LA HABANA.- La Iglesia Bautista El Calvario, con su alta cúpula decimonónica, sus mosaicos lustrosos y sus filas de bancas de madera oscura era un lugar pletórico de actividad. Unas 18 personas preparaban el templo para el culto del fin de semana.
LA HABANA.- La Iglesia Bautista El Calvario, con su alta cúpula decimonónica, sus mosaicos lustrosos y sus filas de bancas de madera oscura era un lugar pletórico de actividad. Unas 18 personas preparaban el templo para el culto del fin de semana.
Seis días después la imagen de ese antiguo edificio patrimonial -emblemática iglesia para los evangélicos y en particular para los bautistas por ser el primero de esta denominación en Cuba- es completamente opuesta: parte de sus pisos superiores derrumbados, paredes con grietas tan anchas que dejan pasar la luz, ventanales arrancados de cuajo, cristales esparcidos, escombros y una espesa capa de polvo que cubre todo de gris.
La explosión del Hotel Saratoga -tan pegado al templo que desde las paredes medianeras derruidas se puede ver parte de lo que fueran las habitaciones del cinco estrellas-, impactó dramáticamente en la iglesia de Cuba, de la cual milagrosamente salieron vivas todas las personas.
Hasta ahora 44 personas murieron y decenas resultaron heridas contando trabajadores del centro turístico, vecinos y transeúntes. El estallido el viernes 6 de mayo alrededor de las 11 de la mañana fue aparentemente provocado por una fuga de gas de un camión cisterna que servía al hotel cercano al templo.
“No sabía lo que estaba sucediendo”, dijo a The Associated Press con voz temblorosa al recordar la detonación Alejandro Clemente González, el administrador de la iglesia, quien conversaba en ese momento con el electricista cuando los sacudió el estallido. “Clamé al Señor, ‘qué es esto, Señor ayúdanos en esta situación tan difícil’".
Desesperado González y el operario escuchaban los gritos de la recepcionista, el polvo apenas los dejaba ver y los escombros comenzaron a caerles encima. Cuando quisieron huir una pared de cascajos les bloqueó el escape.
“Recordé que por atrás tenemos una salida y entonces ya venían bajando los hermanos que estaban en el tercer piso y nos reunimos todos, nos contamos”, agregó el administrador. Desde entonces duerme mal, se sobresalta con cualquier ruido y se siente ansioso.
Aunque pasó casi una semana, ver el estado del templo lo sigue afectando. “Me da mucha tristeza, por lo que representa para nosotros, cómo ha quedado la iglesia”, comentó González.
Ubicado a pocos metros de la estratégica Avenida del Prado, pegado al Saratoga y frente al Teatro Martí y a pocos pasos del Capitolio -la sede del Parlamento- el espacio que hoy ocupa la iglesia era un viejo circo cuando los bautistas comenzaron allí sus cultos en 1887 hasta que en 1989 adquirieron la propiedad.
Según sus directivos allí funcionó un colegio, un seminario, una imprenta, una librería y desde 1906 radica la Convención Bautista de Cuba Occidental.
Los primeros misioneros del credo en Cuba fueron de origen estadounidense y actualmente se estiman como feligreses y simpatizantes de la Convención Occidental unas 70.000 personas, aunque si se suma otra en Oriente y algunas iglesias independientes existen unos 200.000 bautistas en la nación caribeña.
Para “cada creyente, cada cristiano, cada bautista que viene, ésta es su casa”, manifestó a AP el pastor David González, quien desde hace dos años vive junto a su esposa en un apartamento anexo al templo, una de cuyas habitaciones se derrumbó.
“Aquí me casé, aquí muchos padres han presentado a sus hijos, muchos jóvenes han sido bautizados”, explicó el religioso.
Tanto el área del culto como el resto de las instalaciones de la iglesia continúan intactas, tal y como las dejó la explosión. Las autoridades dijeron que por ahora su prioridad es levantar los escombros del hotel Saratoga y algunos edificios de viviendas aledaños debajo de los cuales podría aún haber víctimas.
Sin embargo, esta semana funcionarios de Cuba tuvieron una reunión con la directiva de la Convención Bautista de Cuba Occidental sobre la recuperación del templo.
“Lo que nos transmitieron fue el deseo de ayudar lo más posible, quedó claro que no existen todos los recursos para restaurar y se nos pidió también recabar ayuda que, como sabemos, se ha ofrecido de iglesias en el propio país... y también en el mundo”, dijo a AP el pastor Bárbaro Abel Marrero Castellanos, presidente de la Convención y rector del seminario bautista.
Mientras, las autoridades de la dictadura les facilitarán temporalmente un local en las inmediaciones para la realización de los cultos.
“Todavía no sabemos exactamente la magnitud del daño”, indicó Marrero, quien explicó que algunos especialistas mencionaron que deberá evaluarse si es necesario demoler algunas partes del enorme edificio o si todo es recuperable. A partir de un dictamen técnico se trazará una estrategia.
Dado que el edificio del templo está oficialmente catalogado como de valor patrimonial en Cuba, corresponderán a la Oficina del Historiador de la Ciudad -encargada de gran parte del rescate de La Habana Vieja en los últimos 25 años- las labores de reparación o restauración.
“Nuestro deseo es contribuir, no queremos estar sentados o simplemente esperando, sino que activamente nos vamos a involucrar en todo este proceso y con todos los hermanos, amigos que se han ofrecido para ayudar. Esperamos que se haga una obra hermosa en el templo”, indicó Marrero.
FUENTE: AP