Para sorpresa mía y de muchos, el gobierno de Nicolás Maduro (léase él personalmente y su entorno político militar) han sabido sortear con admirable pericia y destreza todos los esfuerzos e intentos que está tratando de hacer la oposición para impulsar el referéndum revocatorio y retirarlo de la presidencia de Venezuela y el costo social y económico no tiene precio.
El Gobierno en Venezuela se ha quedado sin oxígeno, no hay más dinero para solventar un discurso incendiario que divide a la población internamente y la aísla de su entorno en Latinoamérica. Como último invento apurado para solventar su régimen, el gobierno a través de la empresa de bandera nacional PDVSA ha emitido 7.000 millones de dólares en canje por bonos de deuda, medida que no ha sido bien recibida por el mercado internacional porque no agrega valor a lo que ya existe y se espera que en un corto o mediano plazo Venezuela entre en un default técnico. Me gustó el comentario del Dr. Damian Valenzuela, CEO de Latin America Invest cuando menciona que “…se propone un intercambio de figuritas repetidas, sin ningún valor agregado de lo que el mercado necesita”. La población venezolana no se preocupa por aumentar los ingresos, expandir su mercado, ganar más dinero o ahorrar, sino por el contrario, se encuentra en un modo de supervivencia enfocada en la satisfacción de sus necesidades básicas tratando de conseguir los productos de primera necesidad, medicinas y en protegerse de la inseguridad generada por la delincuencia, el narcotráfico y la represión del gobierno.
Al otro extremo del cuadrilátero, la oposición logro colocar su bandera en la Asamblea Nacional con el triunfo en las elecciones pasadas de Ramos, pero no ha sabido capitalizarlo y transformar ese triunfo electoral en un alivio para el pueblo venezolano. Entre la astucia del gobierno y la desorganización de la oposición no han logrado desarticular la bien montada estructura de gobierno que se mantiene aún sin dinero. Desafortunadamente para las personas de a pie aún no se ve la luz al final del túnel y son ellos los que estar padeciendo la inseguridad, la inestabilidad y las carencias.
El actual presidente del Perú, Pedro Pablo Kuczynski, con todo el ímpetu que acompaña a un mandatario nuevo en la geografía latina ha levantado su voz instando a los líderes en la región y la clase política venezolana a iniciar un diálogo abierto y sin condiciones con la finalidad de aliviar la situación social y económica del pueblo venezolano.
Al final, por una razón o por otra, los perjudicados son las personas que conforman el pueblo venezolano y que el presidente juro proteger y velar por su bienestar cuando asumió la presidencia.
Por el momento no se observa voluntad del gobierno ni destreza de la oposición para lograr un punto medio que alivie al pueblo venezolano. Opino que un líder o gobernante que divide al pueblo y es incapaz de ofrecerle el bienestar básico de alimentación y salud no debería gobernar una nación y dar un paso al costado.