Los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 iban a consagrar a Simone Biles como la más formidable gimnasta de todos los tiempos. Este gran escenario, sin embargo, ha servido para mostrar la pesada carga que lleva la atleta norteamericana de 24 años. Y, sobre todo, para enterarnos del efecto que tiene en su salud mental su vida en el deporte.
Antes de iniciarse las pruebas en Tokio 2020, Biles confesó que ha venido luchando con la presión de ser una de las más grandes deportistas de la historia y que resulta muy duro lidiar con las expectativas que recaen sobre ella.
Las cosas estallaron luego que Biles se retiró de la final por equipos el martes último. Al principio se dijo que había sufrido una lesión en uno de sus tobillos. Luego ella misma aclaró la verdadera causa de su abandono de la prueba.
“Todo ha sido una cuestión mental, tenemos que enfocarnos en nosotras mismas porque al final del día también somos humanos”, explicó Biles sobre su retiro de la prueba por equipos. “Debemos proteger nuestra mente y nuestro cuerpo en lugar de salir y hacer lo que el mundo quiere que hagamos”.
Sus extraordinarias condiciones físicas permitieron a Biles no solo que se consagrara como una gimnasta formidable, sino que encontrara un medio para superar las heridas de un pasado lleno de traumas.
Nacida el 14 de marzo de 1997 en Columbus, Ohio, Simone es hija de Shanon Biles y Kelvin Clemins, adictos a las drogas.
En el 2000, Shanon perdió la custodia de Simone, quien con sus tres hermanos fue internada en un orfanato.
Su abuelo materno Ron Biles y su esposa Nellie Cayetano cuidaban de manera temporal a Simone. Hasta que tres años después la pareja consiguió oficialmente la adopción de la niña y de su hermanita Adria.
Recién entonces empezó la estabilidad para Simone.
“Aunque mi experiencia en los orfanatos fue temprana recuerdo cómo me sentía ignorada”, escribió Simone en una carta pública. “Mi camino al éxito comenzó el día en que mi abuelo y su esposa nos adoptaron oficialmente a mi hermana y a mí”.
Pese a ser pequeña, Simone destacaba por su excepcional potencia y desde los seis años practica la gimnasia.
A los 14 años entró a la élite de la gimnasia y desde entonces no paró en conquistar títulos. En Río de Janeiro 2016 consiguió cuatro medallas de oro y una de bronce y en mundiales alcanzó 19 preseas doradas de 25 en total.
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La estadounidense Simone Biles reacciona después de competir en el evento de gimnasia artística en barra de equilibrio de la calificación femenina durante los Juegos Olímpicos de Tokio 2020
AFP
Todo ese brillo, sin embargo, escondía una tragedia. Simone también fue víctima de los abusos sexuales del médico de la Federación de Gimnasia de Estados Unidos, Larry Nassar.
En la gimnasia había una consigna: disciplina, trabajo y silencio. Eso permitió que Nassar abusara de al menos 156 mujeres, la gran mayoría niñas, durante la tenencia de su cargo entre 1996 y 2014.
Incluso, Simone nunca quiso comunicarles a sus padres adoptivos de los abusos que había sufrido de parte de Nassar.
“No quería preocuparlos”, confesó Simone en una sincera entrevista que hizo con el programa de televisión 60 Minutos de la cadena estadounidense CBS. “No solo ha sido el sufrimiento de todas nosotras, sino la decepción del comportamiento de los directivos de la Federación de Gimnasia, quienes jamás se preocuparon por nosotras que éramos unas chicas”.
Esa demoledora experiencia sumada a un pasado familiar disfuncional de seguro han dejado profundas secuelas en Simone. En Tokio todo estalló.
“La mayoría me conoce como un chica feliz, risueña y enérgica, pero últimamente me he sentido rota”, confesó Biles. “En Tokio he sentido el peso del mundo sobre mis hombres. Necesito un tiempo para recomponerme”.