En esos barrios el descontento es mayúsculo: siempre fueron relegados por una sociedad que pretendió diseñar un hombre nuevo adoctrinado y obediente a una dictadura, capaz de empuñar un fusil y aniquilar al enemigo imperialista, entiéndase, Estados Unidos.
Lo que consiguieron fue un boomerang. En esa zona siempre florecieron los ‘vicios’ que el régimen pretendió erradicar. Prolifera la santería, el ñañiguismo y la religión palo. La tasa de personas que han estado en la cárcel triplica la de otras regiones de la isla.
La mayoría de sus vecinos son pobres, negros o mestizos. En el solar La California, donde Chano Pozo armaba sus toques de tambor, fumar marihuana es un hobby y la rumba una válvula de escape a la dura realidad de apagones de diez horas al día, la escasez de agua potable. La cerveza y la droga conocida como el Químico son más baratas que un plato de comida. En el barrio de Colón la gente se lanzó a la calle el 5 de agosto de 1994, gritó Libertad, se secuestraron patanas o se lanzaban en frágiles balsas en busca del sueño americano.
No han podido ser domados por el castrismo. Es cierto que cuando les hablas de democracia, libertad de expresión y sociedad civil te miran como si fueras un bicho raro. Pero reconocen al vuelo quién es el ‘enemigo’. A todo volumen escuchan reguetón, el rap Diazka de Los Aldeanos y los muchachos corean "Díaz-Canel, singao, Díaz-Canel, singao". Durante los apagones nocturnos muchas personas se sientan a beber ron de cuarta categoría en el muro del malecón y criticar en duros términos al régimen.
Hace un tiempo, Mayaris fue jinetera. Después de cumplir tres años de prisión en Manto Negro, comenzó a trabajar en una farmacia estatal. Es madre de dos hijos. Dice que está cansada de “de la mariconada de estos hijos de puta que gobiernan el país y viven robando. Es un abuso lo que tienen con el pueblo. No aguantó un apagón más. Estuve once días sin agua. Cada vez que hay un apagón mis hijos no van a la escuela. Llevamos una semana a base de arroz blanco y salchicha. Una libra de limón cuesta 500 pesos. Hasta el boniato, que antes se lo daban a los puercos, está desaparecido. Entre el hambre, la falta de agua, la basura que inunda la ciudad y los apagones de varias horas van a acabar por matarnos”.
A poco más de dos kilómetros, está enclavado el barrio de Los Sitios. Lety, maestra de secundaria, considera que “el actual gobierno está aplicando una política de exterminio con los cubanos. No se puede explicar que el Estado, que sin pedirle permiso al pueblo, se abrogó el derecho de administrar los servicios básicos, la educación, la distribución de alimentos, recogida de basura, distribución del agua, electricidad y salud pública, ahora se aparezca con el cuento del bloqueo. Esa es su guerra, quisieron confrontar a Estados Unidos, confiscar sus negocios sin pagarle y señalarlo como el enemigo".
"¿Qué querían? ¿Qué los yumas le iban a tender una alfombra roja? Se sabía que si aplicabas esa estrategia y te aliabas a los países comunistas, eso iba a pasar. Nunca han trabajado para desarrollar el país. Siempre en el brete y en sus batallas en nombre de una justicia social que no cumplen. Han vivido 66 años subsidiados por otros países. Ya la cuenta no da. Si no tienen soluciones, que no las tienen, tienen dos caminos: o se van, o el pueblo los va a sacar a patadas por el culo. Ya no hay marcha atrás. La gente no aguanta más muela”.
El viernes 3 de octubre, Lety participó en la protesta en la esquina de Monte y Antón Recio. “Ya es la tercera manifestación en la que participo. La primera fue el 11 de julio. Íbamos rumbo al Capitolio, cuando las Tropas Especiales y los chivatos de la Asociación de Combatientes comenzaron a repartir palos. Cogí miedo y regresé a la casa. La segunda fue hace un mes. Cuando reclamábamos agua. Allí enfrentamos a la policía, pero cuando trajeron una pipa, la gente se fue. Esta protesta en la calle Monte fue por los apagones, porque no hay comida, por la inflación y la falta de agua. También gritamos Libertad. Poco a poco la gente va entendiendo que cuando tengamos libertad, el resto de las cosas van a mejorar. En esas protestas me he sentido libre. Tenemos que perder el miedo. El gobierno no puede meter preso a todos los cubanos”.
