MIAMI.- Aproximadamente 1 de cada 8 hombres será diagnosticado con cáncer de próstata a lo largo de su vida, afirma un estudio del National Cancer Institute. Si ampliamos ese mapa estadístico, vemos que la tasa de incidencia es de unos 120,2 casos por cada 100.000 hombres al año.
Si miramos el patrón del diagnóstico, este se concentra en edades avanzadas, pues la mayoría de los casos se detectan en hombres mayores de 65 años. No obstante, las principales guías internacionales coinciden en que la edad de inicio para la evaluación del riesgo de cáncer de próstata depende del perfil individual de cada hombre. Ahora bien, en cuanto a quienes tienen riesgo promedio, entidades como la American Urological Association (AUA) y la European Association of Urology (EAU) aconsejan iniciar con la prueba del antígeno prostático específico (PSA) alrededor de los 50 años, teniendo en cuenta la expectativa de vida y las preferencias del paciente.
De acuerdo con la American Cancer Society (ACS), los hombres sin factores de riesgo significativos pueden iniciar esta discusión también a los 50 años, pues es a partir de esta edad cuando la incidencia aumenta de forma sostenida. Estas recomendaciones se basan en evidencia que apunta a que el PSA no debe usarse de manera automática, sino dentro de un enfoque de detección informada y personalizada.
En el caso de los hombres con mayor riesgo, las guías ajustan la edad de inicio. Tanto la AUA como la EAU aconsejan iniciar alrededor de los 45 años si existe historia familiar de cáncer de próstata o ascendencia afrodescendiente, pues estos grupos presentan mayor incidencia y mortalidad.
La ACS añade que los hombres con riesgo muy alto (como aquellos con dos o más familiares de primer grado afectados o con mutaciones como BRCA1/BRCA2) deberían empezar aún antes, alrededor de los 40 años.
Un diagnóstico temprano
Durante décadas, el diagnóstico del cáncer de próstata estuvo asociado casi exclusivamente al tacto rectal, que es un examen rápido y útil, pero limitado en cuanto a los resultados.
En la actualidad, gracias a los avances tecnológicos y a una visión más precisa del riesgo, la medicina ha entrado en una nueva era donde la detección precoz combina análisis más precisos, imágenes de alta resolución y herramientas capaces de distinguir entre tumores agresivos y aquellos que probablemente nunca afectarán la vida del paciente.
Este cambio no solo mejora la precisión diagnóstica, sino que reduce intervenciones que realmente no son necesarias y permite tratamientos más personalizados.
Lectura del PSA
El primer paso para entender esta evolución es comprender que el antígeno prostático específico (PSA) ya no se interpreta como antes, según precisa la European Association of Urology. Es decir, un PSA elevado no significa automáticamente cáncer y un PSA normal no excluye su presencia.
Como recalca un estudio de la National Library of Medicine, hoy se considera un marcador de riesgo dinámico, influido por la edad, el tamaño de la glándula, el ritmo de aumento anual y los antecedentes familiares. De hecho, muchas guías internacionales recomiendan iniciar la conversación sobre el PSA alrededor de los 50 años, o antes si hay historia familiar o ascendencia afrodescendiente.
La resonancia magnética multiparamétrica
Uno de los avances más relevantes ha sido la resonancia magnética multiparamétrica (RMmp). Así lo plantea un estudio publicado en The New England Journal of Medicine. Este examen permite visualizar la próstata con enorme detalle, identificando lesiones sospechosas antes de realizar una biopsia. Su uso ha reducido significativamente las biopsias innecesarias —procedimientos invasivos con riesgo de sangrado e infección— y ha aumentado la detección de tumores clínicamente significativos. Un resultado negativo en la RMmp, en muchos casos, permite al paciente continuar en vigilancia sin necesidad de someterse a una biopsia inmediata.
Biopsias
A la RMmp se suman las biopsias dirigidas por fusión de imagen, una técnica que combina la resonancia con la ecografía en tiempo real, apunta la National Library of Medicine.
Esto permite al urólogo acceder de forma precisa a las áreas sospechosas, disminuyendo la posibilidad de pasar por alto tumores agresivos.
Lejos quedaron los tiempos en que las biopsias eran “a ciegas” y dependían exclusivamente del azar.
Biomarcadores
Asimismo, han surgido biomarcadores avanzados en sangre, orina y tejido prostático. Pruebas como el 4Kscore, PHI o PCA3 ayudan a estimar la probabilidad de un cáncer agresivo, orientando mejor las decisiones clínicas, estima el World Journal of Men’s Health.
Aunque no sustituyen a los estudios tradicionales, aportan una capa adicional de información que puede evitar intervenciones innecesarias.
La inteligencia artificial
Por otro lado, la medicina incorpora paulatinamente herramientas de inteligencia artificial capaces de analizar imágenes y patrones moleculares para predecir el comportamiento de un tumor. Estas tecnologías prometen una interpretación más objetiva y consistente, lo cual se traduce en beneficios para los pacientes.
Más precisión
Podemos atisbar el futuro del diagnóstico del cáncer de próstata, que se enrumba hacia un enfoque personalizado, preciso y menos invasivo. El objetivo es que la detección temprana no signifique ansiedad ni procedimientos excesivos que puedan atemorizar al paciente e incluso retrasar las revisiones, sino información clara y decisiones basadas en evidencia.
Para los hombres, esto representa una oportunidad invaluable para conocer su riesgo, actuar en el momento adecuado y evitar tratamientos innecesarios.