MIAMI.- La falta de sueño constituye una “epidemia global”, que amenaza la salud y calidad de vida de casi la mitad de la población mundial, según a Asociación Mundial de Medicina del Sueño (WASM, por sus siglas en inglés). El no dormir bien afecta nuestro sistema inmunológico, ocasionado problemas médicos, que van más allá de estar adormilado o de alterar el humor.
De acuerdo con la Asociación Estadounidense del Corazón (AHA), la falta de sueño puede perjudicar con el tiempo la salud cardiovascular, aumentando el riesgo de ataques cardíacos y accidentes cerebrovasculares.
La evidencia entre la interrupción del sueño y la salud cerebral es tan convincente, que la AHA añadió una duración saludable del sueño a sus recomendaciones “Life's Essential 8” para minimizar la posibilidad de padecer un derrame cerebral.
Los problemas del sueño, según una declaración científica de la AHA publicada en marzo de 2024 por la revista Stroke, pueden aumentar el riesgo de enfermedades cerebrovasculares, entre ellas, las afectaciones de los vasos sanguíneos del cerebro, incluidos, los ACV “silenciosos”, que pasan desapercibidos. Además, pueden generar problemas cognitivos.
Sueño de calidad
Un adulto, según la asociación del corazón, debe dormir entre siete y nueve horas cada noche. Susan Redline, profesora de medicina del sueño en la Facultad de Medicina de la Universidad de Harvard, recalca que el sueño debe ser de calidad.
“Incluso si duerme al menos siete horas, las interrupciones del sueño pueden impedirle dormir lo suficiente y también pueden provocar aumentos repentinos de presión arterial no saludables”, señala Redline, quien fue co-autora de la declaración de la AHA.
Menciona que en el transcurso de la noche las personas pasan por diferentes fases del sueño y tienen aproximadamente, una cuarta parte del tiempo en sueño profundo (de ondas lentas), una fase que es vital para restaurar la energía y apoyar la memoria.
Mantenimiento del cerebro
Explica que la presión arterial y la frecuencia cardíaca están en su punto más bajo durante el sueño profundo. En este período el sistema de mantenimiento del cerebro (una serie de canales llamado sistema glinfático, que drena el líquido cefalorraquídeo) elimina las toxinas, incluida la beta-amiloide y otras proteínas relacionadas con la enfermedad de Alzheimer.
“Cuando las personas no duermen lo suficiente, es posible que la presión arterial no disminuya como debería. Esto puede desencadenar la actividad de las células de las paredes de los vasos sanguíneos y activar una inflamación dañina. El sistema linfático, cuya función depende de la salud de los vasos sanguíneos del cerebro, puede fallar”, según reseña el Harvard Health Publishing.
Las interrupciones breves del sueño, especialmente los causados por la apnea del sueño, pueden provocar aumentos repentinos de la hormona epinefrina (que incrementa el ritmo cardíaco) y elevar la presión arterial, un problema conocido como hipertensión nocturna. “Estas elevaciones de la presión arterial pueden dejar a las personas en riesgo de sufrir problemas cerebrovasculares”, agrega Redline.
Demencia por infarto múltiple
Además, los pequeños coágulos o microhemorragias pueden dañar los pequeños vasos sanguíneos profundos del cerebro y provocar los llamados accidentes cerebrovasculares silenciosos, que no causan síntomas perceptibles. “Pero una serie de accidentes cerebrovasculares de este tipo con el tiempo pueden provocar una afección conocida como demencia por infarto múltiple”, apunta la revista de Harvard.
Redline recomienda a los pacientes con problemas del sueño, consultar a su médico para identificar y abordar el problema oportunamente.
Indica que se pueden utilizar dispositivos portátiles (monitores que se llevan en la muñeca o en el dedo) que cuentan con aplicaciones que miden la eficiencia del sueño. Estos datos pueden proporcionar pistas sobre despertares breves y movimientos de las extremidades durante el sueño, menciona Redline.
Igualmente, aconseja seguir los pasos del “Life's Essential 8”, que están estrechamente relacionados entre sí. “Piense en el sueño como uno de los hábitos vitales que ayuda a reforzar todas las demás prácticas saludables”, subraya.
FUENTE: Con información de Harvard Health Publishing