MIAMI.- Si usted quiere tener una conversación agradable, de esas que llevan a interesantes sitios, hable con un librero. Que sea observador, con la sensibilidad para detectar gustos literarios y la pasión de quien vive a través de los libros.
MIAMI.- Si usted quiere tener una conversación agradable, de esas que llevan a interesantes sitios, hable con un librero. Que sea observador, con la sensibilidad para detectar gustos literarios y la pasión de quien vive a través de los libros.
En Miami, ubicado en un enorme centro comercial de Westchester y con una modesta puerta, hay un pequeño espacio que supera su tamaño por las historias que lo habitan. La librería Revistas & Periódicos es uno de esos rincones donde el ritmo alucinante de una ciudad ruidosa parece detenerse.
Quizás Miami es una ciudad, y no un pueblo o un sueño trunco, justamente por sus librerías. Son pocas, pero los buenos lectores saben dónde están. Ya lo dijo el escritor Neil Gaiman: "Una ciudad no es una ciudad sin una librería. Puede llamarse a sí misma ciudad, pero a menos que tenga una librería no engaña a un alma”.
Al frente de la librería Revistas & Periódicos, fundada en 1986, los colombianos Norma y Eduardo Durán defienden el amor a los libros por encima del caos, la apatía cultural y la pérdida del hábito de la lectura. Sobreviven como uno de los únicos sitios que venden exclusivamente libros y revistas en español, en una ciudad donde más del 70% de sus residentes son hispanos.
“Ahora hay menos clientes, pero mejores”
“Vinimos en los años 80. El dueño del periódico El Espectador, donde Norma trabajaba, montó un negocio para distribuir revistas y periódicos de Latinoamérica y España. Por eso la librería se llama así, el nombre recuerda a sus orígenes, dice Eduardo Durán sobre un área que les atrajo inmediatamente. “Había pocos libros, pero mucho tránsito de hispanos, y fuimos ampliando la sección de los libros”, acota.
Aunque “antes se vendían más libros masivamente”, según cuenta, “ahora hay menos clientes, pero mejores, más especializados. La venta de revistas y periódicos antes era el 90%; ahora es el 20%. Siempre hemos sido la única librería en español que ha vendido revistas y periódicos”.
Hace unos dos años la renta se hizo muy costosa. “Nos redujimos mucho, pero nos adaptamos a los tiempos”, dice sobre su mudanza al local actual, más pequeño que el anterior en la calle 40 del suroeste, frente al Tropical Park.
Aquí han aprovechado el espacio al máximo. Las altas estanterías y los pasillos estrechos, donde pareciera que las columnas de libros lo arropan a uno, son una suerte de Aleph donde todos los tiempos y todas las historias confluyen.
Tres décadas en el mundo de los libros en español en Miami les han permitido presenciar los cambios en los lectores y en la apreciación de la literatura en el sur de Florida. También han visto a otras librerías quedarse en el camino. Altamira cerró su espacio físico; antes lo hicieron La Moderna Poesía y Universal.
Las ventas se mudan a internet, los ebooks son más baratos que los libros impresos y cada vez resulta más raro ver a un adolescente cruzar el umbral de una librería. “Los lectores jóvenes que vienen son cubanos sobre todo”, apunta Eduardo. “Siguen teniendo ese hábito, vienen por los clásicos o libros que estaban prohibidos en Cuba. Pero aquí suelen venir personas de más de 30 años en general”.
Sin embargo, Eduardo resalta que “han cerrado más librerías que lectores han dejado de comprar libros. Han quedado lectores viudos de otras librerías y han venido hasta aquí”. Pero no nos engañemos. Recibir esta herencia de lectores no significa que se les llenen los bolsillos. A fin de cuentas, sigue siendo una librería, no un supermercado.
“Si usted busca un negocio que dé dinero, ponga un restaurante, no una librería”, bromea. Es por eso que considera su labor “algo más que un trabajo: estamos ejerciendo una profesión”. Con razón, después de una vida “estresante”, él como corredor de bolsa agropecuaria y Norma en el área de la publicidad, ahora “los libros son un trabajo tan descansado que estamos aquí los siete días de la semana y no lo sentimos”.
