SANTIAGO DE CUBA.- Este sábado Santiago de Cuba amaneció sitiada por chivatos y comandos paramilitares. La policía del régimen, prosigue las detenciones arbitrarias, mientras que las tropas regulares permanecen en la periferia, listas para reprimir a quienes protesten contra el hambre, el desabastecimiento y los apagones.
El régimen, teme que el pueblo adelante el cacerolazo y las manifestaciones convocadas por el grupo Archipiélago para el 14 y el 15 de noviembre; también que los ciudadanos reivindiquen públicamente sus derechos, violados por el PCC y ausentes dentro de la narrativa del régimen, reseña Diario de Cuba.
El miedo y la hostilidad hacen un pulso contra la impunidad de los represores que, vestidos de civil, intentan camuflarse en la vida cotidiana. Cercados y acorralados subsisten los opositores, que entre amenazas y humillaciones se las ingenian para evadir el estado de terror impuesto por los militares.
Arrinconados, también figuran los participantes en las manifestaciones del 11J, contra quienes se ceba la hostilidad e inequidad de los tribunales.
Interrogatorios, despidos laborales, persecuciones, linchamientos mediáticos, mítines de repudio, cartas de advertencias, multas, cancelación de cuentas en internet, acoso telefónico, confiscación de móviles y amenazas de violencia física preceden la marcha y presagian sus consecuencias.
Aunque el dictador Miguel Díaz-Canel dijo anoche que "Cuba es una nación de paz y abierta al diálogo", en la segunda ciudad en importancia de la Isla los comunistas se preparan para apalear al pueblo, fórmula concebida para blindar al socialismo y amordazar a los habitantes.
El céntrico Parque Céspedes, sitio fijado para el inicio de la manifestación del 15N, está desierto. De igual forma la Seguridad del régimen custodia la Plaza de Marte, donde concluirá la peregrinación en favor de la liberación de los presos políticos y los derechos humanos.
FUENTE: Con información de Diario de Cuba