La estrategia de la Seguridad del Estado es la represión selectiva. Arrestar a los que suponen que son sus líderes y luego sancionarlos con muchos años de cárcel. Las hermanas Magalis y Sabina Anglada Mena, hijas de la opositora exiliada Ariadna Mena, fueron citadas a la unidad de policía de Dragones, en Centro Habana, por haber pedido tener agua en sus casas. También en Lawton y San Miguel del Padrón, en la última semana han habido protestas callejeras, toques de cazuela y gritos de libertad.
Con el incremento de los apagones en La Habana, de 8 a 15 horas diarias en gran parte de la ciudad, se ha disparado el descontento ciudadano. Las redes sociales están que arden. Al amparo de la oscuridad han aparecido pintadas contra la dictadura en muros y paredes de varios municipios. Un ex oficial de la policía revela a DLA que “algunos incendios, roturas de cristales en ómnibus urbanos y robos de cables telefónicos han sido provocados por el descontento. En algunas empresas estatales se han dado casos de sabotajes, algo que se maneja de forma discreta. La situación está al límite”.
Un especialista de la empresa eléctrica alega que “se podía predecir que con el aumento de los apagones habría más protestas. Participé en varias reuniones con funcionarios del gobierno cuando se decidió, por falta de divisas, retirar seis patanas turcas que generaban gran parte de la electricidad que consumía La Habana. Las autoridades sabían que se iba a incrementar el riesgo de protestas. Y lo asumieron. La empresa eléctrica, en las actuales condiciones, sin dinero, con una infraestructura obsoleta y sin combustible, no podría asumir la generación. La culpa la tiene el gobierno, como en todas las cosas, luego se escuda en el bloqueo o en cualquier pretexto”.
Según Jorge Piñón, analista cubanoamericano del Instituto de Energía de la Universidad de Texas, de forma reiterada ha dicho que el país necesita diez mil millones de dólares para renovar el sistema electroenergético nacional. A falta de soluciones, Miguel Díaz-Canel, presidente designado por Raúl Castro, en dos reuniones de la plana mayor del partido comunista con autoridades de La Habana, las FAR y el MININT, movilizó varios equipos de trabajo para intentar contener las protestas de la población.
Como paliativo a la crisis multisistémica, la dictadura verde olivo vende el relato de desplegar una campaña para recoger los desechos en la capital. Nada o poco se habla de soluciones al déficit de medicamentos, agua y electricidad, entre otros. La estrategia del régimen, como siempre, ha sido amenazar a los cubanos. “Los reclamos de la población son legítimos, pero tienen que hacerse en los lugares establecidos: el Partido, las instituciones del Gobierno y el Estado. Nadie está autorizado a cerrar una vía pública”, advirtió Díaz-Canel.
La respuesta de los cubanos de a pie no se hizo esperar en redes sociales y en las calles. “Hay que ser sinvergüenza, para exigirle al pueblo después de un montón de horas de apagones y muchísimas necesidades materiales que deben dirigir sus quejas por los canales oficiales, cuando esas instituciones ni te atienden, ni te cogen el teléfono. Y cuando te dan una respuesta, es mentira. Esta gente (el régimen) se burla a la cara del pueblo”, comenta un señor en la cola para extraer dinero de un cajero.
En el sumun plus ultra del surrealismo político, la actual dirigencia, al estilo norcoreano, ha retomado el culto de la personalidad para pretender rescatar “valores de altruismo y apoyo a la obra de la revolución”, sentencia la prensa oficial. Como parte de esa campaña, un día sí y otro también, la propaganda del partido comunista enaltece al difunto Fidel Castro, denuncia el genocidio de Gaza y muestra su apoyo al dictador Nicolás Maduro.
La última versión de la ficción política del régimen de La Habana es publicar en nueve tomos una compilación del autócrata Raúl Castro. “Increíble. Con la que está cayendo en Cuba, estos crápulas que gobiernan gastan divisas en imprimir libracos de un tipo que nunca disparó un tiro. Ahora quieren venderlo como si fuera la reencarnación de José Martí”, dice un taxista privado.
Para muchos cubanos, el país naufraga sin rumbo. El futuro de la Isla está más cerca que nunca de Haití. Vamos por ese camino.