MIAMI- Desde que Donald Trump llegó a la presidencia de Estados Unidos (EEUU) en el 2016 y reveló o todos sus planes contra el llamado "Estado Profundo", el globalismo y la Agenda 2030, su vida dio un giro de 180 grados.
MIAMI- Desde que Donald Trump llegó a la presidencia de Estados Unidos (EEUU) en el 2016 y reveló o todos sus planes contra el llamado "Estado Profundo", el globalismo y la Agenda 2030, su vida dio un giro de 180 grados.
Trump lleva más de seis años bajo el fuego cruzado de la extrema izquierda en EEUU que persigue, de cualquier manera, inhabilitarlo políticamente y continuar desvirtuando su imagen para que no llegue otra vez a la Casa Blanca, ahora que lidera las encuestas y las intenciones de voto.
El verdadero objetivo es lograr cuatro años adicionales de la izquierda en Washington para cumplir sus planes pendientes: transformar el sistema judicial, el sistema electoral, la Constitución, las entidades federales y por supuesto, fomentar un sistema de gobierno con el control del estado federal sobre los poderes ejecutivo, legislativo y militar.
Además de los 34 cargos presentados por el controversial fiscal de Distrito de Manhattan, Alvin Bragg, en el caso de la actriz y directora de la industria de la pornografía, Stormy Daniels, ahora lo acusan de otras 37 imputaciones por el manejo de documentos clasificados del gobierno hallados en su poder tras concluir su mandato, y después de un inaudito registro a su residencia de Mar-a Lago, Florida.
La residencia de Trump en Mar-a-Lago, Florida, "no era un lugar autorizado para el almacenamiento, la posesión, la muestra o la discusión de documentos clasificados", dice el acta que detalla los cargos.
Esta es la primera acusación de carácter federal contra un expresidente de EEUU. Algo esperado si se trata del hombre que ha desafiado el gran poder oculto en Washington y los intereses de las grandes elites financieras, farmacéuticas y empresariales en todo el mundo.
Al presidente Joe Biden y al exvicepresiente Mike Pence, también se le encontraron documentos secretos y ultrasecretos, no sólo en sus residencias, sino en diversos lugares como en el caso de Biden. Pero… hasta ahora, hay silencio casi absoluto.
Lo verdaderamente llamativo durante el actual gobierno de Joe Biden-Barack Obama, es la prontitud y “destreza” con la que actúa el Departamento de Justicia cuando se trata de conservadores y en especial de Trump.
Jamás ocurre igual en los casos pendientes o casi enterrados en las presuntas investigaciones sobre el propio Joe Biden, su hijo Hunter Biden, el exgobernador de Nueva York, Andrew Cuomo, el expresidente Barack Obama -quien supuestamente ordeno desde la Oficina Oval- espiar al entonces recién electo presidente Trump.
La exsecretaria de Estado, Hillary Clinton, a la cual no le encontraron información secreta y ultrasecreta, porque la eliminó de los servidores en lo que se definió como el “escándalo de los emails”. Y estos son apenas los casos conocidos públicamente.
Antes, Trump disfrutaba del estatus de multimillonario famoso elogiado por muchos; incluso, por los poderosos de la izquierda estadounidense y los influyentes medios de comunicación. Hasta sus chistes y sarcasmos eran aplaudidos, exacerbados y festejados por celebridades, políticos de ambos partidos y las élites empresariales y financieras en el país.
Trump era el hombre de éxito, el magnate de referencia y el filántropo. Muchos en Washington y en los bastiones bipartidistas le hacían reverencia en busca de fondos de campañas electorales y de vínculos para jugosas recaudaciones. Casi todos veían a Trump de esa forma, pero jamás de Presidente de Estados Unidos.
Del impacto de Trump Presidente de Estados Unidos no se han recuperado muchos, menos cuando el mandatario emprendió la más tenaz guerra contra la extrema izquierda, los grandes poderes ocultos en Washington y sus planes de cambiar el rumbo de la nación, la manera de pensar de los estadounidenses, además de desacreditar la historia americana y sus bases conservadoras, sobre las que se fundó Norteamérica.
Trump no sólo ha sido víctima de un ataque desmesurado y despiadado contra su personalidad, su vida privada y su gestión presidencial, sino contra todo lo que representa ahora como líder del creciente movimiento conservador MAGA (Make America Great Again).
El antiguo Trump servicial y acoplado a las grandes cúpulas de poder en el país quedó atrás para dar paso al rebelde guerrero, al hombre consagrado en defender la nación americana y sus valores tradicionales en medio de un mundo que gira cada vez más hacia lo inaudito e impredecible. Un mundo más controversial y disfuncional, cuando debería ser lo opuesto a medida que avanza el siglo XXI. Las políticas de extrema izquierda (socialistas o comunistas) quieren imponerse definitivamente a nivel mundial, además de actuar con desesperación para revertir la ideología conservadora y los fundamentos del Capitalismo Occidental.
El primer intento de derrocar a Trump fue la llamada "Trama Rusa", que desencadenó una investigación ordenada por el Departamento de Justicia a través del fiscal especial, John Durham, quien concluyó que el exmandatario nunca debió ser investigado por el Buró Federal de Investigaciones (FBI).
