lunes 9  de  septiembre 2024
RESEÑA

La épica del Ariguanabo contada por un hijo en el exilio

Si un mérito hay que resaltar de este libro, es la honestidad del autor al contar la historia de un pueblo al que solo ha podido volver a través de sus memorias
Por DARCY BORRERO BATISTA

MIAMI.- Un abarcador esfuerzo corporizado en más de 300 páginas donde se amalgaman recuerdos y datos sobre un pueblo que ha hecho Historia: es lo que nos entrega Gerardo Chávez García en su más reciente creación escritural.

Y enseguida la letra cursiva anuncia que las páginas atraviesan siglos: desde los siboneyes hasta la República o, mejor dicho, hasta el fin de la República, porque, con escasas excepciones, el autor no considera relevante el lapso “revolucionario”.

Por el contrario, ha padecido la tierra ariguanabense, desde 1959, los estragos del régimen castrista en todos los sectores de la economía, junto al despojo de los bienes privados y la carestía compartida por familias a lo largo del archipiélago. Lo único destacable en todo este periodo, desde la perspectiva e imaginario del autor, es la rebelión popular del 11J, aquel estallido social que en el verano de 2021 germinó en San Antonio de los Baños y se diseminó como pólvora de punta a cabo del país. Este hecho fue, sin lugar a dudas, un impulso para llevar a puerto el libro que acá reseñamos.

“Mientras escribía los últimos capítulos de este libro, el 11 de julio de 2021, se propagaba la noticia de que el pueblo de San Antonio de los Baños había salido a las calles por los abusos de la tiranía comunista (...) Los cubanos estuvimos celebrando durante años el Grito de Yara y el Grito de Baire y son mis más fervientes deseos que pronto podamos añadir el Grito del Ariguanabo”, se lee, cual declaratoria de principios, en la introducción de este volumen que contiene más de 100 fotografías y grabados, todas anteriores a 1959.

Una obra honesta

A menudo se disculpa el autor por no contar con una formación literaria “profesional”, como si para rendirle tributo sincero al aclamado terruño donde se ha nacido acaso hiciera falta más que vocación y voluntad, dos virtudes que ha demostrado tener, a su favor, el que suscribe la obra.

En definitiva, si algún mérito hay que resaltar entre los que ha de tener este libro, es la honestidad de su autor al volcar sobre el papel el flujo de su conciencia para contar la historia de un pueblo al que solo ha podido volver a través de sus memorias.

Como todo emigrante que se ve compelido a contar a sus descendientes sobre el lugar de origen que quién sabe si algún día verán, el autor entiende su escritura como una deuda que bien podría ser “saldada” por otros, pero él toma el riesgo.

Exiliado del Ariguanabo desde hace décadas, se ha refugiado en recuerdos que se empeña en mantener vívidos y trasladarlos a su progenie, como ya ha empezado a hacer en publicaciones anteriores. Para muestra, Memorias de abuelo, otro volumen atendible en el que despliega el paralelismo entre su propia vida y la de su abuelo, en tanto ambos abandonaron sus respectivas tierras natales solos, antes de cumplir la mayoría de edad.

Pero lo que diferencia un libro de otro es que, mientras aquel resulta de un ejercicio de introspección para indagar en el pasado familiar y en la manera de lidiar con las vicisitudes del camino vital, en este nuevo balaustre el viaje es compartido más allá del ámbito de la familia, al de un pueblo y, al de toda una nación.

Trascender lo local

Gerardo Chávez profundiza en la historia del Municipio de San Antonio de los Baños, con una narración tejida a partir de los eventos que guiaron la fundación del pueblo y su prominente evolución. Su destinatario no son exclusivamente los nacidos y crecidos a orillas del Ariguanabo, sino que parece erigirse, como su público natural, esas generaciones arrancadas de raíz que no han podido poner sus pies sobre aquella tierra.

Amenizada con descripciones del área circundante y allende el río Ariguanabo desde antes de que los Siboneyes lo habitaran, la escritura prosigue con las historias de los primeros pobladores, la formación de la Laguna Ariguanabo, la más grande de Cuba, sobre cuya desecación y desaparición Chavez desvela algunos detalles, no sin untarse de la refrescante leyenda popular y sus mitos.

Ya cuando va de lleno al San Antonio del iluminado siglo XIX, no deja pasar la oportunidad para relatar pasajes de la vida de un ilustre cubano, admirado hasta por José Martí. Se trata de Don Tranquilino Sandalio de Noda y Martínez, quien pese a no haber nacido en San Antonio, escogió morir allí y así dignificar aún más al pueblo.

La épica del Ariguanabo

Aun cuando el libro incluye varios acápites sobre el desarrollo de las primeras industrias y el florecimiento de la Cuba republicana, no es casual que Chávez elija centrarse, por momentos, en un San Antonio épico que de alguna manera tuvo protagonismo en las gestas libertadoras, desde la “hora de los mameyes” para expulsar a los ingleses; las posteriores batallas de ariguanabenses en el Ejército Mambí -no sin pasar por las legendarias conspiraciones como Rayos y Soles de Bolívar, la “Escalera” y la de “Las Biajacas”, llamada así porque se reúnen los ariguanabenses a discutir e intercambiar sobre un movimiento emancipatorio-, hasta la invasión por Bahía de Cochinos en 1961, que también contó con la participación de ariguanabenses.

De ahí que el autor concluye que “la lista de los hijos de San Antonio que probaron con su valor el amor a la libertad sería interminable” pero aun así ofrece a modo de homenaje, un bien curado catálogo de muertos en combate.

El 11J

No ha sido intención del autor evadir el enjundioso capítulo que la historia del Ariguanabo ha reservado al 11J. Sin embargo, en este volumen que se concentra en la etapa previa a 1959 porque entiende que no habría en “este pueblito” ni en “toda Cuba”, nada suficientemente digno de recordar en los últimos 62 años*, el 11J puede leerse entre líneas, como un impulso, una energía, tal vez un sentimiento.

El 11J ha sido contado, sobre todo, desde el presente premuroso y probablemente habrá que esperar el paso de los años para calibrar con la prudente distancia. Lo sabe bien el autor, y aunque resuelto a su magno esfuerzo bibliográfico, deja la puerta abierta a futuras narraciones. Estas son sus palabras: “Nos conformaríamos con que este libro sea solo parte de la historia completa y nuestro humilde homenaje a San Antonio Abad de los Baños”.

*El autor reconoce que “quizás por no haber visto el pueblo por tantos años, no sabemos de eventos dignos de mencionar que hayan ido en la dirección de la prosperidad del pueblo, por lo que invita a los que han vivido en el pueblo durante los últimos 62 años a poner en papel tales eventos, si existieran.

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