miércoles 18  de  septiembre 2024
RESEÑA

"Twisters": las fantasías de la humanidad y la realidad de la naturaleza

Dirigida por el laureado Lee Isaac Chung (Minari, The Mandalorian, Lucky Life), la película no posee la típica estética ni ritmo del cine de catástrofe

Diario las Américas | LUIS BOND
Por LUIS BOND

MIAMI.- Desde el comienzo de los tiempos, la lucha del hombre contra la naturaleza ha sido un tema recurrente. Sea desde la visión animista, que proyecta en los fenómenos meteorológicos los designios de un Dios severo, o con los lentes de la modernidad, que intenta descifrar con la tecnología patrones impredecibles, la humanidad siempre ha alimentado la fantasía de poder tener algún tipo de control o clarividencia sobre las leyes y caprichos de la Madre Tierra. Aterradores y fascinantes, los fenómenos naturales generan un gancho visual irresistible y, como es de esperarse, el cine ha sabido aprovecharse de esto creando una suerte de subgénero alrededor de las catástrofes: terremotos, volcanes, maremotos, inundaciones y demás han sido las mayores fuerzas antagónicas de muchos blockbusters. Es en esta línea que llega a las salas de cine Twisters, un reboot/secuela de la icónica película de los 1996 y que nos demuestra que, sin importar el siglo en el que estemos, este tipo de historias sigue estando más vigente que nunca.

El largometraje nos presenta a Kate Cooper (Daisy Edgar-Jones), una talentosa meteoróloga que, a raíz de una experiencia traumática, se ha retirado del trabajo de campo recluyéndose en la “seguridad” que brinda la gran Metrópolis. Las cosas se complican para Kate cuando Javi (Anthony Ramos), un antiguo compañero de estudios, quiere trabajar con ella en el desarrollo de una tecnología que podría predecir la trayectoria de los tornados. Un adelanto que, aunque podría salvar miles de vidas, obliga a la protagonista a tener que regresar al trabajo de campo y enfrentar sus peores miedos. En paralelo, conocemos a Tyler Owens (Glen Powell), un YouTuber con un séquito de fans que se dedicada a perseguir tornados para generar contenido en redes sociales. Como es de esperarse, Kate y Javi tendrán que lidiar con Tyler y su equipo en una dinámica de rivalidad que, de un momento a otro, puede transformarse en un asunto de vida o muerte.

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Escrita por Mark L. Smith (The Revenant, The Boys in the Boat), basada en la historia de Joseph Kosinski (director de Top Gun: Maverick, Oblivion y Tron: Legacy) e inspirada en la premisa de Michael Crichton y Anne-Marie Martin (guionistas de Twister), Twisters toma un par de elementos de su predecesora (una pareja con conflictos personales entre ellos que deben perseguir tornados por motivos científicos), pero los desarrolla creando otras capas de polaridades que le dan profundidad al guion. Traumas del pasados confrontados con nuevas oportunidades en el presente, el altruismo en contraposición al negocio, los prejuicios que formamos a simple vista y cómo se derrumban frente a las acciones, la exaltación del método científico y la necesidad de escuchar a la intuición, la disposición del ser humano de ayudar o destruir ante la tragedia, son algunos de los dilemas que exploran los personajes durante la historia. Esto ayuda a sostener los conflictos durante las casi dos horas de película, creando una que otra lectura interesante en el subtexto y dotando de algo de sustancia a sus personajes —que, sacando a la pareja protagónica, a veces pueden ser un poco unidimensionales.

Dirigida por el laureado Lee Isaac Chung (Minari, The Mandalorian, Lucky Life), Twisters no posee la típica estética ni ritmo del cine de catástrofe. Detrás de las secuencias de destrucción masiva in crescendo y los efectos especiales de primera (tanto en set como en CGI), la historia se va contando como una suerte de road movie donde el director se toma el tiempo de presentarnos la belleza y fragilidad del paisaje rural. Carreteras infinitas donde el cielo y el horizonte se fusionan, pequeños pueblitos con un tempo que nos suele ser ajeno, ráfagas de viento que traen mensajes ocultos para los protagonistas, son algunas de las piezas que nos regalan momentos contemplativos que nos permiten relajarnos —antes y después de cada catástrofe— y que sirven como espacios “neutros” para profundizar en la dinámica entre los personajes. Esto, lejos de ir en detrimento del ritmo, ayuda a que generemos vínculos con los protagonistas y así nos angustiemos cuando los conflictos que traen los tornados se desarrollen.

La cinematografía de Dan Mindel (Star Trek, Star Wars: Episode VII - The Force Awakens, The Amazing Spider-Man 2) se luce al rodar todo el largometraje en 35MM (como su predecesora). Más allá del look and feel tan característico que brinda el celuloide, la gran hazaña de Mindel está en el manejo de la luz natural. Su trabajo radica en controlarla e intervenirla constantemente para crear transiciones orgánicas de “día soleado” a “tormenta” de un momento a otro. Si a eso se suma la visibilidad que se pierde en un set con lluvia y que hay una secuencia sumamente compleja que es rodada de noche —teniendo que trabajar con diferentes fuentes de luz artificiales, pero cuya presencia debe justificarse en la historia—, sin lugar a dudas, solo por la cinematografía Twisters merece ser disfrutada en salas de cine.