Somos lo que leemos
“La lectura marca a las personas”, cuenta Eduardo, mientras recorre uno de los pasillos. “A fin de cuentas somos lo que leemos”.
El librero dice que cuando lee a Murakami piensa en Sartre. De un grueso libro de Historia pasa a otro, hilando detalles que solo conoce quien los ha leído. Agarra con cariño un ejemplar de El Quijote como si fuera la primera edición. Se le iluminan los ojos cuando sabe en qué estante está un libro que alguien le ha pedido por teléfono.
“Soy un lector que tiene una biblioteca gratis”, afirma. Este es su lenguaje, su pasión, y junto a Norma siente que las horas no pesan, porque siempre hay historias para aliviar la realidad.
Por eso se encarga de que el flujo de novedades sea constante. “Tenemos los últimos libros que salen en España, incluso antes de que estén disponibles en internet. La librería se define por los clientes. Cuando me traen libros, ya sé para quiénes son”, señala Eduardo sobre su colección, donde no falta la revista ¡Hola!
“Generalmente, al buen lector, un libro le conecta a otro. Siempre vienen a buscar lo nuevo de Isabel Allende, de Arturo Pérez-Reverte, de Carlos Ruiz Zafón o Leonardo Padura”, dice, y mientras conversamos, las llamadas por teléfono son constantes. Quieren saber qué novedades hay.
Pero además de lo que sale al mercado, Durán tiene esos libros que se venden lentamente. “De García Márquez hay que tener todos, de Vargas Llosa también, La Ilíada, El Principito, Platero y yo, esos no pueden faltar”.
Los fieles lectores
Eduardo y Norma son como médicos de historias que saben detectar el tipo de libros que una persona necesita. “Uno tiene que tener una idea clara de qué contiene cada libro, para explicarle a los lectores. Hay un libro para cada persona”, confiesa Eduardo.
Y en ese ejercicio de memoria que la pareja practica en su rutina diaria de clasificación de libros por temáticas, también archivan anécdotas de sus lectores. “Hay un venezolano que viene cada dos meses, y ya sé el tipo de libro que viene a buscar. Se lleva 600 dólares en libros”, dice Durán. También “hay un médico que viene cada mes y se lleva unos 40 libros”.
“Aquí venía mucho un señor que era embajador de Guatemala, y siempre llevaba libros de política y retórica”, precisa Eduardo. “De repente, un día me preguntó por el libro Pedid, que ya se os ha dado, de Esther y Jerry Hicks. Se me hizo extraño el cambio”. En efecto, su olfato de librero le indicaba que había un giro, que alguna pieza se había movido. “Después me enteré de que la esposa estaba enferma y murió de cáncer. Esa fue la razón por la que comenzó a buscar libros de espiritualidad”.
De ahí que afirme, seguro, que “cada persona busca un libro según el momento que está viviendo. Un buen lector siempre encuentra apoyo en los libros”.
Oscar Haza visita la librería con frecuencia, “es cliente permanente de acá”, destaca el librero, con orgullo. “Ya sé los libros que le gustan: los de Churchill, o de largo calado como Historia intelectual de la humanidad, de Peter Watson, Los ingenieros del caos, de Giuliano da Empoli, entre otros”.
“Casi todos los diputados de la asamblea venezolana han venido por aquí. Había un libro que siempre buscaban mucho: Cómo tumbar un dictador, de Óscar Centeno Lusinchi. Leonel Fernández, ex presidente de República Dominicana, suele venir también”, revela, consciente de que “al lector le tomas el perfil y sabes qué libro le gusta. Uno es como un sastre”.
A pesar de la crisis por la pandemia, Norma y Eduardo han salido a flote, llevan la coraza de la constancia. El desafío radica en preservar el amor por la lectura en una ciudad de playas, pantallas y espejismos.
Librería Revistas & Periódicos, 8659 Coral Way, Miami, FL 33155. Teléfono: 305. 264. 4516. www.sulibreria.com.