Todos hemos pasado alguna vez por esa situación: tenemos un almuerzo o una cena de trabajo en la que se promueven las charlas informales, pero al mismo tiempo está claro para todos que mucho girará en torno a lo laboral, ya que es el punto común a todos los comensales. ¿Existe alguna regla sobre cómo manejar estas situaciones? ¿Cuándo es bueno entrar de lleno a hablar de la oficina y cuándo no?
La coach alemana Carolin Lüdemann recomienda atenerse a este principio: al llegar siempre es bueno tener una conversación más relajada, algo que permita entablar otro tipo de contacto con los demás colegas invitados. Dado que ese suele ser uno de los objetivos centrales de este tipo de encuentros, es bueno continuar la conversación durante el primer plato y esperar más bien al plato principal para pasar a hablar de temas de trabajo.
Por lo general es el jefe o el superior el que lleva la conversación hacia temas laborales, pero también puede ser usted el que tome la iniciativa.
Otro momento un poco incómodo puede ser la hora de pagar la cuenta. ¿Quién debería abonar? En Alemania los gastos suelen ir por cuenta de quien propuso el encuentro, ya que se entiende que de algún modo es el anfitrión.
Pero si no fue una propuesta de una persona en particular, uno puede estar atento a otros indicios. ¿Quién eligió el local? ¿Quién llega primero y asume el papel de organizador yendo a consultar al mozo cuál es la mesa? Esa suele ser la persona que después pagará.
FUENTE: dpa