De bar en bar, un batallón de buenos intérpretes y compositores hace resonar las paredes entre sorbos de cervezas y whisky
Broadway, Nashville.
JESÚS HERNÁNDEZ / DLA
Ted Sutton, Nashville.
JESÚS HERNÁNDEZ / DLA Exile, Kiss you all over, Grand Ole Opry, Nashville.
JESÚS HERNÁNDEZ / DLA NASHVILLE.- Enclavada en el corazón de Estados Unidos, Nashville se proyecta como una de las urbes de mayor crecimiento de la nación, siempre atada a su tradición musical country y rock y una gastronomía que tiene mucho más que pollo frito picoso.
Bastaría caminar por la avenida Broadway para saber por qué le llaman la ciudad de la música. Ir de bar en bar para conocer el batallón de buenos músicos y cantantes que hacen resonar las paredes entre sorbos de cervezas y whisky.
La entrada es gratis. Los artistas apenas piden alguna propina. Unos actúan por amor al arte, otros sueñan con ser descubiertos por algún productor, tal como le sucedió a Roy Orbison, Willie Nelson y Dolly Parton y muchos más antes de ser famosos.
“Como dicen en Nashville”, comentó el guitarrista Ted Sutton, mientras hacía sonar su guitarra rockera en Tootsie´s, “this life ain’t for everybody”, esta vida no es para todos.
Tootsie´s es el bar donde Willie Nelson comenzó limpiando pisos. Sutton acompaña esta vez al cantante Anthony Michael, que hace dúo con la voz femenina de Lexxy Jade, marcada por tonos claros y precisos, para demostrar que el country, además de cowboys, tiene cowgirls.
En la segunda planta de Tootsies, el trío de jóvenes Pramuk, que viajó de New Hampshire a Nashville, convoca la vigencia del sonido folk con tres guitarras y tres voces.
“Aquí estamos. Hacemos una gira por varias ciudades”, declaró Pramuk Mohanlal Vargas, originario de Paraguay.
“Componemos, cantamos y tocamos guitarra desde el corazón”, remató.
A unos pasos de Tootsie´s, Cliff Waddell y su grupo revive la música country en Layla´s, otro bar que huele a whisky y cerveza y por donde ha pasado un sinfín de luminarias.
A un par de puertas de Layla´s, en Lucky Bastard Saloon, Dan Burnell Band enaltece al público con una dosis de buen rock que entremezcla con sonidos del country, el blues y el soul.
Y es que la música es el alma de Nashville. En ella se mezclaron la música popular escocesa-irlandesa de las montañas del este con los ritmos del blues afroamericano; así nació la música country moderna que dio fama a esta ciudad.
Dos calles abajo y llegamos a Printers Alley, donde la noche tiene por estrella un espectáculo burlesque en Skull´s y hay 10 bares más donde escuchar buena música country, rock y blues.
Pero el lugar más famoso de todos es The Ryman Auditorium, que originalmente fue un tabernáculo evangélico cuando abrió sus puertas en 1892 y más tarde la casa del afamado programa radial Grand Ole Opry.
Nombrado Monumento Histórico Nacional, por su papel fundamental en la popularización de la música, The Ryman ha sido testigo de la actuación de un sinfín de grandes cantantes y músicos como Aretha Franklin, Ray Charles, Ringo Starr y Robert Plant.
El afamado programa radial comenzó como National Barn Dance en 1925 en un pequeño estudio en Nashville para difundir música popular, clásica y arias de ópera.
Seguido por el programa Hay's Barn Dance, el presentador George Hay rebautizó el segmento radial The Grand Ole Opry en 1927 para dar preponderancia a la música country.
Hoy el espectáculo radial tiene lugar cada sábado en el auditorio Grand Ole Opry, situado en las afueras de Nashville, y aunque fue originalmente dedicado a música country hoy es escenario para todas las manifestaciones musicales.
Otros días de la semana, de martes a domingo, el gran auditorio de 4.000 asientos acoge a músicos y cantantes de diversas manifestaciones, desde pop y rock hasta soul, blues e incluso latina, aunque la música country continúa siendo la niña mimada.
Para aficionados al country y aspirantes a ser famosos, un viaje a Nashville sigue siendo el peregrinaje supremo.
Desde los años 1920, la ciudad atrae a músicos que han hecho evolucionar este estilo de música, desde el sonido tradicional de principios del siglo XX hasta los trovadores actuales, pasando por el exquisito sonido Nashville de los 1960 y el contundente country alternativo con resonancias punk de los 1990.
Además de los bares honky-tonk en la avenida Broadway y Printer Alley, y otros más en el barrio Music Row, así como el venerado Grand Ole Opry, The Ryman Auditorium cuenta con un atractivo calendario de conciertos cada noche.
Otro sitio de interés es el Country Music Hall of Fame, donde además de historia hay presentaciones y conferencias en directo.
Como parte de la historia de la música, el National Museum of African American Music muestra como las raíces de la música africana influenciaron en la creación del soul, el blues y el góspel.
Pero en Nashville hay más que ver: una réplica del Partenon en Centennial Park, que nos da una idea de cómo fue la obra maestra de los griegos en Atenas, con una inmensa estatua de la diosa Atenea, 42 pies de altura (12.80 metros), que preside el gran salón bajo techo.
No podemos olvidar la gastronomía, pero ese apartado requiere otro artículo por escribir próximamente.
Fuera de la ciudad se extienden las antiguas plantaciones, los campos de batalla y los fuertes que siguen atrayendo a los interesados en la guerra civil estadounidense y en la historia.
Nashville cuenta con un cómodo y moderno aeropuerto que está situado a 20 minutos de la ciudad.
Muy bien surtido por restaurantes y tiendas, el BNA cuenta con vuelos directos a Miami y otras ciudades de Estados Unidos y Canadá, además de Londres en Inglaterra.
La oferta de hospedaje es amplia, desde hoteles cinco estrellas como el JW Marriot, que está situado a 100 metros de la avenida Broadway, y el cuatro estrellas Kimpton Aertson Hotel, en Music Row, hasta hostales y apartamentos Airbnb que puede alquilar.
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