Según las conclusiones de la pesquisa Durham de casi cuatro años, el FBI nunca tuvo en sus manos elementos condenatorias que vincularan al expresidente con el Kremlin, ni a nadie de su campaña con funcionarios rusos para incidir en las elecciones presidenciales del 2016.
Sin embargo, el exinquilino de la Casa Blanca enfrentó un proceso de impeachment (destitución) en el Congreso, que comenzó en septiembre del 2019 hasta febrero del 2020, fecha en que quedó absuelto por mayoría.
Ese mismo año, los demócratas y en particular la entonces presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, intentaron iniciar otro enjuiciamiento político similar, pero no prosperó.
El documento final de Durham argumentó que el FBI no tuvo en ningún momento pruebas fehacientes para investigar a Trump y que la pesquisa fue impulsada por intereses políticos. Durham además lo calificó de "seriamente deficiente" y con un "grave daño a la reputación del FBI, de Trump y de la nación".
“Durham culpó específicamente al FBI por confiar en la supuesta evidencia de la campaña de la candidata presidencial demócrata de 2016, Hillary Clinton, incluido el ahora desacreditado expediente Steele", al tiempo que su informe demostró que Hillary y el FBI intentaron manipular las elecciones de 2016.
"Nunca pensé que fuera posible que algo así le ocurriera a un expresidente de EEUU", escribió Trump el viernes en su red social Truth Social y reiteró:
"Somos un país en grave y rápido declive, pero juntos haremos que EEUU vuelva a ser grande".
"He sido acusado, aparentemente, por el engaño de las cajas", dijo en referencia a los documentos clasificados del gobierno.
Además de ratificar su inocencia, Trump indicó en un video en Truth Social que “esto es un intento de detener mi campaña por la Casa Blanca: Vienen por mí, porque lideramos las encuestas de nuevo, por mucho margen contra Biden, contra los demócratas".
"Nuestro país se está yendo al infierno y vienen detrás de Donald Trump... Están destrozando nuestra nación".
El otro intento de descrédito fue el gran show televisivo estilo Hollywood sobre los sucesos del Capitolio el 6 de enero en Washington, cuando manifestantes irrumpieron dentro de la histórica sede del Congreso y hubo enfrentamientos violentos.
Con las transmisiones de televisión a través de las grandes cadenas de izquierda, el propósito principal se enmarcó en vincular a Trump -de todas las formas posibles- con una presunta conspiración planificada para un levantamiento violento, bajo el slogan de “ataque a la democracia”.
Ahora, el fiscal especial de Nueva York, Jack Smith, que presenta los 37 cargos a Trump acerca de los documentos del gobierno federal, es el mismo que investiga también los denominados “intentos de Trump” para anular los resultados de las elecciones de 2020. Es decir, que por algún lugar se busca incriminar al exmandatario. Y cada vez las acciones se hacen más acuciantes, como la revelación de un sistema judicial que actúa bajo presiones partidistas, pero las de un solo partido: el Partido Demócrata en el poder.
"Joe Biden tenía 1.850 cajas en la Universidad de Delaware, cajas adicionales en Chinatown, D.C., aún más cajas en la Universidad de Pennsylvania, y documentos esparcidos por todo el suelo de su garaje donde aparca su Corvette, que está 'asegurado' solo por una puerta de garaje que es de material fino, y abierta la mayor parte del tiempo", escribió Trump en Truth Social.
La primera acusación penal contra el expresidente Donald Trump presentada por la Oficina del Fiscal de Distrito de Manhattan en marzo no impidió que su candidatura a la reelección presidencial siguiera adelante, incluso incrementara de manera significativo su respaldo.
En las últimas encuestas, Trump aventaja a Joe Biden por encima de los 7 puntos y al gobernador de Florida, Ron DeSantis, por más de 20 puntos, su más cercano contrincante republicano para las primarias.
Hasta el momento, los intentos de destruir al expresidente Donald Trump han sido en vano y lejos de afectarle, le han beneficiado. Resulta muy poco probable que los nuevos cargos lo detengan, según expertos.
"Puede ser acusado cualquier número de veces y eso no detendrá su poder para presentarse a un cargo", explica David Super, profesor del Centro de Derecho de la Universidad de Georgetown.
Super señala que Trump podría continuar postulándose a la presidencia incluso si es declarado culpable en el caso de los documentos de Mar-a-Lago.
Como sucedió tras la acusación de abril, los políticos conservadores, con muy escasas excepciones, se han unido al expresidente.
"Si la gente en el poder puede encarcelar a sus oponentes políticos a voluntad, no tendremos una república", tuiteó el senador Josh Hawley.
Otro nutrido grupo de republicanos en el Congreso, incluido el senador Chuck Grassley y los congresistas Marjorie Taylor Greene y Matt Gaetz, de Florida, acusaron al Departamento de Justicia de enjuiciar agresivamente al expresidente, mientras se hacen de la vista gorda ante presuntos delitos cometidos por el presidente Joe Biden y su hijo Hunter.
"Joe Biden tiene documentos clasificados en todas partes", tuiteó Greene. "Literalmente en el piso del garaje al lado de la puerta del garaje que se abre y se cierra, pero el FBI y el Departamento de Justicia corruptos y cómplices no hacen nada".