viernes 4  de  octubre 2024
DICTADURA

La nación cautiva y sus presos

La paulatina penetración de Internet en la isla, que el régimen admitió para recibir divisas, ha ofrecido una válvula de escape para la sociedad civil
Por Yoe Suárez

La Habana. - Eralidis Frómeta extiende uno de sus delgados brazos, para señalar una marca en el frente de su casa, en La Habana. Oficiales de la policía política, borraron con espátulas palabras que había pintado por la libertad de su esposo, periodista independiente, preso desde junio de 2021 por cubrir una manifestación contra el régimen en la avenida Zanja. La casa de Eralidis queda en Nuevo Vedado, símbolo del esplendor capitalista antes de 1959, y raudamente habitada por los líderes Socialistas que condenan el modo de vida burgués al tiempo que lo disfrutan. Eralidis dice que la policía política se puso nerviosa cuando ella pintó "Libertad para Lázaro Yuri Valle Roca". No querían que "los jefes" tuvieran en su propio vecindario, donde pasean tranquilos a sus perros y sus hijos aprenden a manejar los autos del estado, el recordatorio de un preso. Quedaron a penas unas sílabas trucidadas en la pared de la casa, como en la boca de cientos de presos políticos cubanos, condenados mayormente por pronunciar, escribir o distribuir palabras que al Estado no le gusta escuchar.

El control del lenguaje, establecer una métrica de qué es políticamente correcto decir y qué no, limitar el libre flujo de ideas en nombre de alguna bondad y erigir castigos para el disidente, es raíz de tiranía. El analista político Michael Knowels, en su libro Speechless, reconoce el castigo en distintas variantes, desde lo social a lo penal. Por eso Eralidis ha vivido detenciones, pero también cortes de Internet; multas, y también actos de repudio por acólitos castristas; citaciones policiales, pero difamaciones en webs afines al socialismo. Detrás de todo puede adivinarse la mano del Estado.

Día a día Eralidis usa las redes sociales para denunciar el injusto encarcelamiento de Lázaro Yuri. Sus posts van encabezados con números: 340, 341, 342. Son los días que su esposo, de 60 años de edad, y con petición fiscal de seis, pasa en la prisión de máxima seguridad Combinado del Este.

La paulatina penetración de Internet en la isla, que el régimen admitió para recibir divisas desde el exterior, pero que aplazó todo lo posible previéndolo como un terreno espinoso en su control de la información, ha ofrecido una válvula de escape para la sociedad civil. Si en la "vida real" no pueden asociarse, expresarse o reunirse, en el plano virtual sí. Por supuesto, es una empresa estatal socialista, Etecsa, la que maneja la conectividad de los cubanos. No es la libre competencia empresarial la que ofrece contratos, sino un monopolio hecho a la medida del Partido Comunista.

Eralidis lo sabe, y espera cuando no tiene acceso a internet para volver a postear sobre el calvario de su esposo. Vivir en el último estado totalitario del hemisferio occidental no es sencillo. Acá el tiempo se convierte en una melaza densa y oscura. Entre sus dedos huesudos sostiene uno de los muchos cigarros que lleva a su boca en el día para calmar la anisedad.

En los últimos días de mayo ha esto esperando una llamada. La que Fiscalía debió haber hecho desde el día 16, para fijar la fecha del juicio. El 14 de junio de 2022 se cumple un año desde que Lázaro Yuri fuera detenido por cubrir con su celular el lanzamiento de octavillas con frases de José Martí, Antonio Maceo y por la democracia en el centro de La Habana. Eralidis estrella una colilla humeante contra la mesa de la cocina y se repite: "él es inocente, él es inocente".

No hay incertidumbre como la del que enfrenta a un tirano en su propia cara. Cuba posee varios récords hemisféricos oscuros, entre ellos el del país con más encarcelados por motivos políticos. La ong Prisoners Defenders contó mil 218 entre mayo de 2021 y abril de 2022.

Familias como la de los hermanos Nadir y Jorge Martín, lo intentan todo desde el pacifismo. Marta Perdomo, madre de ambos jóvenes, presos por participar en el las manifestaciones antisocialistas del 11 de julio de 2021 (11J), publicó semanas atrás una carta abierta al presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, en la que solicitaba mediación con el régimen para liberar de los manifestantes, sobre los que han caído hasta condenas de más de 20 años.

"Yo, como madre, fiel cristiana protestante, le he pedido a Dios que en su infinita misericordia se apiade de nuestros presos", escribió Perdomo, al tiempo que recordaba que otras mujeres, católicas, han hecho igual desde su fe, con el objetivo de lograr la "incondicional excarcelación de aquellos que salieron a pedir libertad y cambios democráticos para nuestra isla".

Pero López Obrador, promotor del Grupo de Puebla, y entonces de visita oficial en Cuba, nunca respondió a Perdomo y las otras madres firmantes.

Semanas después de la detención de Lázaro Yuri, estalló el 11J en casi toda la isla. Una protesta ciudadana que reclamaba alimentos en un país hambriento, medicinas en una isla enferma y libertad en una nación cautiva. Sus únicos antecedentes, por la masividad, se encuentran en las ciudades de La Habana y Camaguey a fines del siglo pasado.

Eralidis recuerda que el 11 de julio de 2021 salió a la Avenida 26 y tomó un viejo taxi Chevrolet hasta Centro Habana para unirse a las manifestaciones. Coreó "Patria y Vida", "Abajo [Miguel-Díaz] Canel", con todos sus pulmones, antes de que comenzara una brutal represión policial y de simpatizantes del socialismo contra los protestantes. Cuando habla de estar allí lo refiere como un privilegio. "Mi esposo no tuvo ese privilegio", lamenta, mientras recuerda su nombre. Lo repite como las madres y padres de los presos políticos. Repiten para que el silencio no trague sus vidas. Permanecer callados es dejar sellado el sepulcro que el régimen cavó en el presidio.

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