lunes 9  de  septiembre 2024
ECONOMÍA

Acabar con el Tratado de Libre Comercio eliminaría 14 millones de empleos en EEUU

En el sector industrial y manufacturero hay una extendida preocupación por la posibilidad de cancelar el acuerdo o modificarlo de raíz durante la próxima administración
Por RUI FERREIRA

MIAMI.– El Tratado de Libre Comercio (TLC en español, NAFTA en inglés) entre EEUU, Canadá y México, desde que fue negociado a fines del siglo pasado, estuvo siempre envuelto en polémica. Pero lo cierto es que ha creado millones de empleos en Estados Unidos. Ahora, están en riesgo.

Cuando a principios del 2016 un periodista de Fox News le preguntó a Tom Donohue, el presidente de la Cámara de Comercio de Estados Unidos si la propuesta de acabar con el TLC mejoraría la economía del país su respuesta fue clara. "¿Quieres deshacerte del TLC? El TLC representa 14 millones de empleos en Estados Unidos", explicó. Son empleos que dependen directamente del trasiego de mercancías a través de las fronteras, trabajos que lograron sostenerse al mantener una producción competitiva entre los tres países.

Tanto que, para Asociación Nacional de Industriales (NAM, por sus siglas en inglés) el TLC es "un estímulo" a la competitividad industrial. "Estamos ansiosos por trabajar con el Gobierno, la próxima administración, líderes en México y Canadá para reducir aún más las barreras (aduaneras) e incrementar la competitividad industrial, ahora, 20 años después que el acuerdo fue firmado", dijo en un correo electrónico a la revista Politico, la vicepresidente de negocios internacionales de NAM, Linda Dempsey.

En su opinión, "es muy importante, diría que crítico, no colocar en riesgo los 2 millones de empleos en el sector industrial de nuestro país que dependen de las exportaciones hacia México y Canadá".

Todo esto porque en el sector industrial y manufacturero hay una extendida preocupación por la posibilidad de cancelar el acuerdo o modificarlo de raíz durante la próxima administración de Donald Trump. Durante la campaña, el presidente electo atribuyó al TLC la exportación de miles de puestos de trabajo al exterior, refirió, sin grandes pruebas, de que el acuerdo es responsable por la disminución de la competitividad industrial y propuso la aplicación de pesados aranceles a las empresas estadounidenses que han invertido en maquiladoras, casi siempre en México.

Como señala Dempsey, acabar con todo esto sería un desastre para la comunidad industrial estadounidense que ha invertido miles de millones de dólares en encontrar formas de desarrollar la producción de casi todo, desde autos y aviones, a productos farmacéuticos, a través del mercado de mano de obra barata en otros países, señala Politico.

"Sería un desastre. Sería algo así como un choque de placas tectónicas. El más simple indicio de que las cosas van a ser interrumpidas puede provocar una fuga de capitales de Estados Unidos. Nadie lo podría detener", explica Dan Ikenson, director de política comercial del Instituto Cato, un centro de análisis de libre mercado de Washington DC.

El combate al TLC fue un buen argumento electoral de Donald Trump, que caló en una clase trabajadora no muy ilustrada pero que se siente amenazada por la crisis económica y la fuga de empleos a mejores mercados laborales. Pero ha sentado muy mal a la clase industrial e empresarial que se ha beneficiado del Tratado de Libre Comercio y apoyó la administración republicana del expresidente George W. Bush cuando lo negoció con los otros dos países.

Por eso, muy pocas asociaciones empresariales apoyan una renegociación del acuerdo precisamente por, además, colocar en riesgo las inversiones de desarrollo industrial y millones de empleos. Después de todo, como señala Ikenson, "las mercancías estadounidenses fabricadas en el exterior cumplen con todos los patrones de calidad del país". En Canadá, por ejemplo, se encuentran desplegadas las fábricas automotrices de las grandes mercas de su vecino.

Es cierto que Trump no ha profundizado casi nada en sobre cómo piensa llevar a cabo sus ideas como la recuperación de empleos llevados al exterior, pero la aspiración de las grandes asociaciones industriales es lograr convencerlo de que toda renegociación del acuerdo les termine siendo favorable.

Por otro lado, renegociar el acuerdo tampoco es una tarea fácil. Depende de muchos factores. De entrada del Congreso de Estados Unidos, aunque los republicanos tengan allí la mayoría, Trump no cuenta con los suficientes votos para borrar el acuerdo de un plumazo. Tanto México como Canadá no se van a 'rendir' con facilidad. Después de todo, los dos países son grandes mercados de las exportaciones de Estados Unidos, delante incluso de China. Por ejemplo, entre los dos totalizan más de mitad de las exportaciones agrícolas estadounidenses.

Tanto el presidente mexicano, Enrique Peña Nieto, como el primer ministro canadiense, Justin Trudeau, no se oponen a una renegociación, pero tienen cartas en la manga. El primero sabe que 5 millones de puestos de trabajo en Estados Unidos dependen del comercio con su país, y el segundo no se olvida que Canadá aporta nueve millones de puestos de trabajo a Estados Unidos. Y ambos se oponen a las tarifas arancelarias cuya eliminación fue la razón de ser de la existencia del TLC.

"Lo que buscamos es ir hacia delante, no retroceder. Por ello todo lo que implique un aumento en los aranceles es como darse un tiro en el pie", estima Kenneth Smith Ramos, el director de la oficina de comercio con México en la sede del TLC en Washington DC.

Es más, según su parecer, no sería mala idea que la administración entrante de Trump no pierda de vista una realidad: No son solo los empleos que se perderían en Estados Unidos, sino que Canadá y México importan anualmente 500.000 millones de dólares en mercancías y productos industriales estadounidenses.

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