Iris Ramírez
Iris Ramírez
Especial
@IrisRami
TEGUCIGALPA.- Honduras está viviendo momentos de suma tensión. Cada día los hondureños amanecen en un ambiente de total incertidumbre: Las protestas, bloqueos de calles y carreteras, así como la quema de llantas y los saqueos, se están convirtiendo en algo usual en el país centroamericano, que está sumido en un crisis que parece no terminar.
Lo que ha llevado a esta nación a la convulsión social no es solamente el conflicto de los sistemas de salud y educación con el gobierno, a ello se sumó el miércoles de esta semana el cierre de las principales vías de acceso a las ciudades más grandes, como la capital Tegucigalpa, San Pedro Sula, La Ceiba, Olancho y Choluteca, entre otros.
Como si lo ya narrado fuera poco, ese día se paralizó el transporte de carga pesada, lo que provocó un desabastecimiento de combustible en todo el territorio nacional; además un 10 por ciento de la Policía Nacional, o sea unos 3.000 policías “cobras” y “tigres”, se declaró en huelga de brazos caídos, quejándose de malos tratos, bajos salarios, falta de seguro médico, acoso sexual y laboral de sus elementos femeninos; además aclaraban que ya no estaban dispuestos a aceptar más órdenes de sus superiores para reprimir al pueblo que se encuentra en las protestas.
Una noche caótica
Si durante el día el ambiente estaba pesado, la noche fue caótica. Desde tempranas horas las filas en las estaciones gasolineras eran interminables, pues los carros cisternas con combustibles se encontraban varados por las tomas y en paro porque también ellos tenían sus exigencias al gobierno.
La gente salió a las calles, quemó neumáticos, hubo saqueos de comercios, incendiaron un restaurante de comida rápida. Las calles estaban sin resguardo, porque parte de la policía estaba en huelga, atrincherada en sus cuarteles y leyendo comunicados en los que invitaban al pueblo a hacer protestas pacíficas. “Reiteramos nuestro apoyo al pueblo, ya que nosotros somos parte de él y nos beneficiamos de las causas por las cuales ellos están luchando”, dijo un militar, con el rostro cubierto con un pañuelo negro. “Le reiteramos al gobierno que nuestra postura es firme y que no vamos a reprimir más al pueblo hondureño, que busquen una solución mediante el diálogo”, finalizaba unos de los boletines firmados por la Escala Básica de la Policía Nacional.
Fue una noche en que privó la inseguridad, la violencia, el vandalismo y el desorden social; hubo tomas en todos y cada uno de los 18 departamentos del país, siendo los lugares más afectados Tegucigalpa y San Pedro Sula: El resultado: 22 heridos y dos muertos, en la capital.
Los ciudadanos, celular en mano, captaron los tristes escenarios y narraron como los guardias de seguridad de las tiendas fueron desarmados, rompieron las puertas de las tiendas y se llevaron todo lo que había.
A la media noche del miércoles el presidente Hernández y representantes del Instituto Hondureño del Transporte terrestre, anunciaron en conferencia de prensa que ya habían llegado a un acuerdo con los transportistas de carga pesada.
A la media noche del jueves, también mediante conferencia de prensa, se anunció que ya el conflicto con la fuerza de élite, Cobras y Tigres, de la Dirección Nacional de Fuerzas Especiales de la policía, había concluido, gracias a intervención del Comisionado Nacional de los Derechos Humanos (CONADEH), Roberto Herrera Cáceres.
Sin embargo, hoy las tomas de las calles continúan en la mayoría de los 18 departamentos del país y como todos los viernes, el movimiento denominado “Los Indignados o Las antorchas” han llamado al pueblo a las calles a unirse en marchas pacíficas que se desarrollarán en las principales ciudades del país y a las que se unirán la Plataforma de Lucha por la Salud y la Educación.
¿El origen del problema?
Si bien el pueblo hondureño ya se venía quejando de leyes, decretos, sanciones y medidas que les afectaban directamente, fue a finales del mes de abril, que el Congreso Nacional emitió dos decretos que avisaban de la privatización de dos sistemas tan sensibles como la salud y la educación.
Estudiantes, maestros y médicos, comenzaron a recorrer las calles con protestas pacíficas. En junio fue el mismo presidente Hernández, quien anunció la derogación de dichos decretos, sin que ello resolviera el conflicto, sino que lo agudizó, porque el mandatario y algunos de sus ministros se reunieron y firmaron un pacto para establecer un diálogo para resolver el conflicto, sin que estuvieran presentes los miembros de la Plataforma de Lucha por la Salud y la Educación.
Gran parte del pueblo se ha unido a esta causa, exigiendo además la dimisión del presidente Hernández, más conocido como Joh, por las iniciales de su nombre, por suponerlo responsable de actos de corrupción y de tener nexos con el narcotráfico, acusándolo además de llegar al poder gracias a reformas legales y elecciones cuestionadas; a ello se suma el hecho de ser salpicado colateralmente por el caso de su hermano menor Tony Hernández, quien se encuentra preso en Nueva York, acusado de narcotráfico.
Analistas políticos coinciden en que las protestas no terminarán, aunque se resuelva el problema de la salud y la educación. Para el caso Jorge Illescas, asegura que el país ha llegado a un estado de ingobernabilidad. “Esto no va a terminar, sino que vamos a pasar dos años y medio en esta agitación social”, dijo.
Mientras que el analista político Omar García recomienda al gobierno cambiar de estrategia porque asegura, “en este instante no hay capacidad de negociar”.
Otros advierten que el país está viviendo una emergencia nacional, que es manifiesta en los miles de hondureños hambrientos, enfermos y sin educación.
En tanto que el exaspirante a la presidencia por el partido Alianza Patriótica Hondureña, ha aseverado que “el país está prácticamente convulsionado y que el presidente Hernández no ha sido capaz de resolver los problemas de país”, se quejó el también general en condición de retiro de las Fuerzas Armadas.
Y esto no es nuevo, muestra de ellos es que muchos han abandonado el campo y otros miles se han alistado en las famosas caravanas, en las que familias enteras buscan llegar a los Estados Unidos, lo que también está causando un problema internacional entre esta nación americana, México y los países del Triángulo norte.
En fin, todos los sectores de la sociedad hondureña esperan que el clima de incertidumbre se disipe y la tan anhelada paz vuelva a este noble país. Por otro lado existe el temor de que la situación se agrave, más ahora que el próximo viernes, 28 de junio, se cumplen 10 años de que haya sido sacado del poder el entonces presidente, Manuel Zelaya Rosales, líder político y máximo dirigente del partido Libertad y Refundación Libre.