CARACAS.- ¿Venezuela se arregló? La campaña comunicacional del chavismo genera un intenso debate entre quienes, sin apoyar a Nicolás Maduro, tienen la percepción de que hay una recuperación parcial del país y de otro lado, quienes consideran que esta percepción es solo parte de una burbuja económica.
Según la consultora Anova Policy Research “luego de ocho años de recesión económica la Venezuela de mediados de 2022 ha empezado a mostrar señales de recuperación parcial en ciertas capas de su maltrecho tejido productivo”.
En su más reciente informe los analistas de Anova explican que desde finales de 2017, el avance de la dolarización transaccional, el relajamiento de los fuertes controles que acosaban la actividad privada, y la política de aduanas abiertas para la importación de bienes terminados, sentaron las bases para el “renacer” de las actividades de comercio y servicios orientados al consumo final.
Sostiene que -a diferencia de los años precedentes- la mayor disponibilidad de bienes de consumo final en 2022 es notoria e inocultable. “En este contexto, la parte de la población que tiene acceso, al menos parcial, a ingresos personales en divisas, ha recuperado sus niveles de consumo. Estos mayores niveles de consumo, incluyendo notorios brotes de consumo conspicuo en las grandes ciudades, han fortalecido la percepción de que una recuperación general en los niveles bienestar de la población está ocurriendo”.
En el informe se destaca que a pesar de la mayor disponibilidad de bienes “existe evidencia empírica de que el crecimiento de los ingresos promedio y la mayor disponibilidad de bienes de consumo no se traduce, necesariamente, en mayores niveles de consumo para toda la población (…) En particular, la persistente debilidad del mercado laboral venezolano, en ausencia de mecanismos fiscales compensatorios y transferencias externas, crea barreras estructurales para la recuperación del consumo de una parte importante de la población. Se puede decir, con bastante certeza, que el renacer de la economía venezolana y el bienestar que ha producido el rebote parcial del consumo no tiene una ancha base poblacional”.
El economista Omar Zambrano, director de Anova Policy Research explica que existe “evidencia muy importante sobre la naturaleza del crecimiento económico reciente. con principales resultados: Luego de ocho años de recesión, Venezuela muestra señales de recuperación parcial en ciertas (limitadas) capas de su maltrecho tejido productivo”.
Aunque Zambrano reconoce que “los ingresos promedio están aumentando y hay evidente mayor disponibilidad de bienes y servicios en los anaqueles”, sostiene que la disponibilidad no se traduce en consumo para toda la población.
Zambrano resume las barreras estructurales para participar de los beneficios de la recuperación de la siguiente manera: 1. Poca gente participa en el mercado laboral 2. Salarios privados creciendo, pero bajos 3. Salarios públicos en niveles precarios 4. Remesas compensan solo a algunos 5. Pocos tienen ahorros en dólares.
Según los análisis de Anova solo el 53,8 % de las personas entre 15 y 64 años participa en el mercado laboral. Esta es la tasa de actividad laboral más baja de toda la región e implica que unos 8,8 millones de adultos en edad productiva no generan ingresos autónomos y están en situación de dependencia.
Por otra parte, sostienen que los ingresos laborales del sector privado mejoran, pero siguen siendo muy bajos: Estimaciones de campo recientes indican que la remuneración promedio del sector de comercio y servicios del Área Metropolitana de Caracas alcanzó en abril de 2022 apenas US$ 116 mensuales.
En el caso de los salarios del sector público, en el informe se concluye que este sector ocupa aproximadamente a 2.2 millones de empleados, con un salario promedio de US$ 17,9 mensuales.
Las remesas tampoco compensan a la mayoría. Aunque sirven para algunas familias, su alcance es insuficiente. En el informe se detalla que la proporción de hogares que perciben ingresos por remesas es de 24,3%. En promedio, estos hogares reportaron recibir solo 65,8 USD mensuales.
Zambrano destaca que, aunque los ingresos per cápita promedio de los venezolanos en dólares aumentaron aproximadamente 65% entre 2020 y 2021, este crecimiento no favoreció por igual a todos los estratos de la población.
Incluso, alerta que las “brechas de bienestar resultan ya notorias. La dualidad actual de la economía venezolana se expresa en islas urbanas de dinamismo consumo que coexisten con segmentos que viven en condiciones de vida precarias o altamente vulnerables”.
El crecimiento no favorece a la mayoría
Aunque en el análisis de Anova se reconoce que los ingresos per cápita promedio de los venezolanos, expresados en dólares, aumentaron aproximadamente 65%, en promedio, entre 2020 y 2021, se advierte que este crecimiento no favoreció por igual a todos los estratos de la población.
Entre las conclusiones del estudio se indica que el ingreso de los más pobres no se está recuperando. “De acuerdo con el análisis del sesgo pro-pobre del crecimiento de los ingresos, en términos absolutos, el ingreso del 30% de la población más pobre cayó o permaneció estancado entre 2020 y 2021, ello a pesar de que el ingreso promedio de la economía aumentó 65% durante ese periodo. Lo anterior implica que existen barreras efectivas que evitan que los más pobres tengan acceso a los beneficios del crecimiento observado”, se explica en el estudio.
Por otra parte, se indica que, en términos relativos, solo el 10% más rico de la población mejoró su posición en la distribución. “Esto ratifica que los resultados obtenidos desmejoran inequívocamente la distribución del ingreso en Venezuela y que el crecimiento observado pueda ser categorizado como anti-pobre”.
Adicionalmente se advierte que los indicadores globales de desigualdad se están deteriorando abruptamente. “En 2020 el ingreso promedio del 20% más rico de la población era 23 veces superior al ingreso promedio del 20% más pobre, mientras que, en 2021, el ingreso del 20% más rico fue 46 veces mayor al del 20% más pobre”.