MIAMI.- CAMILA MENDOZA
@camila_mendoza
El popular conductor de CNN en Español logra superar las barreras y asentar bases en un medio de comunicación de marca mundial
MIAMI.- CAMILA MENDOZA
@camila_mendoza
Su pluma es certera, sus comentarios ácidos y le toma el pulso a la calle con una facilidad envidiable. El periodista Camilo Egaña, después de 5 años radicado en Atlanta, terminó logrando lo impensado, que su programa Encuentro sea el primer show de CNN en Español en el que se acepte que un presentador emita opiniones personales ¿Cómo lo consiguió? Tiene que ver con sus años de carrera, más de alguna crisis superada y el hecho de haber podido dinamitar su ego gracias a una encomiable evolución profesional.
La partida
Camilo dejó Miami en 2010. Meses antes había terminado su relación laboral con Mega TV, canal del que fue despedido el mismo día de su cumpleaños, 18 junio. “La persona que me estaba despidiendo me dijo: ‘Espero que sepas que no hay mala leche’. Yo le dije: ‘No ¡qué va! Un día como hoy ¡qué va!”.
Por seis meses pasó lo que él denomina “el dique seco”. Era la segunda vez que se quedaba desempleado. El primer golpe fue su quiebre con Telemundo.
“Después de meses utilizando un solo carro en casa porque no teníamos ni para gasolina, empezaron a llegar las ofertas, entre ellas, la de CNN en Español”, recordó.
En la cadena de noticias conduce Encuentro, programa transmitido de lunes a viernes a las 5 p.m., en el que Camilo está atento al murmullo de la calle. Un ruido que crece cuando él sube el volumen de la conversación hablando de política, cultura y hasta farándula. Sus entrevistas, en momentos álgidas pero reveladoras, se agradecen, más cuando otros periodistas presentan noticieros que estiran hasta el bostezo una hora más tarde.
“La televisión me ha dado de comer muy bien pero me cansa porque está llena de personas frívolas, estúpidas y tontas. Me he encontrado con excepciones, pero en general hay mucho ego y poca alma”.
Lejos del poder
En un medio de comunicación de marca mundial, donde cualquier impostura parece pactada de antemano, este filólogo graduado de la Universidad de La Habana juega a la incorrección, pero también demuestra que en realidad esa es su esencia, más nítida que nunca en la pantalla.
“Me han apagado las luces tantas veces… que ya a mis 53 años estoy de vuelta de todas las guerras. He sido uno más yendo a la oficina de desempleo a pedir trabajo y en esos momentos tienes dos opciones: reírte o llorar. Yo he optado por reír”.
Camilo es divertido, habla claro y sin tanto remolino inútil. No parece ser presentador de una cadena de noticias, porque tiene la lengua afilada, llena de ironía e inteligencia en su esfuerzo por reflejar un periodismo que él define a partir de las carencias y las urgencias de la sociedad. Uno alejado del poder y el panfletismo.
“A mí no me interesa asistir a recepciones, ni a cocteles. Tampoco acepto almuerzos con nadie ¡¿para qué?! Además la invitación no es para mí, es para la cadena que represento. No tengo tiempo para eso. Yo de lejos con los políticos y los empresarios. No me interesa entrar en contubernio con nadie que tenga poder. Del príncipe hay que estar siempre lejos, poner distancia, porque te queman. Y créeme, al final ninguno de ellos te salva cuando te estás quemando. A mí lo que me gusta es estar tranquilo en mi casa con mi mujer”.
Feliz a los 53 años, Camilo no anhela volver a los 17 (como dice la canción). “Era un joven agónico y muy politizado a esa edad”. Y luego de los 30, peor. Se convirtió en un exiliado y un paria, recordó: “Tengo amigos para los que es un trauma esta edad. Yo me siento maravilloso. No recuerdo con alegría mi juventud. Luego (a los 33) me estaba yendo de mi país, vivía en México lejos de mi hijo y de mi mujer y llegaba a Miami como un paria con 10 dólares en el bolsillo. Además, lo bueno de tener esta edad es que ya no compito con nadie porque vengo de vuelta. Uno sabe que va barranca abajo. Entonces lo que me queda es hacerlo bien para retirarme como Dios manda. Me tomo la vida con absoluta calma junto a Laura (su mujer)”.
¿Cuál es el secreto para que la relación perdure?, le pregunté cuando me dijo que lleva 30 años casado.
“Admirar a la persona que tienes al lado. Mi mujer es la persona más inteligente que conozco y que voy a conocer. Es dolorosamente inteligente y me canta las 40 con una facilidad tremenda. Yo tengo muy mala leche y ella me calma ¿Qué más puedo pedir? Además yo no soy rencoroso, sé pedir disculpas y reconocer mis errores cuando me equivoco. No soy un hombre soberbio ni egoísta, eso se agradece en una relación”.
Lejos de Miami
En la radio y la televisión en Miami se extraña la presencia de Camilo. Y para él también ha sido difícil dejar atrás la brisa tibia y húmeda que lo cobijó por tanto años, luego de que La Habana, su ciudad natal, lo terminara atosigando.
“Caramba… Miami fue la segunda ciudad en mi vida. Atlanta es la tercera… y empezar de nuevo me da un poquito de flojera, pero hay que hacerlo. Aunque la verdad yo dejaría todo por un buen proyecto de radio”, dijo. A lo que luego agregó: “Extraño la comida, el café cubano. Es que Miami no se parece a nada (como dice la canción de Albita). Cuando uno sale del ‘gueto’ hay que acostumbrarse a otro ritmo de vida. A trabajar como lo hacen los americanos, con mayor disciplina porque en Miami lo hacemos todo a nuestra manera: bien, mal o regular. Además hay una precariedad laboral extraordinaria. Aunque tengas un contrato firmado sabes que puede durar lo que dura un merengue en la puerta de un colegio. Eso crea inestabilidad emocional. En Atlanta vivo en inglés todo el día, dejé atrás los pastelitos de guayaba y me siento más tranquilo”.
El tiempo conversando con Camilo vuela a toda velocidad. Al ritmo de sus ideas, tal como sucede al ver su programa Encuentro, en el que muchas veces se burla hasta de su edad.
“No hay nada peor que tener 50 años y que alguien quiera convencerte de que tienes la vida por delante. Mentira, mentira, mentira” repitió hace unos meses. “Tiene sus cosas positivas esta edad porque puedes vivir sin sexo, pero no sin espejuelos. Además, tus secretos están a salvo porque a la mayoría de tus amigos se les olvidaron y a los que no, se están muriendo”, reflexionó entre risas.