viernes 6  de  septiembre 2024
CUBA

El derecho de vivir, pero si está muerto, ¿qué?

VERACRUZ.- Es que a este muerto lo han enterrado tantas veces que, como él mismo dijo, cuando sea cierto nadie lo creerá.  Pero dejemos las especulaciones, todos sabemos que ocurrirá, un día u otro, pero sucederá

Diario las Américas | JOSÉ LUIS RUMBAUT LÓPEZ
Por JOSÉ LUIS RUMBAUT LÓPEZ

VERACRUZ.- JOSÉ LUIS RUMBAUT LÓPEZ
Análisis

Nada parece alterar el inocuo quehacer de la prensa cubana.  Ni los rumores que siempre han pesado más que las noticias confirmadas (¡sino pregunten por los famosos anónimos!), ni los llamados desde la oficialidad a reflejar la vida un poco más parecida a la realidad que a lo que actualmente publican los medios cubanos.

Sin embargo las redes sociales arden.  Hay llamados a festejar, análisis profundos y artículos que barren los diversos escenarios que podría vivir la nación caribeña after Fidel.  El tema es tan antiguo y repetitivo que podría estudiarse como la llegada del cometa Halley.  Lo demostró el columnista Alejandro Armengol cuando publicó un artículo de gran actualidad sobre el tema en 2006.

Es que a este muerto lo han enterrado tantas veces que, como él mismo dijo, cuando sea cierto nadie lo creerá.  Pero dejemos las especulaciones, todos sabemos que ocurrirá, un día u otro, pero sucederá.  Y algo va a pasar, porque lo han esperado tanto que, según los que quieren festejar, el cielo y la tierra se deben unir o, en opinión de los que lo defienden con igual ímpetu, tal vez se convierta en santo más express que Juan Pablo II.

Pero más allá de la sorna y el morbo, de explotar un tema que nos une y nos enfrenta, ¿en realidad qué va a pasar cuando Fidel Castro muera?  Podría terminar aquí mismo este articulo: NADA.  Por supuesto habrá fiestas en el sur de la Florida , ya lo han festejado cuando fue una simple caída (¡no para un anciano, claro está!); y lo llorarán muchos en el interior del país y en medio mundo donde la aureola del verde olivo y las barbas no han dejado de ser fuente de inspiración para una izquierda que se confunde cada día más en el espectro político mundial.

Pero para el común de los cubanos, mortales de la preocupación diaria y el contenido de sus refrigeradores, no creo que cambie mucho.  La suerte del gobierno tal y como lo conocemos hoy, está echada.  El grupo de poder, los que han estado por más de cinco décadas, ya están de salida.  La generación intermedia estudia mercadotecnia y trata de acumular riqueza o influencias porque sabe que el futuro es inmediato y las reglas de juego cambiarán.  La nueva generación, entre una crisis interminable y un resquebrajamiento de valores, creció con la idea de que lo que tenía que hacer era emigrar. A esa no le quitan el sueño y los deseos de festejar con la música (¿?) del rapero cubano Osmany Garcia, muy prepotentemente autodenominado “la voz”.

Dentro hay una multitud preocupada. Es la que hasta hoy sostuvo ese proyecto y lo remendó ante cada jirón que la historia le arrancó. Es la generación que puso sangre, esfuerzo, sudor y neuronas para la construcción de una sociedad que debió ser mas justa y equitativa.  Y esa preocupación no es de ahora. Hace muchos años, cuando hacía reportes para el Noticiero Nacional de la tv cubana, mi jefa me encomendó una serie de entrevistas que explicaran que significaba el llamado de Fidel a salvar el socialismo.  Varios importantes directivos del partido y el gobierno, gente joven y todos honestos y verdaderamente sacrificados cuadros me lo dijeron con confianza: ¿qué haremos después, si lo único que sabemos es esto?  Yo les dije en aquel momento sin la convicción que tengo hoy: ¡lo mismo! 

Y es que cualquier cambio que se pretenda hacia cualquier esquina del espectro político,  tendrá que contar mayoritariamente con los de adentro.  Con los cuadros que han vivido y trabajado toda su vida entre diversas responsabilidades.  Sobre todo los cuadros administrativos y económicos que mayor experiencia tienen.  Ahora muchos dirán que esos mismos tienen el país hundido, pero estoy convencido que los malos resultados económicos se deben fundamentalmente a una política errada de producción y no a la distribución y administración de lo poco que ha habido.  El propio cambio de los mecanismos de producción (entiéndase también de propiedad, de intereses y con ello de administración), tendrá ante si un cambio muy profundo en la vida del común de los cubanos. 

Y eso podrá llegar sin un cambio de régimen y sin que muera nadie, sólo se necesita aprovechar una voluntad política mostrada ya en estos años pero que cuando se trata de implementar, parece que tuviéramos todo el tiempo del mundo, lo cual es entre otros muchos errores uno que ha sido costoso y todavía no sabemos cuanto más va a costar.

La anunciada muerte de Fidel Castro será para todos un momento de inflexión importante.  No por lo que pueda cambiar, sino porque desde la atalaya de nuestras casas y desde los ordenadores donde gastamos teclas en los temas cubanos, un elemento mas que se define como “circunstancia retrasante”, estará fuera del contexto.  Lo que es real es que una nueva estrategia como la que se necesita en Cuba sólo la pueden hacer nuevas mentes, que sin desproticar politiquerías y alardes electoreros, logre unir las voluntades que puedan crear riquezas, que es lo único que nos falta en realidad.  El resto, como diría un búlgaro que estimo mucho, incluso se puede comprar. 

No obstante, en la verdad más absoluta, este hombre que es enemigo de algunos y luz para otros, como todo ser humano tiene derecho a vivir y a morir cuando le toque.   La idea simplista de que todo lo malo que hay en Cuba se debe a él, sería también hacerlo responsable de todo lo bueno, porque algo bueno tuvimos en estos años.  Acelerar su muerte virtual sólo lo convierte en la bandera de la vieja guardia que opta por el inmovilismo para sus planes y  los jolgorios miamenses poco enseñan a los que en Cuba, mirando para el refrigerador, además de comida, ya deben empezar a pensar en democracia… para todos.

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