CAMILA MENDOZA
@camila_mendoza
“Estoy tomando unas pastillas que se llaman: ‘Me importa un carajo’. Te las recomiendo, son de 500mg”, bromeó Carlos Otero mientras comenzábamos a conversar.
El amor parece estar en crisis y eso es motivo suficiente para que Carlos Otero decidiera construir un búnker y blindar su relación en un lugar sencillo
CAMILA MENDOZA
@camila_mendoza
“Estoy tomando unas pastillas que se llaman: ‘Me importa un carajo’. Te las recomiendo, son de 500mg”, bromeó Carlos Otero mientras comenzábamos a conversar.
Detrás de esa respuesta, hay mucho de verdad. El presentador cubano ha estado en el ojo de huracán por mantener un romance que lo ha hecho cargar con la cruz de la envidia y la crítica constante.
“Que me digan viejo verde está bien. El verde es un color bonito, el color de la esperanza. Y por lo viejo… bueno, acabo de cumplir 57 años. No me puedo quejar”, dijo Otero, quien celebra dos años de feliz romance con la espléndida modelo y cantante cubana, Haniset Rodriguez, 33 años más joven que él.
Asumir la relación no fue nada simple para este hombre que se define como ‘hijo de Changó’. Ambos comparten el mismo lugar de trabajo, y la joven de 24 años está empezando su carrera frente a un Carlos Otero, más que consagrado en el mundo de la televisión.
“Hace años yo pasé una depresión que no se la deseo a nadie. Toqué fondo…”, me dijo mientras desataba un largo silencio, y admitió que estuvo una semana “tirando en la cama, llorando, sin bañarse y sin comer: Fue una cosa horrible”.
Pero como un león herido se levantó, y aunque reconoce que a veces se tambalea, a él nada ni nadie lo puede tumbar. “Si me tumbo lo hago yo mismo, pero lucho contra eso”.
El amor parece estar en crisis y eso es motivo suficiente para que Carlos Otero decidiera construir un búnker y blindar su relación en un lugar sencillo, donde ambos disfruten la vida junto a los hijos del presentador:
“Nos hicimos novios y al día siguiente le dije: ‘Tú te vienes a vivir conmigo’. Y fue difícil, porque ella tomó decisiones en contra de su propia familia, que nunca estuvieron de acuerdo. Le tuvo que decir bye bye a su mamá y me siguió. Es muy valiente y por eso la admiro. Una de las cosas más lindas que me ha sucedido en la vida fue encontrarme con esta mujer. Ella es un ser de otro planeta. Madura, profesional y que sabe lo que quiere en la vida”.
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Después de arroparla en agasajos, Carlos asomó un respiro. Enamorado como un adolescente, el cincuentón viene de vuelta. Se le nota que ha dejado de mirarse a sí mismo. Y quizá ahí está la clave de su felicidad.
“Uno tiene que madurar y crecer como ser humano”, admitió. “Yo me pasé un año completamente solo. No quería salir con nadie, no quería parejas, no quería nada. Estuve un año sin tener sexo y no me morí. Recuerdo que un día le dije a mi hijo: ‘La próxima mujer que entre en esta casa es la que se va a quedar’. Y así fue”.
¿Tenemos motivos para creer aún en el amor duradero o es tan solo una ilusión, una añagaza, un peligroso espejismo?
Internarse en un tema tan poco tangible es difícil, pero lo real es que Otero destila plenitud. Atrás dejó a las personas que lo catalogaban de arisco y de tener fama de pesado. El amor lo ha despegado de ese estereotipo: “Era el animador número uno en Cuba cuando me fui, y mucha gente pensó que llegué aquí con las puertas abiertas y todas las facilidades del mundo, pero yo soy el único que conoce mi historia”.
Carlos Otero presenta cada noche, a las 9 p.m., el programa de variedades TN3 por América TeVé.
Desde su camerino y frente a la parafernalia propia del mundo donde se mueve, él intenta huir del alboroto y el carnaval de los demás: “Antes me preocupaba mucho por el rating, pero ya no cojo lucha con el trabajo. Lo hago lo mejor posible y si es el resultado es positivo pues felicidades pa’ todo el mundo. Esto no es lo más importante”, dijo minutos antes de salir a escena.