ESPECIAL
@DesdeLaHabana
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LA HABANA. La carestía y el desabastecimiento de alimentos, la corrupción endémica y la inercia del Gobierno en emprender reformas económicas a fondo, entre otras causas, fueron solo un detonante para Joel, ingeniero agrónomo y apasionado usuario de las redes sociales. Pero el malestar contra el régimen viene desde mucho antes.
“Brother, son sesenta años de pésima administración que el gobierno justifica siempre con el ‘bloqueo yanqui’. Si un país no funciona con un mínimo de calidad servicios públicos como el agua, transporte o salud, la gente tiene todo el derecho a quejarse. Y en Cuba apenas funcionan estos servicios. Tenía deseos de gritar. De mostrar mi malestar. Por eso utilizo como un arma mis cuentas de Facebook y Twitter”, indica Joel.
Esa incipiente conciencia ciudadana, germen de una futura sociedad civil autónoma, se viene acrecentando en la Isla. Ya muchas personas no solo protestan y muestran su disgusto contra la autocracia castrista en los destartalados taxis colectivos que circulan en La Habana.
La lista de quejas de los cubanos a su gobierno es larga. Se manifiesta de diversas formas y en cualquier lugar. Lo mismo en una esquina del barrio, cola para comprar alimentos o redactando a prisa un texto con sus teléfonos inteligentes que posteriormente cuelgan en su muro de Facebook, Instagram, WhatsApp o Twitter.
Ese segmento ciudadano crece como la espuma. Igual suben una foto de un policía maltratando un detenido que graban un video de una protesta de vecinos quejándose por la falta de agua.
Las nuevas tecnologías de la información han descolocado a la dictadura verde olivo. Antaño gobernaban más fácilmente, porque con mano de hierro controlaban la información en la radio, la prensa escrita y la televisión.
La única versión informativa era la del régimen que prohibía -y sigue prohibiendo- la circulación de prensa extranjera y canales de televisión por cable. Con los nuevos tiempos todo ha cambiado. Cualquier persona se puede transformar en un periodista ciudadano.
Las redes sociales tienen puntos a favor y en contra porque si bien informan y abren las realidades al mundo, también pueden convertirse en la tribuna de un debate estéril, salpicado de ofensas y violencia verbal.
Antes del auge de internet, un borracho decía un disparate en un bar y apenas trascendía entre los parroquianos. Ahora cualquier tontería o una noticia falsa tienen millones de ‘likes’.
Pero las redes sociales también son un espacio legítimo donde la gente puede mostrar sus discrepancias políticas. Eso está pasando en Cuba, un país que en los últimos tres años ha tenido un crecimiento espectacular de usuarios en las redes sociales. Aunque todavía una mayoría la utiliza como una herramienta meramente comunicacional: pedirle dinero a sus parientes en Miami, que le recarguen la cuenta de internet o simplemente chatear sobre la eterna disputa futbolera mundial de quién es mejor, si Messi o Cristiano Ronaldo.
La novedad es que poco a poco se van sumando internautas con inquietudes políticas. Como Camilo Condis, un trabajador por cuenta propia que vive en Cuba y que en las cuentas de Twitter de ministros del régimen estampa un comentario mostrando su descontento. O Susana, estudiante universitaria, que utiliza las redes sociales para criticar el pobre desempeño del presidente designado Miguel Díaz-Canel.
“Me siento una persona libre cuando cuelgo un comentario reprochando una determinada política del gobierno. Lo mismo puedo quejarme por replicar el hashtag de #YoVotoNo, por considerar antidemocrática y desfasada la actual Constitución, que sin temor ‘twiteo’ al ministro de Salud quejándome del retroceso de los servicios de salud pública. Las quejas que no puedo manifestar en una protesta callejera las vuelco en las redes sociales”, alega Susana y añade:
“Gracias a la redes sociales, se pudo organizar la marcha en defensa de los animales y el orgullo gay. También me sumé a las dos convocatorias donde los cubanos les reclamamos a ETECSA que bajen los precios de internet. La respuesta del gobierno fue la de siempre. Colgarle el cartelito de mercenarios y contrarrevolucionarios a quienes se quejan por los altos precios de internet. Más que una ofensa, es una irresponsabilidad política por no escuchar a la gente. Ni siquiera conozco a Yoani Sánchez. Me da igual si fue la organizadora o es una connotada ‘terrorista digital’. Si Yoani se queja por los altos precios de internet, yo y muchísimos cubanos vamos a coincidir con ella”.
El régimen intenta frenar las críticas con intimidación. En Cuba, tildarte de contrarrevolucionario significa que linchen la reputación de esa persona y abrirles la jaula a los agentes de la Seguridad del Estado para que repriman tu conducta libertaria. Los funcionarios del Estado, en un alarde de prepotencia, se hacen un flaco favor cuando en las redes sociales no responden a las quejas de la población, bloquean al usuario o intentan descalificarlo con ofensas.
Ese ‘fascismo digital’ suma más enemigos que adeptos. A veces el miedo le ha funcionado al castrismo. Pero esta vez no. Si cualquier lector entra a la web oficial Cubadebate y lee los comentarios de los artículos escritos por Iroel Sánchez y Manuel Lagarde, podrá observar que el 80 por ciento de los comentaristas también opinan que los precios de internet son muy altos.
La estrategia del gobierno estuvo mal diseñada. Ha vertido combustible al fuego. Querer insertar a un disidente como líder de un reclamo popular es una jugada peligrosa. Están legitimando al opositor, pues un inmenso número de cubanos es partidario de que bajen los precios de internet, suban los salarios y mejoren los servicios públicos.
Reinaldo Escobar, esposo de Yoani Sánchez y jefe de redacción del diario digital 14ymedio, elaborado desde un gris edificio de microbrigada en el reparto Nuevo Vedado, dijo a DIARIO LAS AMÉRICAS que la reacción del régimen es una “pataleta”.
“Pensar que un segmento de cubanos que se quejan por los altos precios y mala calidad de los servicios de internet son manipulados por Yoani es una teoría muy primitiva. Todos sabemos que en Cuba son mayoría los que critican los precios excesivos de ETECSA. Esa campaña para desacreditar a Yoani es un arma de doble filo. Muchos comentarios en sitios oficialistas, que ni siquiera sabían quién era Yoani, coinciden en que se deben abaratar esos servicios. Desde luego que Yoani no organizó ni lideró ninguna campaña. Incluso, cuando aconteció el primer twiteo a favor de que bajaran los precios, ella estuvo a la expectativa. Fue en la segunda campaña que se sumó. Como una cubana más, molesta por los precios absurdos que impone ETECSA a internet, que es un derecho universal”.
Joel, el ingeniero agrónomo, también se incorporó a la cruzada y retuiteó el hashtag #BajenLospreciosdelaInternet. Dice que el nombre de Yoani le suena de algún lado, pero no puede precisar de dónde. “Si ella fue preparada por los ‘yumas’ como líder en este tipo de estrategia y reclama lo mismo que el pueblo, bienvenida sea”.
Esta vez la ‘enemiga’ del régimen tiene muchos seguidores en Cuba que opinan lo mismo.