viernes 14  de  noviembre 2025
SALUD

Salud femenina y fisioterapia, una alianza efectiva

La fisioterapia para afecciones del suelo pélvico se enfoca en propiciar la recuperación de la función muscular a través de ejercicios orientados por el médico
Diario las Américas | GRETHEL DELGADO
Por GRETHEL DELGADO

MIAMI— La fisioterapia o terapia física es determinante a la hora de tratar problemas que presentan las mujeres en torno al área del suelo pélvico. Existe un abanico de tratamientos que puede incluir la prevención o manejo de la disfunción sexual, los efectos de la menstruación, la incontinencia urinaria, y las complicaciones antes y después del embarazo. Todo ello gracias al mejoramiento de los músculos pélvicos, que sostienen el útero, la vejiga, la uretra y el recto.

En dependencia de la afección, los tratamientos incluyen medicamentos, cirugía, estimulación eléctrica, implante quirúrgico, uso de dispositivos, variaciones en la dieta, inyecciones de Botox (toxina botulínica), y terapia física. El último punto se enfoca en propiciar la recuperación de la función muscular en el suelo pélvico, de ahí que las terapias cuenten con un programa de ejercicios tanto con el fisioterapeuta como en casa.

El tratamiento, que se diseña según las necesidades del paciente, puede contener sesiones de estimulación eléctrica para reducir el dolor y un plan de ejercicios para la reeducación neuromuscular.

Para entender mejor qué área abarca el llamado suelo pélvico, el Memorial Sloan Kettering Cancer Center explica que “los músculos del suelo pélvico constituyen la parte inferior de la pelvis y sostienen los órganos pélvicos. Son los músculos que usaría para detener el chorro de orina o evitar expeler gases o defecar. También son los músculos que se pueden contraer (se tensionan) durante un orgasmo”.

Qué factores provocan los trastornos del suelo pélvico

Los Institutos Nacionales de la Salud (NIH) de EEUU plantean varios factores que pueden provocar afecciones en el suelo pélvico en la mujer. Primero, el embarazo y el parto constituyen “un área de investigación muy activa”, y según algunos estudios, “el riesgo aumenta con la cantidad de hijos que tenga una mujer”. Además, “el riesgo podría ser mayor si durante el parto se utilizaron fórceps o ventosas”.

Segundo, “factores que ejercen presión sobre el piso pélvico”, como sobrepeso u obesidad, estreñimiento crónico y esfuerzo para movilizar el intestino, y tos crónica provocada por el cigarrillo u otros problemas de salud”.

En tercer lugar, está el envejecimiento. El área “se puede debilitar a medida que la mujer envejece. Sin embargo, este debilitamiento no les ocurre a todas las mujeres”.

El cuarto punto comprende el hecho de tener tejidos más débiles: “Los genes y la raza afectan la fortaleza de los huesos, los músculos y los tejidos conectivos de la mujer. Las mujeres nacidas con tejidos genéticamente más débiles son más propensas a tener prolapso de los órganos pélvicos”. Como dato curioso, “las mujeres afroamericanas podrían tener menos riesgo de tener prolapso de los órganos pélvicos que las mujeres de otras razas”.

Un quinto factor es que “el uso de radiación en la zona pélvica de una mujer para tratar el cáncer endometrial, de cuello uterino u otros tipos puede dañar los tejidos y los músculos del piso pélvico”.

Y en sexto lugar están “la histerectomía y la cirugía previa para corregir el prolapso”.

Como refiere la página de NIH, “los trastornos del suelo pélvico afectan a mujeres de todas las edades. Los expertos estiman que 1 de cada 3 mujeres en los Estados Unidos tiene una afección del suelo pélvico. Pero debido a que muchas mujeres no lo informan a su médico, es probable que sean mucho más comunes”.

Este último punto es corroborado también por la página de Health Services de Los Angeles County: “En promedio, las mujeres no suelen decirles a sus médicos que tienen problemas con la incontinencia hasta 7 años después del inicio”.

Por eso es primordial atender el problema en las primeras etapas y mantener un diálogo abierto con los médicos de atención primaria para ser referidos a tiempo a un especialista y comenzar con la terapia física. Los proveedores de salud recalcan la posibilidad que tienen las pacientes de que, en caso de sentir vergüenza, soliciten que una mujer las atienda.

Ejercicios de Kegel

Ante todo, hay un primer proceso de reconocimiento de estos músculos, de modo que al contraerlos solo se trabaje en esa área, y se evite contraer los glúteos, los muslos o el abdomen. Para lograrlo, MedlinePlus recomienda que “la próxima vez que usted tenga que orinar, empiece a hacerlo y luego pare. Sienta cómo los músculos de la vagina, vejiga o ano se ponen tensos y se suben. Son los músculos del piso pélvico”.

Después de lograr ese aislamiento muscular, uno de los ejercicios propone hacer de dos a tres sesiones diarias, para lo cual se debe buscar una posición cómoda, preferiblemente acostada o sentada, y después de vaciar la vejiga. Con la práctica, será cómodo hacerlos de pie y durante otras labores.

La respiración es importante en este ejercicio, tanto como en sesiones en el gimnasio. Primero hay que inhalar, y al exhalar se comienzan a contraer los músculos del suelo pélvico por unos 5 segundos aproximadamente. Luego hay que inhalar nuevamente mientras se relajan los músculos. Esto se puede repetir unas 10 veces por sesión.

Ahora bien, como recalca MedlinePlus, “no haga un hábito de hacer ejercicios cada vez que vaya a orinar. Una vez usted sienta que puede identificar los músculos con comodidad, realice los ejercicios mientras está sentado, pero NO cuando orine”.

Según refiere esa página, “después de 4 a 6 semanas, la mayoría de las personas observa una mejoría, pero puede tomar hasta 3 meses para ver un cambio considerable”.

Como se explica en la página de NIH, en muchas ocasiones la incontinencia urinaria se aborda de manera combinada. Por ejemplo, una mujer puede necesitar ejercicios de Kegel y un tratamiento quirúrgico.

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