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 Daisy Edgar-Jones y Glen Powell brillan bajo la dirección de Lee Isaac Chung.

Daisy Edgar-Jones y Glen Powell brillan bajo la dirección de Lee Isaac Chung.

El montaje de Terilyn A. Shropshire (The Woman King) es otra de las piezas claves de Twisters al mantenernos enganchados moviéndose entre registros sumamente disímiles. Apoyándose en el ritmo interno e hipnótico de los planos generales en la vía, nos sumerge poco a poco en el ojo del huracán, para luego sacudirnos con cortes violentos —a planos más cerrados— que crean el ritmo externo que le imprime la acción cada secuencia de destrucción. La edición además se apoya en el montaje paralelo, yendo de Tyler y su equipo al de Kate y Anthony, para jugar con la tensión que se genera ver el conflicto desde múltiples perspectivas, sin dejar de poner el acento en el contraste de la imponente naturaleza, el caos que desata en las estructuras creadas por el hombre y la fragilidad de los personajes frente a todo lo que sucede.

Para los que son menos amantes del apartado visual, el cast de Twisters es uno de los ganchos principales. y opacan a los grandes efectos especiales con la química que destilan en su dinámica de pareja-dispareja. Ella encarna a la científica que intenta de forma racional acercarse al conflicto en contraposición a él que actúa de forma impulsiva y despreocupada. Lo divertido de esto, más allá de la rivalidad que ambos personajes encarnan, es descubrir que debajo de sus respectivas máscaras hay personas sumamente emocionales, vulnerables y que poseen más en común de lo que parece. El arco de transformación de ambos y cómo se va construyendo la atracción que sienten fluye de manera orgánica. Aunque Glen Powell tiene muchísimo carisma y es un imán para la cámara, no se queda atrás desde su introversión y juntos funcionan mejor de lo que uno pudiese creer. Por su lado, Anthony Ramos comienza siendo el nice guy de la partida para progresivamente pasarse al lado oscuro, pero su presencia en la historia termina diluyéndose y casi a un lado por la potencia de la dupla protagónica (aunque su personaje es clave dentro de la historia y su interpretación está al tiro). Los otros personajes secundarios que acompañan al trío protagónico funcionan en sus intervenciones puntuales, pero distan de ser memorables o tener un desarrollo que los haga interesantes más allá de uno que otro chiste.

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Daisy Edgar-Jones y Glen Powell atraviesan un torbellino de emociones en

Daisy Edgar-Jones y Glen Powell atraviesan un torbellino de emociones en "Twisters".

Twisters cumple con todos los checks de un blockbuster de verano: una pareja protagónica guapa y con mucha química, secuencias de destrucción masiva, comedia ligera, un toque de drama, una pizza de romance y una dirección sólida que lleva todos estos elementos a buen puerto. Su subtexto sobre la capitalización de la tragedia ajena, el poder de las redes sociales y la necesidad de superar los prejuicios, la dotan de un par de capas de profundidad que, usualmente, este cine no suele tener. A través de sus imponentes planos que retratan la belleza del campo y la fuerza de la naturaleza, la película nos acerca a la vida lejos de la ciudad y nos conecta con los espacios donde recordamos lo pequeños y vulnerables que podemos ser como humanos. Un ejercicio de humildad que siempre nos hace falta en nuestra hybris como raza humana de creer que podremos controlar esa fuerza misteriosa de la Madre Tierra que, en otros tiempo, solo podía estar bajo el comando de los Dioses.

Lo mejor: la dirección de Lee Isaac Chung y cómo transforma el paisaje en un personaje más. La dinámica entre Daisy Edgar-Jones y Glen Powell. Las secuencias de acción con los tornados. La crítica en el subtexto sobre la monetización de las desgracias ajenas.

Lo malo: hay momentos donde el guion y la puesta en escena abusa de la suerte para salvarle el pellejo a los protagonistas. El personaje de Anthony Ramos pierde algo de fuerza durante el desarrollo y el cierre de su arco no termina de convencer en contraste con el de Glen Powell.

Sobre el autor

Luis Bond es director, guionista, editor y profesor. Desde el 2010 se dedica a la crítica de cine en web, radio y publicaciones impresas. Es Tomatometer-approved critic en ( ). Su formación en cine se ha complementado con estudios en Pía Analítica profunda y Sía. Es co-host del podcast Axis Mundi donde profundiza en el análisis fílmico, la literatura, la psicología y los lenguaje simbólicos.

Twitter (X), Instagram, Threads, TikTok: @Luisbond009

Web: www.luisbond.com

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