domingo 24  de  septiembre 2023
TENSIONES

La amenaza de Rusia a EEUU a solo 90 millas

El régimen cubano hace ver que quiere encamarse con Putin y los oligarcas de Rusia, pero su objetivo podría ser otro

Un artículo de Rafaela Cruz para DIARIO DE CUBA, bajo el título "¿Prepara el castrismo una trampa rusa para Biden?" esboza la incertidumbre del acercamiento entre Moscú y La Habana. Reproducimos el texto:

El pasado fin de semana muchos en Cuba leyeron con estupor —¿y esperanza?— un mensaje que circuló por WhatsApp, y que detallaba supuestos acuerdos en virtud de los cuales el castrismo entregaría a los rusos bastante más de lo que oficialmente ha reconocido.

El mensaje, que presuntamente filtraba información de las negociaciones entre Moscú y La Habana, comenzaba afirmando que Cuba volvía a ser un "mercado filial de Rusia" (dependencia económica y adopción de tecnología rusa en detrimento de la occidental), aunque esta vez "mediante relaciones público-privadas" (actuarían en Cuba los oligarcas rusos), para continuar haciendo una larguísima descripción de cómo los rusos intervendrían desde las telecomunicaciones a las tierras, pasando por casi cualquier sector económico imaginable.

La veracidad, origen y objetivo de la información ha sido comidilla en redes sociales y se ha ganado la atención de reputados youtubers y especialistas en el tema Cuba. Algunos han tomado el contenido como verídico, mientras otros consideran que es una elaborada campaña de desinformación/manipulación. Donde todos coinciden es en que detrás estaría la Seguridad del Estado con su larguísima experiencia lanzando "bolas".

¿Evalúa el régimen la reacción popular ante la acelerada y descarada pérdida de soberanía? ¿Sensibiliza al pueblo con una posición entreguista extrema como la que el mensaje de WhatsApp describe, para luego bajar la parada y que la gente acepte concesiones gigantescas como si fuesen menores? ¿Se quiere "informar", pero sin comprometer los canales oficiales en un diálogo incómodo?

De ser cierto el contenido del mensaje, las posibles razones para que circule son variadas; pero para entender mejor es preciso averiguar antes qué es lo que desea el castrismo, y ahí han sido demasiado planos los análisis hechos, pues todos asumen que estos tejemanejes con los rusos son "lo que quiere" realmente el Gobierno cubano, sin que nadie se haya planteado que esto sea solo una palanca para el verdadero objetivo de La Habana: los americanos.

¿Verdaderamente quiere el castrismo encamarse con Putin y los oligarcas rusos? Esa opción estuvo siempre disponible; sin embargo, el régimen ha esperado hasta que el país se estuviese despedazando y apagando como leproso en coma, antes de enviar a Díaz-Canel a decirle a Putin que la frutosky estaba madurosky.

¿Por qué han perdido tiempo si nadie sabe mejor que el propio Gobierno cubano lo económicamente inoperante que es su régimen? Nadie mejor que ellos conoce que su sistema es improductivo porque está diseñado para el control, no para la eficiencia; nadie mejor que ellos sabe que las superficiales reformas hechas son mera dilación que no cambia la empobrecedora dinámica económica; ellos, mejor que nadie, son conscientes de que el "sector privado" es un disfraz; ellos conocen, en definitiva, que nada de lo que han hecho rescatará al país del pozo de miseria en que lo han metido.

Y, sin embargo, aguantaron in extremis antes de jugar la carta rusa. ¿Qué esperaban? Solo hay una respuesta posible: otra obamización.

La obamización anterior se malogró por un sector fidelista ahora inexistente y porque llegó Trump a la Casa Blanca. ¿No será todo este revuelo ruso que tan de momento se ha desatado un intento de doblarle el brazo a Biden antes de que los republicanos recuperen el poder?

El castrismo no quiere el fin del embargo con todo lo que de negociación mutua ello implica, pero sí que le abran el grifo del turismo para, junto al control de las remesas, monopolizar las divisas del país y así dominar la economía y la sociedad.

Una obamización es mucho más controlable para el castrismo que una "invasión" de despiadados mafiosos rusos. Es con Estados Unidos y no con Putin con quien sueña Raúl Castro desde que heredó la finca de su hermano, y por ello probablemente el régimen esté usando a los bolos para presionar a los yanquis.

Si la opción eslava fuese realmente deseada y conveniente para el castrismo, hace años habría comenzado; pero estos rusos no son soviéticos, y su irrupción en la escena cubana a niveles incluso menores que los descritos en el mensaje de WhatsApp supuestamente filtrado puede erosionar aún más lo que va quedando del castrismo original. Y si bien eso no implica que vaya a humanizarse el régimen, sí puede significar merma del poder central, debilidad, pues este proceso que se inicia es potencialmente caótico e inestable por haber impulsos, intereses y actores poderosos del lado moscovita que, sin estar necesariamente comprometidos con el Gobierno central cubano, pueden estar tentados a buscar alianzas paralelas dentro de Cuba, en estamentos empresariales, militares o financieros.

Incluso, podrían ser los rusos —y eso en La Habana lo deben haber calculado— quienes estén amagando con este acercamiento solo como amenaza estratégica hacia Washington, y en cualquier momento retirarse políticamente y dejar al castrismo mucho peor que como lo encontraron, ahora empantanado con plutócratas sicóticos rusos posicionados para cobrar deudas añejas.

¡Que vienen los rusos!, advierten la prensa independiente y la internacional, a modo de alerta para que los americanos visualicen cuán geopolíticamente peligroso es el castrismo; sin embargo, esa alarma con tanto eco mediático podría ser, precisamente, lo que busca La Habana para asustar a Biden, o al menos para tener una baza con la que negociar desde la posición de "o me ayudas a sobrevivir, o tendrás a Putin y a sus militares a 90 millas de tu territorio".

El mensaje del fin de semana, entonces, puede entenderse como un órdago a Washington, un anuncio de cuánto está dispuesto a entregar el Partido Comunista si los demócratas no actúan rápido y le abren alguna fuente de financiación que alivie la crisis interna.

En términos prácticos, no importa si la tesis de este artículo es o no correcta —es imposible saber qué planea realmente el castrismo—, pero que sea factible e incluso probable es suficiente para trabajar comunicativamente dándola por cierta, e intentar despejarle al Partido Demócrata cualquier tentación de caer en el chantaje.

Decían Gonzalo Fernández de Córdoba: "a enemigo que huye puente de plata"; y agregaba Napoleón: "nunca interrumpas a tu enemigo cuando está cometiendo un error".

Si entendemos que el castrismo tendría mejor control de la situación con una obamización que con esta relación con la mafia rusa —y ya sabemos que el control es la clave de su longevidad—, después del "¡que vienen los rusos!", los interesados en la libertad de Cuba deben agregar: "¡déjenlos que lleguen!". Póngasele puente de plata al castrismo en su huida para que, desesperado, cometa su propio error.

FUENTE: DIARIO DE CUBA

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