MIAMI.- La depresión y la ansiedad son dos de los principales problemas de salud mental que afecta el mundo moderno, en el que algunas personas buscan la “dopamina” para conseguir un estado de placer y felicidad que termina siendo efímero.
La falta de sociabilidad a raíz de la pandemia, el trabajo online y las redes sociales, sumado a la “facilidades” del mundo moderno, abren paso a estos trastornos de salud mental
MIAMI.- La depresión y la ansiedad son dos de los principales problemas de salud mental que afecta el mundo moderno, en el que algunas personas buscan la “dopamina” para conseguir un estado de placer y felicidad que termina siendo efímero.
Para 2023, el 5% de adultos en el mundo padecen de depresión y el 4% de trastorno de ansiedad, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). Sólo en Estados Unidos, la ansiedad afecta a 40 millones de personas cada año, mientras que la depresión es la principal causa de discapacidad para los estadounidenses de 14 a 44 años.
De acuerdo con el psiquiatra Thair Kassam, la falta de sociabilidad a raíz del encierro de la pandemia y del surgimiento de los trabajos online, el uso masivo de las redes sociales, sumado al hecho de que se ha perdido “el sentido de la vida”, han abierto paso a trastornos de depresión y ansiedad en la sociedad actual.
“Antes teníamos objetivos más claros de trabajar para poder comprar una casa, un carro, tener una familia o disfrutar las navidades. Había cosas que le daban sentido a nuestras vidas. Ahora, últimamente, en el mundo, aunque la pobreza sigue existiendo, el acceso a los alimentos y a un techo ha sido un poco más fácil, entonces se ha perdido el sentido de la vida”, explica en conversación con DIARIO LAS AMÉRICAS.
A esto se le suma “el encierro” por la pandemia de COVID-19, en la que los trabajos telepáticos y el acceso a las redes sociales “deprimieron” a las personas por la “falta de sociabilidad”.
“El ser humano es un ser sociable. A mayor se sea, menos depresión. Y las redes sociales han afectado nuestra sociabilidad, aunque se dicen ser sociales, de sociales no tienen nada. El contacto humano, el comer en la mesa, el salir a tomar su café con un amigo, todo eso se ha venido desplazando por las redes sociales”, indica.
Kassam explica que la ansiedad y la tristeza son emociones “completamente normales”, que pueden experimentar las personas en su vida por distintas situaciones. Por ejemplo, las personas pueden sentir ansiedad antes de presentar un examen, viajar en avión, conocer a una nueva persona o vender alguna mercancía.
“Antes de salir, un comerciante desesperado por vender su mercancía sabe si la va a vender o no. Alguien que va a viajar, si le va a ir bien o no le va a ir bien. Alguien que va a presentar un examen, si lo va a pasar o no. Eso genera una ansiedad que es completamente normal”, indica.
Al igual que tener sentimientos de tristeza por perder a un ser querido, a una casa o pasar por un proceso de divorcio. “Son sentimientos de tristeza normales de los duelos, que los duelos también son completamente normales”, apunta.
En el caso de la ansiedad, resalta, necesita un tratamiento cuando existe una “preocupación excesiva”, que va aumentando en “intensidad” y se torna en “pensamientos negativos o distónicos”, que van en contra de las creencias de las personas, para que se transformen en pesimistas o fatalistas.
Esa respuesta natural a las amenazas o incertidumbre se vuelve excesiva, cuando va acompañada de una preocupación exagerada, inquietud, tensión, dolores de cabeza o del cuerpo y aumento del ritmo cardíaco. Además, una respiración acelerada (hiperventilación), sudoración, temblores, sensación de debilidad o cansancio, adormecimiento de las piernas y problemas para concentrarse. “Son síntomas somáticos porque cuando la mente ya no puede más, lo pasa inconscientemente el cuerpo”, señala.
En cuanto a la depresión, deja de ser “normal” cuando comienza a presentarse a diario, la mayor parte del día o por más de 15 días seguidos, acompañado de la falta de motivación y energía. Otros síntomas de depresión son: la dificultad para concentrarse, el sentimiento de culpa excesiva de baja autoestima, los pensamientos de culpa, la falta de esperanza acerca del futuro, la pérdida de apetito, disminución de la concentración, del lívido sexual y la alteración del sueño, junto a los pensamientos de muerte o suicidio. “Cuando aparecen por lo menos cinco de estos síntomas hay que buscar ayuda”, apunta el especialista.
No obstante, recomienda tener cuidado con el “sobrediagnóstico” y el “infradiagnósticos”, en vista de que aunque existen países en el que cualquiera que tenga un poquito de tristeza o un poquito de ansiedad les hacen diagnósticos y medican a los pacientes, en otros “no prestan atención” y lo “infravaloran”.
“Por eso es importante buscar ayuda profesional, porque nosotros sabemos muy bien cuándo es en realidad un trastorno y cuándo no, cuándo debe ser tratado con medicación y cuándo no, cuándo tiene que ser tratado con psicoterapia y cuándo no, y cuándo tiene que haber un tratamiento mixto”, precisa.
La ansiedad y la depresión, señala Kassam, influirá a la “larga” en la sociedad mundial. Esto, en vista de que en los próximos años se estima que sea una de las primeras causas de discapacidad laboral en el ámbito mundial. “Va a influir en los trabajos de las personas y en la economía en general”, agrega.
En este sentido, el psiquiatra indica que se debe tener en cuenta lo “controversial” que puede llegar a ser la tecnología, puesto que, aunque pueda hacer la vida “mucho más fácil” para algunas situaciones prácticas, han llevado al “aislamiento” de las personas. “Ahora todo el mundo está pendiente de su teléfono, de las pantallas, de alejarse del calor humano, de la empatía con el otro”, menciona.
Recomienda a los individuos “desconectarse” de la tecnología y “conectarse” con el mundo real, para dirigir el cerebro hacia la oxitocina o la serotonina, que son las otras hormonas del amor que dan la sensación de una felicidad que, aunque “menos intensas”, son más “graduales” y “constantes”, por lo que terminan siendo “más reales”.
También aconseja apagar los teléfonos, televisores y dispositivos tecnológicos para compartir actividades con amigos, como un café, una comida, un picnic, tiempo de lectura o de arte, para crear un acercamiento con la comunidad. “Hay que cambiar el placer muy intenso, pero efímero y momentáneo, de la tecnología, las drogas, las apuestas y la adicción al sexo (...) Desconectarnos de las adicciones y conectarnos con lo real”, enfatiza.