MIAMI.- Es muy halagüeño que en la permanente crisis del teatro en Miami abra sus puertas una nueva sala, más cuando recientemente había cerrado otra. Hay como una suerte de Ave Fénix escénico, que los teatristas y el público, necesitan tratar como si se estuviera ante un Dios supremo y protector.
El nuevo y bienvenido espacio cultural La 4ta. Pared, en el oeste de Kendall, ha abierto con Las sillas, obra emblemática del teatro del absurdo escrita por Eugène Ionesco (1909-1994).
El absurdo tuvo un auge tremendo en su momento, como una proyección de ruptura, de trazar nuevas rutas de expresión, más cuando el mundo había pasado por dos guerras mundiales devastadoras. El absurdo se posesionó como un movimiento teatral revolucionario (y lo era), pero como toda corriente de rompimiento nacía con una vida limitada, sin embargo, su legado fue intenso y sigue cautivando a la audiencia cada vez que sube a escena una de las obras más simbólicas como Esperando a Godot de Samuel Beckett, La soprano calva del propio Ionesco o Dos viejos pánicos de Virgilio Piñera, todas estrenadas en Miami.
Las sillas estuvo en el desaparecido Teatro en Miami Studio bajo la dirección de Rolando Moreno, en el 2011, precisamente con Marilyn Romero y Gerardo Riverón, en los papeles protagónicos, lo que hace aún más grato que la apertura de La 4ta. Pared sea con esta pieza, pues lleva implícito un reconocimiento al legado del ya retirado director Moreno, y demuestra la vigencia de un género que sigue dejando una huella.
Las sillas en la versión de Marilyn Romero se apega al texto original. La actriz y directora acondiciona la propuesta a las condiciones de la sala, para alcanzar una puesta efectista.
Como se sabe en Las sillas, un matrimonio ya viejo, se propone dar a conocer al mundo un mensaje trascendental que cambiará los destinos de la humanidad. Para ello invitan a muchas figuras importantes para que escuchen la revelación que será “una sola verdad para todos”.
Al principio de esta propuesta, la pareja que lleva 75 años casados, vive en lo alto de un edificio con balcones con vista al mar, conversan sobre el mensaje que será anunciado. La mujer reverencia a su esposo, lo considera un filósofo, un hombre visionario, grandioso, aunque lo culpa de estar “enemistado con muchos”. El esposo habla de orfandad, clamando con un tono infantil y lastimero “mi mamá, no tengo a nadie”, mientras que la mujer trata de reconfortarlo con cariños y mimos.
Poco después comienzan a llegar los invitados, todos imaginarios, que la pareja intentan acomodar en la casa hasta que se crea un caos: una joven mujer; un Coronel, que comienza a sobrepasarse con la muchacha; la Sra. Chiquita y su marido; periodistas; un fotograbador; una invitada inesperada con la que han tenido rencillas; los jimagua; hasta que arriban multitudes, a las que apenas pueden acomodar. Finalmente arriba su Majestad a la cual reverencia el matrimonio de ancianos. Reparten comida: “escorpioncitos, grillos y cangrejitos”.
El desarrollo de la obra hace que el público se convierta en parte de los que llegan a escuchar el mensaje. Es algo creciente, creando una atmósfera delirante, literalmente absurda, haciendo que la audiencia se sienta realmente entre los invitados, con los que el Viejo y La Vieja interactúan.
Al final hace su entrada el orador que hablará en nombre del hombre. Entra vestido elegante, con un tuxedo y llevando en sus manos una carpeta. Mientras “habla” sin que se le escuche la voz, muestra hojas llenas de líneas y círculos que parecen ilustrar el enigmático mensaje, la pareja se sube a los balcones de la casa, quizás para cumplir lo que ya habían anticipado: “cuando todo haya terminado partiremos juntos”.
Marilyn Romero y Gerardo Riverón están brillantes, como corresponde a dos actores superiores, voz, proyección, desempeño, movilidad escénica. El tercer actor, con una
breve participación en los últimos minutos, Assad Mardelli, alcanza a imponer su presencia dejando una huella. Al final sobre el escenario quedan 22 sillas vacías.
La escenografía de Jorge Noa y Pedro Balmaseda muy acomodada al espacio y el vestuario efectivo. Lo menos logrado fueron las luces, pero no se podía pedir más ante las limitaciones del lugar, aunque seguramente mejorará el conceto de iluminación para futuras presentaciones.
Con esa delicia del teatro del absurdo, Las sillas, bajo la dirección de Marilyn Romero, la nueva sala La 4ta. Pared, abre con muy buen pie.
Sábado 22 de noviembre, 8:30 p.m., en la sala La 4Ta. Pared, 16351 SW 88 St. (Kendall Dr.), Miami.
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