La entrevista del periodista Rui Ferreira al académico cubano Rafael Hernández deja un sinsabor en el paladar de la justicia y la verdad.
Algunas de las expresiones de Hernández, cándidas y eufemísticas en demasía, muestran a un Gobierno cubano que dista años luz de una realidad que trasciende las fronteras de uno de los regímenes más criminales y oportunistas en la historia de la humanidad.
Decir que el Gobierno cubano, en el deshielo de las relaciones con Estados Unidos, está actuando “de buena voluntad”, no lo cree ni un niño nacido en Mongolia, y no porque “mongo” sea uno de los gentilicios de ese país asiático.
Los desamores sufridos por antiguos aliados de Cuba, no dan pie para pensar distinto. En su momento, la Unión Soviética, China, y en tiempos más recientes, Venezuela, recibieron flores y halagos de Cuba, con altas dosis de amor provisto de aires de naturalidad. Pero ¿fueron relaciones que nacieron de la buena voluntad de Fidel y Raúl Castro o de la necesidad de obtener algunas prebendas?
Otro punto, que podría ser la pisca de pimienta en los frijoles negros, es la palabra “confianza”. El académico y editor de la revista “Temas” afirma que ese es uno de los aspectos más importantes que le ha brindado Cuba a los Estados Unidos, en esta nueva etapa.
Pero ¿se puede confiar en un Gobierno que viola sistemáticamente los derechos humanos y los acuerdos internacionales, que respalda a terroristas y mantiene en el ostracismo a un pueblo ávido de cambios? Si el término “confianza” se refiere a la posibilidad de permitir ondear la bandera estadounidense en territorio cubano y recibir en días próximos, con honores o sin ellos, al presidente Obama, en La Habana, entonces “Patria o muerte, venceremos” es un slogan que en breve estará exhibido en una nueva sección del parque de Disney.
Hablar de “buena voluntad” y “confianza” son dos temas que tocan la sensibilidad del ser cubano. Fidel, en el pasado, y Raúl, en tiempos recientes, son dos gobernantes con las peores calificaciones en esas delicadas materias.
