La Virgen de Coromoto, patrona de Venezuela, no solo es un símbolo de fe para millones de católicos, sino también el centro de una historia fascinante que une la tradición indígena con la religión cristiana.
Cada año, el 11 de septiembre se celebra la segunda aparición, aunque su fiesta litúrgica es el 8 de septiembre
La Virgen de Coromoto, patrona de Venezuela, no solo es un símbolo de fe para millones de católicos, sino también el centro de una historia fascinante que une la tradición indígena con la religión cristiana.
Su culto se remonta a la primera mitad del siglo XVII, en las tierras del estado Portuguesa, específicamente en la ciudad de Guanare, y está anclado en un evento que la Iglesia Católica ha calificado como una aparición mariana.
Según los relatos históricos y la tradición oral, el primer encuentro de la Virgen María con los habitantes de estas tierras ocurrió en el año 1652. El protagonista fue el cacique de la tribu Cospes, de nombre Coromoto, junto a su esposa.
Ambos se encontraban en un paraje boscoso cuando, de acuerdo con los testimonios, una mujer de extraordinaria belleza se les apareció sobre la quebrada del río Tucupido. La figura, que sostenía a un niño en sus brazos, les habló en su lengua, el coupa, y les indicó que se bautizaran. La Virgen les prometió que, si lo hacían, podrían subir al cielo.
Movido por la fe y la promesa, el cacique Coromoto y su familia se trasladaron a una aldea cercana y comenzaron a instruirse en la doctrina cristiana. No obstante, al cabo de unos días, el cacique, desconfiado y reacio a abandonar sus viejas creencias, decidió regresar a su antigua vida.
La segunda y más significativa aparición tuvo lugar el 8 de septiembre de 1652. El cacique, ya lejos de la aldea y de su nueva fe, se encontraba en su bohío cuando la Virgen se le presentó de nuevo. Irritado por el encuentro, intentó ahuyentarla y, en un momento de desesperación, sacó una flecha para atacarla. La Virgen, sin embargo, no se inmutó y se acercó a él. En ese instante, Coromoto intentó empujarla.
Fue en ese momento cuando ocurrió el milagro que dio origen a la devoción. En el intento de alejar a la aparición, el cacique extendió su mano y la Virgen se materializó, dejando en ella un pequeño pergamino: una especie de reliquia o estampita de 2.5 centímetros de alto por 2.2 de ancho. En este pergamino se puede apreciar una figura de la Virgen sentada sobre un trono, con el Niño Jesús en sus rodillas.
El cacique, asombrado y con un profundo cambio de corazón, se convirtió a la fe católica. Tiempo después, fue mordido por una serpiente y, antes de morir, solicitó el bautismo, cumpliendo así con la promesa que le había sido dada por la Virgen.
La fiesta de la Virgen de Coromoto se celebra anualmente el 11 de septiembre, en conmemoración de la segunda aparición, aunque su fiesta litúrgica es el 8 de septiembre.
El papa Pío XII, en 1950, declaró a la Virgen de Coromoto como la patrona de Venezuela. El 19 de noviembre de 1949, el mismo pontífice había ordenado su coronación canónica.
La sagrada reliquia —la estampita dejada en la mano del cacique— es uno de los objetos de fe más importantes en Venezuela. Se encuentra resguardada en el Santuario Nacional de Nuestra Señora de Coromoto, en Guanare, construido en el lugar de la segunda aparición.
En la ciudad de Guanare se encuentra la Basílica Menor Santuario Nacional Nuestra Señora de Coromoto, uno de los templos más visitados del país y centro de peregrinaciones. El santuario actual se construyó sobre las bases de una iglesia anterior.
La historia de la Virgen de Coromoto no es solo un relato de fe, sino también un pilar de la identidad nacional venezolana, un testimonio de la fusión cultural y un recordatorio de la profunda devoción que ha caracterizado al pueblo a lo largo de los siglos.