lunes 20  de  enero 2025
RESEÑA

La obra "Las paredes oyen" se remonta a la Cuba de 1962

Ambientada en la isla cuando la crisis de los misiles, la obra no hubiera alcanzado tanto impacto si no fuera por el elenco, que encabeza la primera actriz Susana Pérez

Por LUIS DE LA PAZ

MIAMI.- La escena sugiere un cuartel de interrogatorios e inteligencia militar. De un lado, una mujer con total autoridad indica qué es lo que hay que hacer, habla frecuentemente con el Comandante que le brinda órdenes precisas. Es arrogante, inquisitiva, es Madre (Madre Revolución), que expresa con naturalidad que “mi trabajo es imponer castigo”. Hay que corregir (destruir) a todo aquel que no comulgue con la revolución cubana.

Del otro lado, una sala de interrogatorio donde Papo, que afirma haber estado alzado en la Sierra Maestra cuatro años, es otro interrogador, violento, cruel, fiel seguidor de las enseñanzas de Madre, que por demás le recuerda que “si no eres revolucionario, no eres nada”.

En el recinto de interrogatorio, otras dos personas, las víctimas, acusadas de graves delitos, aguantando golpes, amenazas, defendiéndose de sus acusadores.

En un lugar distante, del otro lado del Estrecho de la Florida sigue la vida, con un locutor de radio transmitiendo música, haciendo chistes y entreteniendo. Una estación de radio en inglés que por escucharse en la Isla, es foco de atención de las autoridades comunistas, que buscan neutralizar la información que llega a Cuba por esa frecuencia, con llamadas telefónicas de un supuesto público para expresar consignas castristas.

Este es el marco de Las paredes oyen, dramaturgia de Rubby Ramos y dirección de Gabriel Bonilla, un trabajo creado por los hijos y nietos de los exiliados cubanos. Jóvenes que nacieron en Estados Unidos o llegaron muy pequeños y que se han propuesto reflejar en escena la vida de sus familiares, que en gran medida es también la suya propia. Los hijos de los exiliados acercándose al mundo de su familia.

Las paredes oyen es un texto conmovedor, ambientado en Cuba en 1962 cuando la crisis de los misiles, días en que la ya desaparecida Unión Soviética puso al mundo al borde de la tercera guerra mundial.

La obra comienza a tomar otros derroteros cuando se revela que los detenidos interrogados por Papo y Madre, son sus propios hermanos. A Rafa, un diseñador gráfico en un periódico, lo acusan de terrorismo, pero en realidad es por un dibujo donde aparece el Che travestido, y a Ava, una estudiante de secundaria, la acusan de haber escrito un poema en inglés, donde juega con la palabra semen (cum) y lo relaciona con el comunismo.

El entorno se enrarece durante los interrogatorios, develándose los problemas de la familia, las causas de la dispersión de sus miembros, mientras el interrogador al tener que torturar a sus propios hermanos de sangre, comienza a hacerse preguntas. Todo ello va creando tensión y hace crecer la obra dramáticamente, hasta un final predecible, pero muy bien resuelto.

El hecho de concebir la puesta en una suerte de teatro arena crea una cercanía de apenas pulgadas entre el público y los actores, lo que de alguna manera integra a la audiencia con la puesta. Esto es todo un acierto y emocionalmente implica al auditorio que no es indiferente a lo que está viendo en escena.

Si la ambientación creada por Andrew Rodríguez Triana es precisa, la obra muy probablemente no hubiera alcanzado tanto impacto si no fuera por el elenco que encabeza la primera actriz Susana Pérez, que estuvo sensacional en su papel de Madre. Frío, calculador, maledicente en todo momento.

El personaje de Papo lo desarrolla Ariel Texidó, transmitiendo la carga del poder destructivo que posee y la manipulación a la que es sometido. Su trabajo se mueve entre lo más pavoroso, el infundir miedo, y el lavado de cerebro.

Los detenidos son jóvenes idealistas, amantes de la libertad. Héctor Medina como Rafa, desborda energía durante los interrogatorios, se muestra desafiante, sin dejar de expresar también miedo. Por su parte, Dianne Garriga con la ingenuidad que demanda su personaje de Ava, avanza tímida ante los embates de Madre que la acosa. Esta joven actriz tiene fuerza y sale airosa en este trabajo junto a una mujer como Susana Pérez.

El personaje en el Norte, el locutor de radio, va interviniendo a lo largo de la obra con canciones y comentarios que ayudan a poner en contexto la obra, incluso, transmite la alocución del presidente Kennedy cuando la Crisis de los Cohetes. El trabajo de Bill Schwartz, es muy acertado y sirve para suavizar el dramatismo de las escenas en Cuba. Además, se pone a tono con el mundo del escritor y director, que gira alrededor del inglés.

Las paredes oyen se presenta los viernes y sábados a las 7:30 pm, en el Museo Americano de la Diáspora Cubana, 1200 Coral Way, Miami, 33145. Reservaciones en el (305) 529-5400.

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