MIAMI – El gobernante Daniel Ortega sigue escalando la represión contra la Iglesia católica y la población. Nuevas redadas policiales elevan el número de presos de conciencia, mientras un grupo de familiares de reos políticos suplican al dictador una amnistía para sus parientes, debido a la deplorable situación en que se encuentran.
Tras la encarcelación de sacerdotes, seminaristas, la expulsión del país de las misioneras de la orden madre Teresa de Calcuta, la nueva orden de prohibir las tradicionales procesiones religiosas en el país, así Nicaragua entra en una peligrosa fase autoritaria.
La última orden fue impedir las procesiones con motivo de la festividad del patrono de Masaya, San Jerónimo, y las festividades de San Miguel Arcángel, una de las fiestas religiosas más antiguas de Nicaragua.
Centenares de agentes de la policía y oficiales de la Dirección de Operaciones Especiales de la Policía (DOEP) rodearon el templo católico e impidió la salida de la procesión por las calles de Masaya, una de las ciudades más afectadas por la represión del régimen.
La iglesia y sus alrededores estaba llena de feligreses. Finalmente, aunque la procesión fue impedida salir, los católicos celebraron el día dentro del templo con una eucaristía, bailes y cantos.
Fieles católicos Masaya-policías-AFP
Fieles católicos participan en la celebración de San Jerónimo, patrón de la ciudad de Masaya, cuya bajada de la imagen y procesión fueron prohibidas por la policía que alegó supuestos "motivos de seguridad pública", en Masaya, Nicaragua, el 20 de septiembre. 2022.
Amnistía
La desesperación por las condiciones de los presos políticos, un grupo integrado por 23 familias solicitó a Ortega clemencia para sus parientes y pidieron una amnistía, lo que causó diversas reacciones en la oposición que argumentan que recibir una “amnistía” es admitir un delito que los presos políticos no cometieron.
Actualmente existen aproximadamente 220 opositores presos. La cifra aumentó en los últimos días con redadas policiales en varios puntos del país contra activistas del movimiento Unamos, que antes se llamó Movimiento Renovador Sandinista (MRS), fundado por exaliados que gobernaron con Ortega durante la primera dictadura sandinista (1979-1990).
“Admitimos con franqueza que al tomar en cuenta nuestra historia más reciente, se hacen obvias las complejidades que una amnistía acarrea para nuestros compatriotas y familiares. Pero, al revisar nuestra historia más profundamente, vemos con igual claridad que las amnistías han brindado espacios de quietud, comprensión y reencuentro a los nicaragüenses durante momentos altamente críticos”, señaló el comunicado dirigido a Ortega.
Entre los presos destacan los hijos de la expresidenta Violeta de Chamorro, que fueron condenados a ocho y nueve años de cárcel respectivamente por supuesto “lavado de dinero”.
Ortega autorizó una amnistía en 2019, cuyo objetivo era “perdonar” los crímenes de los paramilitares y los cuerpos policiacos durante las protestas de abril ese año, que dejó 355 muertos, más de 2.000 heridos, 1.600 detenidos y unos 100.000 exiliados y refugiados, según la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH).
Operación limpieza paramilitares-policía-AFP
Agentes de la policía y fuerzas paramilitares durante un operativo de represión a las protestas en Nicaragua en 2018.
AFP/ARCHIVO
Llamado internacional
Cuatro organizaciones de familiares de presos políticos expusieron la situación de los más de 200 reos de conciencia.
Y argumentaron que “43 de nuestros familiares llevan más de 1.000 días privados de su libertad, solo por haber levantado su voz en contra de los abusos del régimen y demandar libertad, democracia y justicia por los crímenes cometidos desde 2018, siendo sometidos a actos de tortura y tratos crueles, inhumanos y degradantes de forma permanente, prolongando el aislamiento, mala alimentación y la negación reiterada del derecho a la salud; además de los golpes, los robos de la comida que con mucho esfuerzo les llevamos y las amenazas en contra de nuestra integridad y libertad cómo familiares que también constituyen actos de persecución y tortura psicológica”.
Las cuatro organizaciones de presos políticos hacen un llamado a la comunidad internacional a ser más beligerantes “en la defensa de las libertades y los Derechos Humanos en Nicaragua, porque la impunidad de Ortega es un caldo de cultivo para el surgimiento del autoritarismo en todo el continente”.
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Familiares de presos políticos asisten a una misa para pedir la liberación de sus seres queridos, en Masaya, Nicaragua.
AP Foto/Alfredo Zúñiga/Archivo
Asfixia
Para el analista Luciano Montti, a quien llamaremos así por razones de seguridad, ya que en Nicaragua está prohibido opinar contra la dictadura, sostiene que mientras la comunidad internacional no imponga una verdadera presión sobre Ortega, la crisis sociopolítica se agravara.
La comunidad internacional ha designado sanciones para algunos familiares de Ortega, funcionarios del régimen y algunas instituciones del Estado involucradas en violaciones a los derechos humanos y corrupción. Sanciones que no han causado mayor impacto contra la dictadura.
“No hay una sola señal de la comunidad internacional que golpee al nervio principal de la tiranía que es el Ejército y la Policía y lo saquen de ese confort”, aseveró Montti.
En ese mismo sentido, se pronunciaron las cuatro organizaciones de familiares de presos políticos.
“Creemos que los esfuerzos deben estar concentrados en debilitar las bases que sostienen al régimen, siendo una de las principales el Ejército de Nicaragua, ya que actuó en complicidad con policías y paramilitares, para llevar a cabo la sanguinaria Operación Limpieza y continúa en silencio ante el secuestro de las instituciones y ante las masacres perpetradas. Creemos que, asestando un fuerte golpe a las finanzas del Instituto de Previsión Social Militar, los obligaría a repensar su alianza con la dictadura”, señaló el comunicado.
La asfixia a la que Ortega está llevando al país “ocasionará más dolor para los nicaragüenses”, sostuvo Montti.
“Una cosa es lo que a diario estamos viviendo aquí, otra la que entiende la comunidad internacional. Creo que la salida podría terminar siendo la rebelión porque si no se toman acciones la situación de Nicaragua podría terminar como Cuba, que lleva más de 60 años de dictadura. No es pesimismo, es realidad”, acotó.
@FloresJudith7
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