RÍO DE JANEIRO.-EFE
Tras diez años de ausencia, como parte de su gira "América Latina Olé Tour 2016", The Rolling Stones volvió a actuar este sábado en la 'Cidade Maravilhosa'
RÍO DE JANEIRO.-EFE
La legendaria banda The Rolling Stones demostró sobre el escenario montado en el estadio Maracaná, en Río de Janeiro, que pese al paso del tiempo, los años no parecen pasar por sus 'satánicas majestades'.
Tras diez años de ausencia, como parte de su gira "América Latina Olé Tour 2016", The Rolling Stones volvió a actuar este sábado en la 'Cidade Maravilhosa', donde hace ya una década ofrecieron un concierto para la historia en la playa de Copacabana al que asistieron más de un millón de personas.
No es de extrañar, por lo tanto, que Mick Jagger, Keith Richards, Charlie Watts y Ronnie Wood tengan un sentimiento especial hacia esta ciudad brasileña, como demostraron a lo largo de todo el espectáculo.
Una relación con Brasil que quedó patente cuando, al final del concierto el batería, Charlie Watts, se despidió recubierto por una bandera del país suramericano, pero que resultó evidente desde el primer momento en que Mick Jagger se dirigió en portugués a los cerca de 60.000 cariocas que abarrotaban las gradas del mítico estadio.
En frente, una multitud entregada respondía a cada gesto de sus ídolos con una sonora ovación.
Y fueron muchas las ovaciones que se escucharon esta noche, ya que Jagger no tuvo dudas en poner en práctica su portugués, con algunos toques de español, para expresarle a los asistentes su felicidad por volver a estar en Brasil.
Aunque esos mensajes no eran en absoluto necesarios dada la evidente algarabía de los cuatro británicos sobre el escenario, que evidenció que estaban disfrutando del espectáculo, por lo menos, tanto como los asistentes.
Más de cincuenta años de carrera podrían llevar a un cierto hastío y más teniendo en cuenta que su repertorio está plagado de himnos generacionales que llevan tocando décadas. Sin embargo, la química y la energía que mostró la banda a lo largo de todo el concierto no dejaban lugar a dudas: se lo estaban pasando en grande.
Dentro de este ambiente festivo fueron cayendo, uno por uno y ante la apasionada reacción de los presentes, todas esas grandes canciones que todo el mundo reconoce, desde el "Start Me Up" inicial hasta la ya tradicional "(I Can't Get No) Satisfaction" con la que suelen cerrar sus conciertos.
Con un repertorio de tal calibre los presentes, entre los que se podían ver rockeros veteranos, pero también adolescentes e, incluso, familias enteras ataviadas con sus camisetas de los Rolling, pudieron bailar y corear algunos de los temas más importantes de la historia de la banda: "Gimme Shelter", "Brown Sugar", "Angie", "Like A Rolling Stone" o "Paint It Black".
Mención aparte merece el momento de comunión que los músicos británicos compartieron con los asistentes cuando, con la asistencia de un coro local, la banda interpretó "You Can't Always Get What You Want", uno de los temas más queridos por sus seguidores y, sin duda, de los que más lucen en directo.
Un directo que se caracterizó tanto por su fuerza como por la sencillez de un espectáculo que basaba todo su atractivo en la fuerza de estos cuatro músicos que no precisan de grandes efectos para ofrecer un concierto por todo lo alto.
Esta sencillez tuvo su punto álgido cuando, mediado el concierto, Richards dejó a un lado su guitarra eléctrica, agarró una española y comenzó a cantar un 'blues'.
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