se conectaban a internet en el lobby del hotel EB Miami, a poca distancia del Aeropuerto Internacional, y otros bebían cerveza a nueve dólares en la barra del bar, un abogado disidente cubano que hace más de una década radica en Puerto Rico y un exprisionero político del régimen de Fidel Castro, intentaban comprender la nueva dinámica social que se vive en Cuba.

En el variopinto grupo de participantes en el evento Cuba Internet Freedom, organizado por la OCB (Office of Cuba Broadcasting) y que durante los días 7 y 8 de noviembre sesionó en Miami AD School, escuela de arte del pintoresco barrio de Wynwood, se encontraban programadores de software y aplicaciones, analistas económicos independientes, dueños de pequeños negocios gastronómicos y el director de una revista digital de gamers cubanos.

Desde luego también participaron activistas políticos como Eliecer Ávila, del Proyecto Somos Más; Rosa María Payá, de Cuba Decide; Rolando Rodríguez Lobaina, de Palenque Visión, y Ailer González, de Estado de Sat. Asimismo asistieron realizadores de audiovisuales y periodistas independientes abiertamente anticastristas, pero el grupo de emprendedores cubanos, jóvenes muy bien preparados, desprejuiciados y con un enfoque más económico que político, generó sentimientos encontrados no solo en un segmento del exilio histórico que sufrió en carne propia la represión severa, fusilamientos de parientes o amigos y muchos años de cárcel, sino también entre algunos opositores, convencidos de que la fórmula para derribar al régimen de los Castro son las marchas callejeras o escribir la palabra Plebiscito en las boletas de las elecciones donde se elegirán a los delegados del Poder Popular.

Debates apasionados, a veces subidos de tono, o las habituales acusaciones de tildar de agente de la Seguridad del Estado a cualquier persona que critique a la oposición o piense diferente, más que propiciar el diálogo, levanta un muro de intransigencia. A Yaima Pardo, documentalista independiente de calibre, le dejaron un mal sabor las quejas de un sector del exilio que los tachan de 'apolíticos' por no acusar frontalmente a la autocracia verde olivo.

“El solo hecho de venir y participar en foros considerados por el Gobierno como contrarrevolucionarios, es un paso importante. No tenemos por qué pensar igual que la disidencia. Reconozco el dolor de un segmento del exilio, pero son otros tiempos. Mi meta es vivir en una sociedad donde la libertad de expresión no sea un delito. Todos queremos lo mismo, una patria mejor, pero están siempre atacando a quienes tenemos opiniones diferentes”, expresó la documentalista.

Yodalys Sánchez, copropietaria junto a su tío de la paladar [restaurante privado] Doña Carmela, contigua a la fortaleza San Carlos de La Cabaña, prefiere hablar de lo complejo que resulta triunfar en materia de negocios en Cuba.

“Tengo 30 trabajadores y las ventas se comportan muy bien. Hemos crecido a base de creatividad a pesar del acoso de las instituciones estatales. En Cuba todo es difícil: desde conseguir los alimentos y condimentos para preparar el menú del día, hasta tener que pagar impuestos insostenibles. Claro que me interesa un mejor futuro para mi país, pero lo que no me gusta es que haya cubanos de Miami y de la isla, que consideran que para demostrar algo, tenemos que hacer declaraciones públicas en contra del Gobierno. Ésa no es mi tarea”, acotó Yodalys.

Probablemente la frustración del exilio histórico, compatriotas que llegaron a Miami con un maletín de mano y la billetera vacía y que después de haberles confiscados sus propiedades o negocios, pensaron que el plazo de la emigración sería breve, les nuble la capacidad de discernir. La emoción puede más que la sensatez. Pero ellos no emigraron por problemas económicos. A ellos prácticamente los obligaron a marcharse de su patria, en muchos casos tras haber sido prisioneros políticos y sus vidas haber corrido peligro.

Pero la Cuba actual difiere bastante de aquélla de los primeros años de la revolución castrista. Sí, es cierto, todavía gobierna un régimen que cercena los derechos esenciales de cualquier democracia moderna. Pero la caída del comunismo soviético, combinado con la presión internacional de países occidentales, el aumento de la disidencia interna y la existencia de una incipiente prensa libre, los ha obligado a ceder en el terreno económico.

Aún es poco. Con demasiados controles y el condicionamiento de que los pequeños negocios privados no pueden hacer mucho dinero, algo aberrante: cómo pedirle a un cuarto bate que solo toque la bola.

Incluso en el terreno político existe un repliegue. Apalean a las Damas de Blanco y opositores de barricada de la Unión Patriótica de Cuba (UNPACU) en la región oriental o prohíben de manera ilegal que disidentes se postulen a candidatos para delegados de barrio, pero los pelotones de fusilamiento se han sustituido por detenciones breves y la gente de a pie va perdiendo el miedo y libremente critica en las calles el estado de cosas en Cuba.

En ese complejo panorama, más de 200 periodistas cubanos sin mordaza escriben para medios y sitios radicados en la Florida, Madrid o La Habana. Y en la isla existe tantos grupos disidentes e iniciativas independientes de todo tipo, que uno pierde la cuenta. Hace 20 años, nada de eso era posible sin pasar por la prisión.

En una dictadura, su debilidad o retroceso, se mide por esas pequeñas victorias alcanzadas en medio de la represión intensa. Y sí, hoy el castrismo es más frágil que hace dos décadas. Tiene menos control social y gracias a internet ya no puede manejar la información a su antojo. Por doquier hace agua el totalitarismo caribeño.

En mi opinión, no es la disidencia la que va a llevar al régimen a pactar con su pueblo y abrir la talanquera. Serán los emprendedores privados con sus exigencias los que propiciarán el anhelado cambio.

Cuesta creer que dentro de las filas de la oposición y del exilio, quienes siempre blandieron el arma de la empresa privada, ahora juzguen con reservas al sector más pujante. Junto al marabú, es de lo poco que crece en la isla.

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