MIAMI.-Tras más de un año en pausa por la pandemia, finalmente la agrupación Ingenio Teatro sube a escena la obra El pueblo de Esteban, dramaturgia de Raquel Carrió a partir de dos relatos del Premio Nobel colombiano, Gabriel García Márquez, en un espectáculo dirigido por Lilliam Vega, para el IV Open Arts Fest, que convoca Artefactus Cultural Proyect.
Los cuentos, por demás extraordinarios, El ahogado más hermoso del mundo y El mar del tiempo perdido, resultan el motor impulsor para crear un ambiente mágico. Tanto la directora Vega como sus asesores (escenógrafo, vestuarista y coreógrafo), logran llevar el realismo mágico que se respira en los relatos al espacio teatral, y eso es ya un éxito notable. El viento, la aridez, el calor abrasante, la niebla y los sueños, se sitúan en la escena a través de sonaderos, lámparas, campanas, la fragor de la concha del caracol, cruces lumínicas en las paredes, un cazador de sueños y oraciones inmensas dichas con pausa para sensibilizar los oídos: “De modo que cuando sintió un olor de rosas no tuvo que abrir la puerta para saber que era un olor del mar” o “En el pueblo no se enterraban a los muertos porque la tierra era tan dura que los muertos sentían mucho calor”. Elementos recurrentes, pueblos desolados y gente como zombis en medio de la bruma. Ese mundo garciamarquezco gravita con intensidad a lo largo de los 60 minutos del espectáculo.
Como algunos actores son parte de los cursos que imparte la productora, el elenco es de doce personajes en escena, lo que, por un lado, evidencia los inevitables niveles actorales, pero, por el otro, permite recrear mejor los distintos tiempos que se interrelacionan en los cuentos y en la imaginación de la dramaturga, porque es necesario señalarlo, una relectura de los textos de García Márquez antes y después de asistir a la función, muestra que El pueblo de Esteban es una recreación a partir de la visión que se tuvo de los relatos.
Lo que se aprecia en escena es un espectáculo concebido desde y para lo visual, con momentos muy agraciados como los zapatos desplazándose por el aire, el barco iluminado de colores dentro de una jaula, la violinista tocando sus melodías y la interpretación de canciones, algunas infantiles mientras los niños juegan. En general una puesta pensada como una gran coreografía, en la que los monólogos marcan los momentos textuales, en particular los interpretados por Carmen Olivares, Vivian Morales y Simone Balmaseda y especialmente por Ivanesa Cabrera, actriz de sobrada expresividad, muy acorde a lo fantasmagórico de ambiente escénico.
Para los menores, Joshua y Justin Solórzano, Isaac Henríquez, Madison Flores e Isabella y Dafne Fuentes, es una importante oportunidad de crecer en escena.
“Pero solamente cuando acabaron de limpiarlo tuvieron conciencia de la clase de hombre que era, y entonces se quedaron sin aliento. No sólo era el más alto, el más fuerte, el más viril y el mejor armado que habían visto jamás, sino que todavía cuando lo estaban viendo no les cabía en la imaginación”. Así es Esteban, El pueblo de Esteban, un desafío escénico que llegó a buen puerto, en medio de los acantilados.