ARNALDO DÍAZ BORGES
ARNALDO DÍAZ BORGES
ESPECIAL
“García Márquez había pasado por un proceso de desencanto con la revolución cubana. Trabajó para Prensa Latina en el 59 y 60, agencia vinculada a los Castro, pero el Partido Comunista acabó purgándolo, por ‘sospecha ideológica’. Gabo guardó con enorme discreción este asunto. Cuando lo conocí yo era muy entusiasta con la revolución cubana, y él no. Tenía una posición como diciendo, "muchachito, ya verás, ya verás"», contó Mario Vargas Llosa este jueves en la clausura de la semana homenaje a García Márquez, que forma parte de los cursos de verano que ofrece la Universidad Complutense Madrid en El Escorial.
La postura de Vargas Llosa respecto a al Gobierno cubano cambia tras la detención y declaración pública obligada del poeta cubano Heberto Padilla. Padilla ganó en 1968 el Premio Julián del Casal, de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba con el poemario "Fuera de Juego". El libro se publicó con una advertencia por considerarlo “contrario a la revolución”. El suceso, identificado como "Caso Padilla" dividió a la izquierda intelectual latinoamericana y del mundo, y dio origen al tristemente célebre Quinquenio Gris, extendido desde 1971 a 1975 donde se inicia la etapa de lucha ideológica en la que extremistas y burócratas ubicados en puestos claves de la dirección cultural de la isla se empeñaron en trazar estrategias y normas relacionados con la forma en que debía ser producida la cultura en Cuba. A partir de esa cruzada quedaron marginados escritores de la talla de Lezama Lima y Virgilio Piñera.
A partir de entonces, “Gabo” comenzó a mostrar una postura mucho más cercana a Fidel Castro. Se negó a firmar la carta que los intelectuales de izquierda enviaron al gobernante cubano para mediar en el caso Padilla.
"El lastimoso texto de confesión que ha firmado Heberto Padilla solo puede haberse obtenido mediante métodos que son la negación de la legalidad y la justicia revolucionarias- decía la misiva. El contenido y la forma de dicha confesión, con sus acusaciones absurdas y afirmaciones delirantes, así como el acto celebrado en la UNEAC en el cual el propio Padilla y los compañeros Belkis Cuza, Díaz Martínez, César López y Pablo Armando Fernández se sometieron a una penosa mascarada de autocrítica, recuerda los momentos más sórdidos de la época del estalinismo, sus juicios prefabricados y sus cacerías de brujas." Dice la carta, que por iniciativa de Vargas Llosa firmaron entre otros: Sartre, Beauvoir, Italo Calvino, Isaac Deutscher, Giulio Einaudi, Juan y José Agustín Goytisolo, Alberto Moravia, Ricardo Porro, Carlos Franqui, Jorge Semprún y Susan Sontag.
“Creo que García Márquez tenía un sentido muy práctico de la vida”, afirmó Vargas Llosa en su comparecencia.
[Él] descubrió en ese momento fronterizo que para un escritor era mucho mejor estar con Cuba [su gobernante Fidel Castro] que contra Cuba”, acotó el Nobel peruano.
Se libró del baño de mugre que nos llevamos los que estábamos en contra. Es la izquierda la que tiene el control sobre la vida cultural en todas las partes del mundo”, sintetizó.
“Él [García Márquez] no era un intelectual, funcionaba más como un artista o un poeta. No estaba en condiciones de explicar intelectualmente su enorme talento para escribir, lo cual quiere decir que funcionaba a base de intuiciones, instintos, pálpitos. No pasaba tanto por lo conceptual. Esa disposición extraña que tenía para acertar tanto con los adjetivos, los adverbios y, sobre todo, la trama narrativa. Uno se da cuenta de una complejidad intelectual extraordinaria cuando lo estudia, pero también de que él no era consciente de las cosas mágicas que hacía”, concluyó.