jueves 28  de  marzo 2024
CELEBRACIÓN

Independencia de Colombia: los retos del presente

A 208 años de la emancipación de la colonia, la nación sudamericana enfrenta el reto de consolidar la paz y erradicar flagelas que la ponen en peligro como la pobreza de millones
Diario las Américas | SERGIO OTÁLORA
Por SERGIO OTÁLORA

MIAMI.- El 20 de julio, fecha en que conmemora la Independencia de Colombia, también se da un espectáculo con tres escenarios distintos.

Está el desfile militar presidido por el jefe de Estado y el alto mando castrense; la instalación de las sesiones ordinarias del Congreso con el discurso incluido del primer mandatario en ejercicio, y la dura puja para ver qué coalición, partido o movimiento logra la presidencia del Senado.

En esto último, la bancada aliada del presidente electo Iván Duque, logró una fórmula que le dio una tajada de poder a cada parte de la coalición: el primer año, la presidencia será del Centro Democrático (el partido del mandatario electo y del expresidente Alvaro Uribe), el segundo, del Partido Liberal, el tercero, de Cambio Radical, y el cuarto, del Partido Conservador.

El presidente del Senado, en el primer año de la nueva legislatura, será el uribista Ernesto Macías, quien tuvo el apoyo de Duque. Paola Holguín, la candidata del expresidente Uribe, dio un paso al lado y debió aceptar la preferencia del presidente electo.

Por lo tanto, Uribe –que fue el candidato al Senado que obtuvo la mayor votación– decidió hacer un repliegue estratégico y eso significa que no tendrá el mismo protagonismo opositor durante los ocho años de Santos, que terminan este 7 de agosto.

Mientras tanto, se formó la bancada de la paz, una coalición de seis partidos. Uno de ellos, el Partido Verde, anunció que tendrá un gabinete en la sombra para ejercer una fiscalización intensa de las políticas de Duque.

Pero lo que estarían viendo los colombianos en este 20 de julio, es fruto de un largo y tortuoso recorrido.

Hegemonías de partido

Durante gran parte del siglo XX los llamados “partidos históricos” –el liberal y el conservador– mantuvieron su hegemonía en el Parlamento, no sin grandes contradicciones, sobre todo a partir de 1934, con la llamada “Revolución en Marcha”, una versión colombiana del “new deal” de Franklin Delano Roosevelt, en la que hubo un primer intento de reforma agraria y la entrada de los sindicatos como parte fundamental del sistema capitalista.

Alfonso López Pumarejo, el presidente de ese entonces, no era un izquierdista, sino un dirigente del Partido Liberal, miembro de una familia adinerada, que había estudiado en la London School of Economics, y buscaba incluir a la vida social y económica a un país que aún no había superado sus estructuras heredadas de la colonia.

Esa fue una época de grandes debates en el Congreso, de una oposición férrea por parte de los sectores más conservadores que veían en ese intento reformista, una maniobra velada del comunismo internacional. Pero eran gobiernos hegemónicos, de liberales o conservadores, no había coaliciones, y sí mucho sectarismo heredado de las guerras civiles del siglo XIX.

Y ahí, en esa combinación de lucha por la tierra, fanatismo político y violencia, se fue dibujando el mapa que hoy, con otros elementos mucho más complejos, marca los linderos de una situación que sigue siendo tan explosiva como ochenta años atrás.

El desfile

La manera como se organiza el desfile militar, una tradición casi centenaria que ahora no sólo se lleva a cabo en Bogotá (la capital) sino en otras ciudades del país, refleja un poco la historia de un país que ha estado en guerra por tres generaciones.

En primera fila, van los militares heridos en combate. Después siguen los veteranos de la guerra de Corea, en 1952, en la que participó el batallón Colombia. Y de ahí para atrás 15.000 hombres y mujeres de las fuerzas de tierra, mar y aire, y de la Policía Nacional, desfilan en un largo recorrido por una de las vías principales que atraviesa la capital. Y por encima de la parada militar, que ven miles residentes de todos los sectores de Bogotá, hay una revista aérea con los aviones de guerra con los que cuenta un país cuyo sector castrense se ha forjado en el combate contra la delincuencia organizada, es decir, movimientos subversivos y bandas de narcotraficantes.

Esta es una de las tradiciones que se mantienen para conmemorar la independencia, un proceso también traumático, que hoy se revisa con una mirada más académica y, si se quiere, científica, distinta a toda esa bibliografía militar centrada en el recuento de las batallas de independencia, o una historiografía que siempre vio esas revoluciones de principios del siglo XIX, como “revoluciones frustradas”, porque no lograron desmontar las instituciones de la colonia.

Los retos

El Congreso elegido en 2014 tuvo la misión de sacar adelante un proceso de paz que, en cierta forma, fue exitoso. El de 2018, tiene el desafío de consolidarlo y de hacer las reformas económicas, políticas, jurídicas, necesarias para que el país por fin logre entrar a esa modernidad que le ha sido esquiva.

Además, la sesiones ordinarias que se instalaron en la tarde del 20 de julio, tienen tres novedades: la presencia de diez exguerrilleros, que ocupan diez curules, cinco en el Senado y cinco en la Cámara, desmovilizados de cuando las FARC era un grupo armado, y ahora un movimiento político. La segunda, es la creación de un bloque de oposición, compuesto por cerca de 50 parlamentarios de seis partidos, que anunciaron la presentación de 14 iniciativas legislativas entre las cuales hay cinco proyectos de reforma constitucional y cuatro que buscan el desarrollo de los acuerdos de paz.

Y la tercera, es la intensidad del debate político que se dará con figuras como Alvaro Uribe (expresidente) Gustavo Petro (excandidato presidencial) y los exlíderes guerrilleros que serán vistos, al mismo tiempo, como fruto de las bondades de una negociación y resultado de un supuesto proceso de impunidad.

En principio, las fuerzas aliadas del presidente electo Iván Duque son mayoría, pero hay sectores del Partido Liberal y de Cambio Radical que podrían aliarse a los sectores de oposición, sobre todo en temas tan sensibles como la jurisdicción especial para la paz.

A pesar de que Petro fue derrotado en las elecciones presidenciales, su liderazgo en el Congreso y el desempeño de su bancada, marcarán el futuro de los ocho millones de votos que obtuvo a la cabeza de la Colombia Humana.

El 20 de julio es un buen momento para evaluar en que situación está el país, el camino que ha recorrido desde las guerras de independencia, y lo que aún está pendiente: sacar de la pobreza a millones de habitantes en las zonas marginales de las grandes ciudades, modernizar el sector agrario, darles a los campesinos una opción distinta a los cultivos ilícitos, derrotar la peste secular del narcotráfico y poder aclimatar, por fin, una paz duradera.

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