Especial
@luisfsanchez6
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En un caso inusual en la historia de las competencias de caballos de paso fino, tres hermanos acapararon el podio en la final de la categoría para jóvenes del Spectrum International 2019, que se disputó en el Tropical Park en Miami.
La prueba para jinetes y amazonas entre los 11 y 17 años de edad es una de las más importantes de la Asociación de Caballos de Paso Fino de Florida porque se trata de construir el futuro de este deporte, que cada día tiene más aficionados.
Angelina Mía, de 11 años, llevó al triunfo a Salomé de Lusitania; Sophia Simone, de 16 años, quedó en segundo lugar con La Novia de Besilu; y Ray Lucas, de 13 años, ocupó el tercer puesto con Ponderosa Joya de Chapala.
Ellos tres son hijos de Ray y Aniet González, esposos de origen cubano, cuyo equipo de la Hacienda Villa SAR cuenta con 95 caballos de paso fino.
El futuro
Luego de los éxitos en el Tropical Park, ahora los tres jóvenes se preparan para competir en el mundial que se disputará en Puerto Rico entre el 13 y 17 de noviembre próximo, y existe la posibilidad de participar en el Grand National, que se realizará en Perry, Georgia, del 16 al 21 de septiembre venidero.
Mientras, Angelina, Sophia y Ray Lucas se preparan bajo las órdenes del entrenador Virgilio "Junior" González. Lo hacen todos los días, pues la familia vive en la misma hacienda ubicada en el suroeste de Miami.
"Mis hijos practican los deportes ecuestres desde los cuatro años de edad, es decir, tan pronto como pudieron montar a caballo solos", reveló Anniet González. "Han crecido en este ambiente que les ha permitido desarrollar un gran sentido de responsabilidad. Ellos no solo montan los caballos sino los cuidan, los bañan, los quieren y están pendientes de ellos. Entienden que es un deporte de binomios".
La pasión por los caballos ha pasado por los González a través de generaciones y tiene huella imborrable en la familia.
La historia
"Hace más de 60 años mi padre José salió de Cuba porque era contrario a la revolución. Se instaló en Nueva York y empezó de cero", recordó Ray González. "Se casó con mi madre, Dinorah, y nacimos mi hermano René y yo. Mi padre me contaba que en Cuba se movilizaba muchas veces a caballo y desde ahí surgió su amor por un animal tan noble, y ese sentimiento me lo transmitió a mí y yo lo he hecho con mis cuatro hijos".
En 1972, los Gonzalez se mudaron a Miami. José González había formado la compañía de taxis SuperYellow Cabs y buscaban nuevas oportunidades en el sur de la Florida.
"Entonces Flagler era apenas unas pocas calles", agregó Ray González. "Adquirimos una finca y compramos caballos, pero la afición por los de paso fino se produjo cuando sufrí un accidente y montar caballos de trote me molestaba, por eso decidí buscar caballos de paso suave y cómodo".
Para los González, los caballos más que una afición son una forma de vida y en ningún sentido representan ingresos, todo lo contrario.
"En verdad, son mis propias empresas las que me permiten financiar esta pasión", explicó Ray González. "Yo estoy involucrado en la computación y el transporte. A lo largo de los años hemos consolidado una serie de empresas y en estos momentos tenemos alrededor de 2.000 empleados y 1.200 vehículos, que incluyen ambulancias, el SuperShuttle y todo el sistema de trollies en el sur de la Florida, que cubre rutas desde Homestead hasta Pompano Beach".
Gracias a ello, los González puede disfrutar de una vida al lado de los caballos, que no solo le brindan satisfacciones deportivas sino algo más fundamental: une a la familia y la enlaza en torno a intereses comunes.
"El fin de semana de Memorial Day lo pasé con mi esposa y mis hijos en el Espectrum International en el Tropical Park, mientras mis amigos se habían ido de viaje a un lado y sus hijos estaban por otro", contó Ray González. "En cambio, nosotros estábamos involucrados en la competencia y estábamos juntos. Esa es la recompensa más grande que pueden darme los caballos".
Anniet González, por su parte, nació en la provincia de Las Tunas, en el oriente de Cuba, y aseguró que cuando conoció a Ray González, él ya tenía caballos.
"Hace 12 años compramos la hacienda y la bautizamos como Villa SAR, que son las iniciales de los nombres de nuestros cuatro hijos y de nosotros", afirmó Anniet. "Mi hija mayor, Anysabella, no compite porque está en la universidad, pero todos en la familia nos encontramos unidos por nuestros caballos".
Más allá de la asombrosa actuación de sus hijos en el Espectrum Internacional, Ray y Anniet González consideran que su mayor trofeo por amar a los caballos es asegurarles que su familia permanezca muy unida.