El deporte dio un paso más hacia la llamada normalización de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos. Resulta que las Grandes Ligas le dieron la aprobación a la Confederación de Béisbol del Caribe para que sus equipos puedan contratar a peloteros que residen en Cuba para la próxima campaña de los circuitos invernales.
Son buenas noticias especialmente para esos jugadores que tendrán acceso a salarios en dólares y la oportunidad también de participar en estas exigentes ligas. Es una situación en la que nadie sale perdiendo, porque hasta las autoridades de la isla se beneficiarán ya que eso les permitirá a los peloteros aumentar su nivel gracias al fogueo con profesionales, lo que debe redundar en una mejor actuación en torneos internacionales.
Ahora bien, bastará saber si esas mismas autoridades buscarán -como es probable- un beneficio extra, el que siempre ha movido a la llamada ‘’revolución cubana”, el dinero. Porque al igual que sucede con los casos de los jugadores antillanos que actúan en Japón, las autoridades de la pelota tienden a quedarse con un porcentaje de esos salarios, que, hace falta recordar, son en dólares. Si esto no se adecúa a los tiempos modernos, entonces seguirá, de forma inexorable, el éxodo obligado de atletas que buscarán El Dorado de todo pelotero, las Grandes Ligas.
Aún faltan por afinar ciertos detalles ya que los equipos del Caribe desconocen los mecanismos para solicitar los servicios de los jugadores antillanos. Es hora de que los peloteros cubanos puedan jugar en ligas profesionales. Pero también es hora de que sean esos atletas los que se beneficien de los jugosos salarios de las organizaciones y que el Gobierno cubano no les arrebate gran parte de sus ingresos.