MIAMI.- “Soy como la brisa que, siempre de prisa, no, no anuncia su partida. Y como el dinero soy. Donde yo quiero voy, sin una despedida”, dice Willy Chirino en una de sus canciones.
MIAMI.- “Soy como la brisa que, siempre de prisa, no, no anuncia su partida. Y como el dinero soy. Donde yo quiero voy, sin una despedida”, dice Willy Chirino en una de sus canciones.
Y no se trata de cualquier canción, aunque Chirino ha entregado muchas otras que han calado en la memoria colectiva del cubano de ambos lados del estrecho de Florida. Esta es especial para el hombre detrás del artista.
Fue al escuchar Soy que Lissette Álvarez conoció la voz de quien luego sería su esposo. Fue esa canción, sin que su autor lo sospechara, la que inició una linda historia de amor y complicidad en la música, que hoy son sinónimo de más de cuatro décadas de una sólida unión matrimonial.
Completamente ajena a la existencia del cantante que en aquel entonces iniciaba su carrera, ella triunfaba en Puerto Rico, donde su familia se instaló al abandonar Cuba. Él estaba en Miami, donde radica desde que sus padres lo enviaron al exilio a los 14 años desde su natal Pinar del Río.
Y fue la música la que insistió en unirlos.
“Primero me enamoré de su música. Yo vivía en Puerto Rico y él en Miami. Él empezaba su carrera; hizo su primer disco. Y mi tía, que era cantante y vivía Miami, me dijo: ‘¿tú nos has escuchado a Chirino?’ Le dije que no. Y me dijo: ‘pues te va a gustar. Hay una canción que se llama Soy, que te va a gustar muchísimo. La escuché y me quedé fascinada con esa canción. Y dije: yo la quiero grabar”, recordó Lissette Álvarez en una entrevista que concedió a DIARIO LAS AMÉRICAS la noche que se inauguró en el HistoryMiami Museum una exhibición que repasa la vida y obra de Willy Chirino.
Para Lissette, fue ese precisamente el momento del flechazo, aunque antes del romance nació una entrañable amistad y luego una relación de pareja, sustentada por mutua admiración y una gran pasión en común: la música.
“Ahí empezó. Creo que el amor es admiración y respeto. Y lo primero fue admiración de mí hacia él. Nuestra relación empezó con una amistad hermosa, intercambiábamos casetes de música brasileira. En aquella época no se conseguían muchos discos de música brasilera por esta zona. Yo iba mucho a Buenos Aires y Brasil, entonces los traía. Nos encontrábamos y le daba casetes de artistas nuevos de allá, porque nos encanta esa música”, contó la artista, hija de Olga Chorens y Tony Álvarez, que conformaron el famosos dúo Olga y Tony.
Un sentimiento que, al igual que la buena música, ha trascendido en el tiempo.
“Ahí empezó a crecer nuestra amistad y el amor que nos tenemos. Y puedo decir que es el mejor padre, abuelo, amigo y compañero que he conocido. Lo sigo admirando; es una persona muy, muy especial”, dijo la intérprete, que en 1985 versionara con éxito Total Eclipse of the Heart (Eclipse Total del Amor), famoso tema de Bonnie Tyler.
“En esa exposición hay muchas anécdotas que se cuentan por sí sola”, agregó al referirse a Willy Chirino: 50 Years of Music, muestra con la que el emblemático cantautor narra su historia a través de prendas de vestir, objetos de valor emocional e imágenes, que han marcado su carrera musical a lo largo de cinco décadas.
Además de estar conectados por la música y los lazos de unión familiar que han creado, tener intereses en común y gustos similares ha sido la clave de una sana convivencia.
“Lo amo, llevamos 42 años de casados. Compartimos muchas cosas juntos, primero la música, por supuesto; luego mi admiración hacia él, él también me admira. Hemos escrito muchos temas juntos. Yo le he grabado canciones y él a mí. Tenemos estilos de vida muy similares: los dos somos noctámbulos, dormimos tarde por costumbre. Cuando uno trabaja de noche se acostumbra a los horarios y te duermes tarde. Nos gustan muchas cosas en común, somos muy familiares. Nos gusta mucho el cine, compartimos casi todo, hasta a los juegos de pelota también voy”.
Enamorados, Cualquiera de estas noches y Mi corazón es un pueblo son algunas de las canciones en las que Lissette y Willy han unido sus voces.
Por su parte, Chirino coincide en que la admiración y las afinidades han sido fieles aliadas de esa unión, pero también es importante aceptarse tal cual.
“No hay amor sin admiración. No existe. Tienes que admirar a una persona para amarla y nuestra relación comenzó con admiración. Además, tenemos mucho en común a parte de la música. Ella es noctámbula igual que yo. También nos damos espacio. No trato de cambiarla ni ella a mí”, dijo el autor de Medias negras.
No todo ha sido un mar de rosas, también enfrentaron desacuerdos. Pero el amor vence cualquier obstáculo. Y poco a poco, con paciencia y defendiendo su personalidad, Lissette logró que su “guajiro” entendiera y dejara de lado los celos.
“Todas las parejas tienen sus problemas, es parte de la vida de casados. Sí tuvimos muchas cosas en las que no estábamos de acuerdo. Al principio él me decía: ‘es que yo soy un guajiro’. Yo me ponía un escote y nunca fui de escotazos enormes, pero me decía: ‘no voy a salir contigo con ese escote’. Y yo le decía: ‘yo soy artista, soy así’. Y él me decía: ‘pero yo soy guajiro’”, recordó Lissette.
“Ya se le quitó, ahora le encanta que me ponga escotes y me ponga sexy”.
Por destino o casualidad, Lissette y Willy también comparten un recuerdo de adolescencia, tal vez no tan grato: la separación familiar. Ambos tenían 14 años cuando salieron de Cuba en uno de los vuelos de Pedro Pan, la operación que trajo sin sus padres a EEUU a unos 14.000 menores.
Willy tuvo la suerte de ser amparado en Miami y luego reencontrarse son sus padres al año de haber llegado. Pero Lissette debió esperar más tiempo para volver a ver a los suyos y vivir en un orfanato, en Iowa, con su hermana.
Entre individualidades y rasgos en común, así se ha forjado la unión de Lissette y Willy.