Seguimos en casita y obedeciendo las sugerencias, acatamos las restricciones y añoramos la "normalidad" que será diferente cuando nos volvamos a encontrar.
Seguimos en casita y obedeciendo las sugerencias, acatamos las restricciones y añoramos la "normalidad" que será diferente cuando nos volvamos a encontrar.
Todos lo hemos sentido en alma, corazón y bolsillo. De esta no se salvó nadie. Buscando el objetivo principal de salvar vidas, todos hemos tenido que pagar un precio de acuerdo con nuestras posibilidades.
Ese es el caso también de los deportistas profesionales y directivos del mundo del deporte. Con la sensatez que requiere el momento, o a regañadientes, jugadores han tenido que ceder ante la inminente necesidad y pérdidas inmediatas causadas por la pandemia.
Se vale siempre opinar y aunque tenemos la tendencia a esperar que los atletas acepten recortes salariales con una sonrisa en los labios, ese no siempre es el caso y si lo pensamos en frío no tiene por qué serlo.
Wayne Rooney y Tony Kroos expresaron su descontento en primera instancia por la manera como se implementarían los recortes y en el caso de Kroos habló de una donación en vano porque en realidad ese dinero no va a nadie necesitado.
Entiendo posiciones y siempre fui consciente de que el bolsillo ajeno es sagrado y ganen lo que ganen es su decisión cuándo y cuánto dan o colaboran. Dicho esto, también tienen derecho a no hacer donación alguna.
Me identifico con Rooney, además, cuando critica los porcentajes de rebaja de sueldos fijos y pide que se hagan jugador por jugador.
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Sin embargo, y más allá de que nunca satanizaré a nadie por opinar o negarse a permitir que le toquen el bolsillo, la situación que vivimos nos pone en un callejón cuya única salida es que todos pongamos nuestro grano de arena de acuerdo con nuestras posibilidades.
Pese a que muchos aprovecharán la coyuntura para respirar en lo económico, es hora de que desde los súper atletas hasta nosotro,s los ciudadanos de a pie, asumamos la necesidad de unirnos y aguantar el golpe.
La vida paró y nos mandaron a casa. Claro, esto implica rebaja de sueldos para aumento de vidas, y ahí todos decimos presente.
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