Julia (nombre cambiado a petición de la fuente) es una habanera que teme revelar su identidad —al igual que otras consultadas— por razones que parecen increíbles en un país que se vanagloria de la excelencia en los servicios de salud: que sus tratamientos se vean afectados como represalia por sus declaraciones.
"En cada sesión de quimioterapia siempre falta alguna de nosotras", dice Julia, visiblemente afectada, refiriéndose a las mujeres que van muriendo.
"A muchas de nosotras nos responsabilizaron de tener cáncer en etapas tan tardías, porque incumplimos con el auto examen de mama. Te hacen sentir que tú tienes la culpa de que no te hayan descubierto antes la enfermedad, y de tu muerte inminente; así que te cohíbes de protestar si el tratamiento o los ciclos se interrumpen porque ellos te están salvando la vida que tú pusiste en riesgo", añadió Julia, quien además está en tratamiento psiquiátrico.
Perder su matrimonio, sentirse una mujer incompleta y frágil, más la sensación de una culpabilidad que no le corresponde asumir, terminaron por marginar a una mujer en la plenitud de su vida. Julia tiene 40 años de edad, es técnica en farmacéutica y solo tiene como consuelo a sus dos hijos adolescentes que, según afirma, "han sido fuertes por mí".
La propia publicación del MINSAP admitió que la estrategia de control de cáncer de mama en el país está basada "en la educación y la promoción, lo que permite el conocimiento de los factores de riesgo personales y el auto cuidado".
Responsabilizar a las pacientes de estar en ese 25% de diagnósticos tardíos, además de una praxis extendida, empuja a estas mujeres a problemas psicológicos que inciden negativamente en su calidad de vida. De esa manera, se evaden las verdaderas causas de porqué no son tan altas las cifras divulgadas por el MINSAP.
El investigador y doctor en Ciencias Biológicas Ariel Ruiz Urquiola decidió invertir parte de su tiempo en la investigación del cáncer de mama cuando a su hermana, Omara Isabel, le fue diagnosticado este padecimiento en 2005.
"De ese año no queda una (de las pacientes) viva en el INOR, excepto Omara. Todas con mejor pronóstico de sobrevida que Omara: a lo sumo nueve meses. Todas con acceso a las terapias involucradas en la norma cubana de cáncer de mama", recordó Ruiz Urquiola, quien recientemente expuso un conjunto de posibles causas de tan alto índice de mortalidad de este padecimiento.
"En primer lugar, confiar en un pronóstico profesional de sobrevida basado en estadísticas médicas que no responden a una medicina personalizada como debe ser en el cáncer, y más aún el de mama, que puede tener un fuerte componente de herencia familiar".
La desactualización de la norma cubana en el tratamiento del cáncer de mama, "carente de todo tipo de argumento bioquímico para sostener, como mínimo, el tratamiento de la enfermedad más allá de lo descrito en el propio prospecto de cada medicamento", fue otro de los cuestionamientos de Ruiz Urquiola.
Leticia, diagnosticada con cáncer de mama hace más de cinco años, coincidió con otra de las causalidades señaladas por Ruiz Urquiola: la falta de coraje de los familiares para enfrentar las barreras de la burocracia médica contra de las terapias no concebidas dentro de la norma de oncología cubana.
"Una tiene que aceptar sin chistar lo que digan los doctores, aunque sospeches o veas que algo no está del todo bien en el tratamiento", concordó Leticia, ama de casa de 43 años de edad, madre de tres hijos y divorciada un año después de habérsele detectado el cáncer de mama.
"A pesar de que personalmente tienes que velar por tu dieta alimenticia y cumplir con rigor el tratamiento, sientes que empeoras cada vez que los medicamentos se pierden o interrumpes el ciclo de terapias", explicó Leticia. "Ese terreno que pierdes no se recupera, sino que es tiempo de menos en tu esperanza de vida".
Lo peor, señaló Leticia, "es cuando te echan en cara el costo de la terapia", y tener que aceptar la justificación de que no hay dinero para la compra del medicamento, o que este se agotó y hay que esperar a un nuevo surtido en fecha incierta.
El bioquímico Oscar Antonio Casanella, quien trabajó 12 años en el Instituto de Oncología y Radiobiología (INOR) como investigador del cáncer, señaló el impacto económico negativo que tiene diagnosticar tardíamente cualquier tipo de tumor maligno.
"Mientras más avanzado esté el cáncer, más costoso es su tratamiento. Es por eso que la mejor alternativa es incluir en los servicios de salud un plan enfocado específicamente en la detección del cáncer en sus primeras etapas", advirtió Casanella.
Entre los tratamientos específicos contra el cáncer se encuentran la terapia biológica y la inmunoterapia. Aunque ambas son costosas, son más efectivas.
"La primera son moléculas creadas en la industria biofarmacéutica que son específicas para los tumores. Y la inmunoterapia, que es más costosa, es la tecnología del hibridoma que permite producir anticuerpos monoclonales. Sin embargo, hay países de los llamados subdesarrollados que incluyen en sus sistemas de salud la aplicación de anticuerpos monoclonales", explicó Casanella.
En referencia al alto índice de mortalidad por cáncer de mama en Cuba, convino igualmente Casanella en que no aplicar un esquema de tipificación molecular del tipo de cáncer, para afinar con éxito el tratamiento contra la enfermedad, y no disponer de un esquema de diagnóstico temprano y certero con seguimiento, es otra causa.
Asimismo, señaló otro factor: "las limitadas posibilidades de acceder a las bases internacionales de datos y, por ende, a bibliografía", donde terapeutas, pacientes, acompañantes puedan actualizarse sobre las nuevas metodologías y sobre las alternativas "para elegir las mejores variantes terapéuticas".
Aunque Amanda también perdió su matrimonio poco más de un año después de confirmarse que padecía cáncer de mama, en 2012, cree que la atención a su padecimiento ha sido buena. Aun así, tampoco quiso ser identificada.
"Creo que todavía estoy viva gracias a la atención médica. En mi caso nunca me ha faltado el medicamento ni he tenido que ver interrumpido mis ciclos de terapia", afirmó Amanda mientras, con naturalidad, confesó que varias "compañeras de enfermedad" son "recíprocas" con la atención que reciben.
"Los médicos son humanos y, como todos los cubanos, tienen carencias… no veo mal que sean reciprocados", añadió refiriéndose a otra de las prácticas negativas que se advierten, desde hace años, en los servicios de salud en la Isla: los regalos materiales que en no pocos casos podrían comprometer el quehacer profesional de los médicos y favorecer a unos pacientes frente a otros.
Según las estadísticas oficiales de acceso público, el cáncer es la segunda causa de muerte en la Isla, y en específico el cáncer de mama ocupa el primer lugar de incidencia. El Anuario Estadístico de Salud reflejó que 50.134 personas fallecieron a causa de tumores malignos en el bienio 2017-2018. De esa cifra, en igual período, 21.237 fueron mujeres y 3.111 de ellas murieron por cáncer de ma
FUENTE: Diario de Cuba