Cronos no perdona y cada segundo nos lo recuerda de alguna manera y en todas las facetas de nuestras vidas. El fútbol, este fenómeno social que por ello mismo pareciera que deja de ser deporte, nos está mostrando en presente una verdad ligada al tiempo. Messi y Cristiano, los dos más grandes jugadores de las Tierra en los últimos 15 años, empiezan a mostrarnos, quizá sin ellos quererlo, el pasillo con la puerta de salida.
La Champions esta semana en complicidad con el Dios del Tiempo se encargó de esas vivencias.
Primero en Turín donde la otrora notable influencia de Cristiano empujaba el carro del buen fútbol y de los resultados, vio como desde la vereda del rival un "humilde" Porto con base en trabajo y arrojo decidió apear a la poderosa Juventus del más importante certamen del mundo a nivel de Clubes.
No le alcanzó a Cristiano con sus ganas ni su portentoso físico que reta los años. Se vio desbordado por un grupo solidario y ordenado de jugadores que calladamente hicieron de su trabajo una obra para eliminar a la poderosa Juventus.
Esta vez no hubo héroe vestido de bianconero y el extravío de Cristiano en la cancha se notó demasiado. Desafortunado y atropellado, el portugués terminó incluso señalado por la crítica italiana que no dudó en acusarlo de desconcentrado en el tiro libre que le costó a la Juve la segunda anotación lusitana en el minuto 115 y en un alargue que dejaba noqueado al colectivo turinés.
Ni la agónica anotación de Rabiot alcanzó para ejercer el milagro. Cristiano se especializaba en el Madrid consiguiendo hazañas, ahora le huyen vestido con los colores de la Vecchia Signora.
La Juventus contrató a Cristiano para potenciar su presencia en Europa no para ganar un Scudetto. Por eso, y por tercer año sin lograrlo, su llegada a la Juve si la medimos por objetivos no debemos dudar ni temer llamarla fracaso.
Quizá ahora Ronaldo piense con nostalgia en los colores del Madrid. Allí siempre alcanzó los objetivos. Puede ser coincidencia, pero su salida de los merengues y el cumplir más años le pasa factura. No le llega ahora la Codiciada Orejona.
Su némesis (diosa griega de la venganza, la fortuna y la justicia) durante su carrera ha sido Lio Messi y no deja de ser curioso y preocupante que con sólo 24 horas de diferencia, también el astro argentino del Barcelona sintió la misma triste emoción de la derrota esta vez en Paris ante el súper adinerado PSG.
Un gran primer tiempo del Barsa con un espectacular gol de Messi, pero también con dos reprochables desperdicios del argentino que pudieron torcer el destino del partido.
Nunca más claro que los goles no se merecen sino se hacen. Lo que le ocurrió a una Barcelona desatado en la primera mitad que pudo haber cambiado a su favor la eliminatoria.
Messi fue luz y sombra. Su golazo de media distancia fue un "choque eléctrico" que activó las emociones y las ganas del Barsa, pero su pobre ejecución del penal cuando se bajaba el telón de la primera mitad ante un enorme Keylor Navas le quitó la potencia emotiva al equipo y le permitió a los de Pochettino replantear desde lo táctico el segundo tiempo.
No puedo discutir la grandeza de Messi y tampoco la de Cristiano, pero estamos viendo cada vez más cerca como se muestra la puerta de salida a dos hombres que nos marcaron toda una generación futbolística.
¿Qué será de su futuro en los dos casos? Solo ellos lo saben.
Quizá cambiar de aires para Messi sería una fórmula de reto pensando en trazarse nuevas metas, pero se dice desde casa que la llegada de Joan Laporta a la presidencia del Barsa lo acerca más a una renovación que no parece a largo plazo.
La MLS puede ser su siguiente paso. Ya expresó esas intenciones en una de sus últimas salidas periodísticas. Miami podría ser último refugio deportivo. Hace rato se tejen varias teorías no conspirativas que podrían llevar a Messi a la Capital del Sol.
Un poco más difícil es saber cuál será el último o siguiente destino de Cristiano. ¿Será que se reencuentran con nostalgia otoñal en la MLS o el astro portugués elegiría mercados emergentes como medio oriente o China? No importa dónde vayan o a dónde vengan, lo cierto es que duele escribir para el cronista frases que los despidan, análisis de sus salidas y adjetivos en pretérito.
Messi y Cristiano nos han regalado las mejores emociones del fútbol por más de 15 años y ahí radica su grandeza. Ni Pelé, ni Maradona, ni Cruyff retaron al tiempo como ellos. La continuidad los ha subido a los altares y a nosotros también nos asalta la nostalgia escribiendo estas líneas. Se podrán ir mañana o en dos años. Ya cumplieron y sólo nos resta decirles 'Gracias por existir'.
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