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miércoles 2
de
octubre 2024
SAN SALVADOR.- Los cuerpos de Oscar Alberto Martínez y su pequeña hija Valeria, que murieron ahogados cuando trataron de cruzar el Río Bravo para llegar a EEUU en una tragedia captada en una fotografía que provocó indignación a nivel mundial, regresaron este domingo a El Salvador.
Por razones de logística, las autoridades decidieron transportar por tierra desde Matamoros, México, los cuerpos de las dos nuevas víctimas de la migración irregular.
Los cuerpos ingresaron al país por la frontera de La Hachadura, a 90 kilómetros al oeste de la capital salvadoreña, y el ministro de Gobernación, Mario Durán, llegó al lugar para supervisar los tramites en la aduana.
Los funcionarios del gobierno salvadoreño no quisieron hablar con los periodistas y sólo se permitió tomar fotografías cuando un carro fúnebre cruzó la frontera desde Guatemala y luego cuando en caravana partió hacia San Salvador.
Los cuerpos serán velados en la funeraria municipal de San Salvador y sepultados el lunes en el Cementerio La Bermeja, en una ceremonia privada a la que solo asistirán familiares.
Tania Vanessa Ávalos, esposa de Oscar Alberto Martínez, madre de Valeria y quien sobrevivió a la tragedia, regresó el viernes al país acompañada de funcionarios de la cancillería salvadoreña.
Ávalos salió el jueves desde el municipio de Matamoros, en el nororiental estado de Tamaulipas, junto a los cuerpos de su esposo Óscar y Valeria rumbo a la ciudad de Monterrey, en Nuevo León.
La joven, que logró ser rescatada de las aguas del río que divide a México de Estados Unidos, llegó acompañada del cónsul salvadoreño en Monterrey, Rafael Rosales.
Las autoridades salvadoreñas explicaron que los fallecidos se trasladaron vía terrestre hacia El Salvador porque "es un procedimiento mucho más rápido y muchos más directo", y permite tener un mayor "cuidado de los cuerpos".
En los últimos días, la imagen de la trágica muerte del padre y la hija acaparó la atención internacional al reflejar la desesperación de los migrantes centroamericanos que buscan asilo en Estados Unidos.
A Martínez y a su hija los arrastró la corriente del río el domingo entre la ciudad mexicana de Matamoros y Brownsville, Texas, y sus cadáveres fueron hallados a la mañana siguiente.
La fotografía de ambos bocabajo junto a la ribera, con la niña metida debajo de la camisa de su padre y con el brazo alrededor de su cuello, ilustra claramente los peligros que los migrantes y los solicitantes de asilo enfrentan al intentar llegar a Estados Unidos.
Martínez, de 25 años, su esposa Vanessa, de 21, y Valeria, de 23 meses, vivían en Altavista, un populoso barrio ubicado en la periferia de la capital salvadoreña y que ha sido objeto de la violencia pandillera.
La familia vivía con los padres de Martínez, quienes decidieron compartir su humilde casa de dos cuartos, debido a que lo que ganaba trabajando en una pizzería y el sueldo que su esposa recibía en un restaurante de comida rápida apenas les alcanzaba para sobrevivir.
Se estima que unas 130.000 personas viven en Altavista, un vecindario que se extiende por tres municipios del departamento de San Salvador. La mayoría de la gente vive en casas de una planta y dos recámaras con una combinación de cocina, sala y comedor, y cuyo costo aproximado es de 10.000 a 15.000 dólares.
Para los residentes de Altavista, esta realidad de migración no es un tema desconocido. Muchos han viajado de forma irregular a Estados Unidos, con algunos que se fueron por la inseguridad que las pandillas han provocado en el pasado en esta zona, mientras que otros lo hicieron por la grave situación económica.
Incluso con la situación en calma, Martínez y su esposa tomaron la decisión, sin importar los riesgos y pese a los ruegos de sus familiares, y el 3 de abril se embarcaron en su odisea en busca del “sueño americano”.
“Por eso se fueron, porque lo que ganaban no era suficiente para comprar una casita, no se querían quedar para siempre, sólo querían ahorrar para la casita”, comentó Rosa Ramírez, la madre de Martínez, a The Associated Press.
“Es triste, impactante, el papá y la niña son el rostro de la tragedia que viven todos salvadoreños que salen para Estados Unidos y que mueren cuando se suben a la Bestia (un tren), se meten a los ríos”, dijo a la AP Catalina Sánchez, una mujer de 28 años que confesó que ya ha pensado emigrar, “pero con esto lo estoy pensando un poco más”.
En el último mes, la crisis migratoria que se vive en las dos fronteras mexicanas se ha agudizado luego de que Estados Unidos diese al país un ultimátum para acabar con el flujo migratorio.
Las autoridades de El Salvador sostienen que entre las razones que motivan la migración irregular se encuentran la búsqueda de mejores condiciones de vida, la reunificación familiar y la violencia de las pandillas.
FUENTE: Con información de AP y EFE