martes 4  de  febrero 2025
BRASIL

Fin de la fiesta olímpica, llegó la hora de despertar

La resaca olímpica traerá en breve de vuelta los inmensos problemas que atraviesa Brasil, un poco olvidados durante la "burbuja" del evento. Dilma Rousseff será previsiblemente destituida de su cargo en las próximas semanas

RIO DE JANEIRO.- La "canarinha" ganó el anhelado oro olímpico en fútbol y Brasil cerró "sus" Juegos con récord de medallas, pero para el gigante sudamericano llegó también la hora del despertar: el regreso a la crisis.

La resaca olímpica traerá en breve de vuelta los inmensos problemas que atraviesa Brasil, un poco olvidados durante la "burbuja" del evento. La presidenta, Dilma Rousseff, será previsiblemente destituida de su cargo en las próximas semanas y el Gobierno de Michel Temer se instalará definitivamente en el Ejecutivo con su legitimidad cuestionada.

Ya durante los Juegos cientos de manifestantes se volcaron a las calles para protestar contra el impopular vicepresidente de Rousseff, ahora enemigo declarado de la mandataria.

El grito de "Fora Temer" ("Fuera Temer"), se oyó incluso en muchas arenas deportivas, con una pitada monumental durante la ceremonia de apertura de los Juegos en el estadio Maracaná como momento culmen. El domingo, el presidente interino no asistió a la gala de clausura en el Maracaná para evitar un abucheo similar.

El Gobierno de Temer seguirá teniendo una montaña de problemas por afrontar: el retroceso de su hace unos años aún boyante economía -el Fondo Monetario Internacional prevé en su último informe una contracción de 3,3 por ciento del Producto Interno Bruto brasileño para 2016-, el descrédito de las élites políticas y económicas por los escándalos de corrupción y crisis aún no superadas como el brote de zika.

Los últimos turistas olímpicos, gran motor financiero y de ánimo durante la "burbuja" de los Juegos, deben ir dejando Río de Janeiro a partir de hoy. Fueron más de 540.000 visitantes del extranjero los que llegaron a la ciudad carioca en las últimas seis semanas, según las cifras de la autoridad brasileña de turismo, Embratur.

Y el despertar será duro, cree la mayoría de analistas. "Los problemas de Brasil son demasiado profundos como para obtener un impulso de los Juegos Olímpicos", señalaba en su último informe la consultora de fondos de inversiones internacional Robeco, con sede en Holanda, especializada en valorar los flujos inversores.

"Los retos que enfrenta el país este año son mucho más grandes que cualquier efecto positivo que las Olimpiadas pudieran aportar", consideró la empresa, tajante.

También Río de Janeiro afronta retos descomunales. El estado de Río pudo afrontar los Juegos sólo gracias a un préstamo extraordinario del Gobierno central de 2.900 millones de reales (unos 830 millones de dólares), después de que las autoridades estatales declararan la situación de "calamidad pública", equivalente a la emergencia financiera.

Pero los problemas de Río, castigado por la pérdida de los ingresos del golpeado sector petrolero, se acumulan más allá de los Juegos. Universalizar el sistema de agua y desagüe en Río requerirá una inversión de más de 26.000 millones de reales (unos 8.100 millones de dólares) en los próximos 30 años, señalaba por ejemplo el portal "O Globo" citando a una consultora.

El fin de fiesta brasileño tendrá su dramático acto de apertura ya en los próximos días. El juicio político contra Rousseff, suspendida del cargo desde el 12 de mayo, debe empezar el próximo 25 de agosto.

Y las intrigas que han hundido la imagen de la clase política brasileña durante el último año hacen prever que la primera presidenta mujer del país se despedirá de forma prematura e ignominiosa del cargo, posiblemente ya en los primeros días de septiembre.

Será el Senado, que ya votó con clara mayoría a favor de su suspensión en mayo, el que decidida sobre la destitución definitiva de la mandataria. Si se repite el voto de hace unos días, cuando 59 senadores apoyaron la apertura del juicio final y sólo 21 se pronunciaron en contra, el destino de Rousseff estará sellado. Para su destitución se necesita una mayoría de dos tercios.

Ya durante el primer voto contra la presidenta en la Cámara de Diputados en abril -el paso previo al Senado-, las imágenes de los tumultos en el pleno y las palabras del parlamentario de ultraderecha Jair Bolsonaro elogiando a los torturadores de la joven Rousseff durante la dictadura militar (1964-1985) dieron la vuelta al mundo.

"Nunca tuve miedo de eso. Aguanté tensiones mucho mayores en mi vida", aseguraba una combativa Rousseff hace unos días de cara a la presentación de su defensa en el Senado. El drama brasileño está por comenzar.

FUENTE: dpa

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